· Dos años después de matar el tigre, inaceptable seguir asustados con el cuero.
· Hora de marcar qué nos define como sociedad. Resiliencia. Cero miedo.
El mayor susto de la gavilla de la política venal que fue atajada en junio 19 de 2022 no es que un caudillo de izquierda intente darles de su propia medicina para hacer lo que ellos hicieron cambiando las reglas del juego y quedarse en el saqueo de los treinta años consecutivos de depredación de lo público con privatización del erario, en su modelo de derechos negocio transferidos a sus corporaciones de acumulaicón de presupuestos de Estado. Al primer empleado actual no le cuadran las cuentas, los tiempos, ni el aparato para quedarse como jinete del tigre que hoy monta sin poderse bajar.
El real desasosiego de los adictos erariodependientes y sus empresas electorales es que un electorado cada vez más politizado con autodeterminación les repita la dosis y les corte el chorro de leche pública que mamaron durante toda su historia como elegidos con trampas, engaños y amaños en la «democracia representativa» que usaron para todo lo que hicieron a sus anchas en sesenta y seis años a partir del miti miti frente nacional, luego el bipartidismo y después la parapolítica en las primeras dos décadas del siglo veintiuno. Todos disfraces del mismo pelambre. No se resignan a ser relevados de todo ese control que añoran volver a retomar después de los cuatro años de un ordenador de gasto nacional desde las ideas que no alimentan su negocio insaciable.
Dos años después de las tres derrotas consecutivas que les aplicó el electorado en un semestre hasta quitarles la chequera que es su gran botín, el «patrón omnisciente» de aquel entramado electoral que les había lanzado el alarido al comenzar la pandemia al advertirles «ojo con el 22», ahora les repetirá que «el 26 es todo o nada» para desatar además del sabotaje de ingobernabilidad de los dos años transcurridos, la más sucia tormenta de susto, odio y miedo para pretender recuperar el preciado erario de sus desvelos. A esos no los mueve nada más. La bolsa pública para ellos en su metalenguaje venal se llama «patria».
La esperanza de ese sindicato de la vieja política negocio colombiano, con sus cabecillas los cinco impunes y sus palos en la rueda de las reformas, es que la gente que los derrotó en el 22 les compre el coctail Bukele, Milei, Trump si es que el convicto gringo degrada esa democracia y vuelve a la oficinal oval por cuenta de un electorado mayoría enceguecido de odio, si llegara a ocurrir tal despropósito vergonzoso. Es decir que los electores que los trancaron en el 22 se conviertan en doce millones de «manguitos» y les devuelvan todo para seguir en su corrupción.
Los doce millones de colombianos de la consulta anticorrupción del 2019, no votaron en 2022 para elegir al menos peor, votaron para atajar todo lo que representa esa gavilla politica impresentable, despreciable, que no puede volver a imponer su barra libre para el saqueo que han hecho con los derechos negocio, privilegios, despojo, desplazamiento, aniquilamiento de contrarios a su credo venal.
Los doce millones que deben ser muchos más esta vez, deben mantenerse firmes y evolucionar para cambiar y sacar a todos los que hayan sido inferiores al compromiso y promover con igual exigencia a otros que sean capaces de no convertirse en fichas de entramados de corrupción de ningún pelambre ni ideología.
Los imprescindibles en este proceso que no pueden ahogarse en mitad del río embravecido, son los electores que destituyeron del control del erario a los venales y encomendaron la misión a otros que no lo habían hecho, que también deberán ser reemplazados si no fueron capaces de cambiar lo encomendado y hacer el relevo para avanzar en el relevo y transformación. Son necesarios quince o veinte millones de colombianos que saquen de lo público a quien no esté a la altura. Los que son pasado y saquearon hasta el 22 y quienes lo hagan hasta el 26, deben ser desterrados de lo público, sancionados, para encargar a gente sin pasado como los repetidos en las hordas de corrupción de la vieja política.
Relevo es la clave, electores siglo veintiuno con autodeterminación y sin precio que no caigan en manos de los proxenetas del negocio electoral. Como en la séptima papeleta, como en la constituyente del 91, como en junio del 22, la gente eligió sacar a la podredumbre del control del Estado y debe profundizar esa tendencia para acabar con la plaga de la política venal que insiste en volver a tomarse todo para sus bolsillos.
Opinión Acto Editorial escrito por Hernando Ayala M Periodista colombiano.
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