“El ADN mitocondrial se hereda de la madre porque el óvulo es el gameto que aporta las mitocondrias durante la fecundación. Las mitocondrias son organelas celulares que se encuentran en el citoplasma y son las responsables de la producción de energía y otras funciones metabólicas de la célula”. “El ADN mitocondrial es útil en la ciencia forense para identificar restos humano, incluso cuando las muestras están degradadas. También se puede utilizar para determinar si dos o más personas están relacionadas a través de sus madres” (Visión general creada por IA).
” Dentro de la mitocondria hay un cierto tipo de ADN. En cierta manera es diferente del ADN del núcleo. Este ADN es pequeño y circular. Solo tiene 16.500 pares de bases más o menos. Y codifica diferentes proteínas que son específicas de la mitocondria. Si recuerda esas vías que están dentro de la mitocondria para producir energía, algunas de las enzimas de esas vías, y algunas de las proteínas que son necesarias para el funcionamiento de esas vías, son codificadas por el ADN mitocondrial. Sí hay un defecto en algunas de las bases de este ADN mitocondrial, es decir, una mutación, se tiene una enfermedad mitocondrial, lo que implica la incapacidad de producir suficiente energía en órganos como el músculo y el cerebro, o el riñón. El ADN mitocondrial, a diferencia del ADN nuclear se hereda de ambos progenitores. Esto a veces es muy útil para determinar de dónde proviene un desorden en la familia de cierta persona. A veces una enfermedad se hereda por línea materna, y no de ambos padres, debido a esto se puede saber si una enfermedad es mitocondrial estudiando el árbol genealógico, es decir la historia familiar” (National Human Genome Research Institute, january 20, 2025).
La primera mujer, y por tanto madre de toda la humanidad, como en el mito bíblico del Edén, sí existió y su presencia está codificada en nuestro ADN, a ella se le llama Eva mitocondrial. “Los orígenes de cada antepasado moderno se remontan a África, donde se encontró al Homo sapiens en el Gran Valle del Rift de África hace unos 200.000 años. Todos los humanos comparten un antepasado materno directo común conocido como Eva mitocondrial. Se cree que forma parte de un pequeño grupo de humanos que vivieron en África en la época del cráneo de Idaltu. El ADN mitocondrial que se encuentra en nuestras células es la firma genética que se ha transmitido de madre a hijo. Eva mitocondrial fue una mujer que vivió hace 200.000 años que tuvo suficientes hijas en una cadena continua para que se ADN mitocondrial sobreviviera. (Foto 1).

Publicada solo con fines académicos.
El homo sapiens acabó migrando a través del continente africano hace unos 120.000 años. Recién entre 80.000 y 50.000 años atrás algunos ancestros comunes empezaron a abandonar el continente y a propagar nuestra especie por el resto del mundo. Debido a esta historia, África es considerada el continente con mayor diversidad genética de todos, y diversos pueblos del resto del mundo, forman un subconjunto de esa diversidad.
Los descendientes de nuestros antepasados comunes que permanecieron en África atravesaron muchas de las mismas grandes transiciones históricas durante las mismas eras que los que emigraron. Esto incluye la transición de sociedades de recolección y caza a sociedades agrícolas, que tuvo lugar entre el 10.000 y el 5.000 a.C., y transiciones como el surgimiento de ciudades y vida urbana que comenzaron a desarrollarse, en particular, a principios del cuarto milenio a.C. a lo largo del Nilo nubio, al sur de Egipto” (La Eva mitocondrial y el Homo sapiens en el gran valle del Rift de África).
“La Eva mitocondrial, según la genética humana, fue una mujer africana que, en la evolución humana, correspondería al ancestro común más reciente femenino que poseía las mitocondrias de las cuales descienden todas las mitocondrias de la población humana actual, según pruebas de tasas de mutación de genoma mitocondrial” (es.wikipedia.org).
A esa madre primigenia debemos la vida todos los seres humanos, gracias a ella, todos tuvimos una madre y, la mayoría disfrutamos de sus cuidados, caricias, atenciones y primera educación; por esa madre, conocimos abuelas dulces y tiernas que alegraron nuestra niñez, también pudimos conocer e interactuar con tías, hermanas, primas e hijas: toda una serie de féminas con las que nos relacionamos; y claro (no se me ha olvidado), muchos hemos sido bendecidos con una mujer, que ha sido amiga, compañera, seductora pareja de alcoba, amante y consejera: una esposa.
¿ Cómo olvidar a esas mujeres, diosas de la carne, vampiresas, que en nuestros años juveniles, como Lilith drenaron nuestros alientos vitales? a las que exploramos tímidamente, como a un paisaje geográfico, lo dijo Neruda “Cuerpo de mujer, colinas blancas, muslos blancos /Cuanto te entregas, te extiendes como el mundo /Mi cuerpo, salvaje y campesino, te socava”; a algunas cabalgamos y nos cabalgaron en horas de dulce arrebato sensual; algunas de ellas fueron convertidas luego en esposas y nuevas “evas madres”.
Tampoco podemos olvidar a aquellas, que nos inspiraron ardorosas pasiones otoñales, esas que, a pesar de nuestros envejecidos cuerpos, encendieron el fuego pasional, estas últimas, fueron efímeras pasajeras en nuestras vidas, a las que nos entregamos sin reservas, conscientes de que serían nuestra última oportunidad para disfrutar los placeres de la carne.
Las peores pasiones otoñales (siempre dolorosas), son aquellas que no logran la conquista del ser amado, como lo describe el viejo maestro y compositor Pedro Flórez, en la voz de Daniel Santos: “Yo no he visto a Linda, parece mentira, tantas esperanzas que en su amor cifré / no le ha escrito a nadie, no dejó una huella, no se sabe de ella desde que se fue / sabrá Dios cuantos le estarán pintando ahora, pajaritos en el aire /Yo no he querido, ni podré querer a nadie con tan loco frenesí”.
Pasado el tiempo del romance y los ardores de la carne, en el despecho, con cabeza fría, es fácil arrepentirse de aquellos momentos de pasión, como cantó Mario Bustos acompañado de la orquesta de juan D´Arienzo, “La bruja”: “Ahogando ese grito que sube del pecho, y llega a los labios cargao de rencor, yo vuelvo a tu lado, atadas las manos, para decirte que todo acabó” , “Y que hoy como nunca mirándote cerca, te veo, realmente así como sos/ La bruja, que ayer fuera reina de todo mi ser, hoy, roto el encanto, no es más que mujer/ La bruja, montón de caprichos que me esclavizó, hoy es un paisaje, cubierto de horror”.
Un amante arrepentido de haber sido explotado por estar de lujurioso, puede cantar como Carlos Gardel en “Chorra”: “Por ser bueno me pusiste a la miseria, me dejaste en la palmera, me afanaste hasta el color, en seis meses me comiste el mercadito, la casilla de la feria, la ganchera, el mostrador, chorra, me robaste hasta el amor”, “Entre todos me pelaron con la cero, tu silueta fue el anzuelo, donde yo me fui a ensartar, en seis meses se tragaron vos, la viuda y el guerrero, lo que me costó diez años, de paciencia y de yugar”.
Para quién vuelva a ver la mujer de sus sueños juveniles, acabada por el licor y la vida desordenada, no hay mejor melodía que “Esta noche me emborracho” cantada por Gardel: “Sola, fané. Descangayada, la vi esta madrugada salir de un cabaret, flaca, dos cuartos de cogote, y una percha en el escote bajo la nuez, chueca, vestida de pebeta gozando y coqueteando su desnudez, parecía un gallo desplumao, mostrando al compadrear el cuero picoteao, yo que si cuando no aguanto más , al verla así rajé, pa´no llorar” , “Fiera venganza la del tiempo, que le hace ver deshecho lo que uno amó, este encuentro me ha hecho tanto mal, que si lo pienso más termino envenenao, esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamao, pa´ no pensar”.
Maravillosas mujeres, santas, escritoras, científicas, heroínas que combatieron a guerreros y villanos, o los acompañaron en sus gestas y batallas; algunas como la divina Helena, la mujer más hermosa del mundo antiguo, causante de la guerra entre griegos y troyanos; otras, resignadas y gentiles, como Penélope en su larga espera de Ulises. Mujeres que nos acompañan en todas las etapas de nuestra vida (salvo el caso de otros gustos sexuales), a ellas les cantó Vicente Fernández:” Las horas más hermosas de mi vida, las he pasado al lado de una dama”, “Mujeres, oh mujeres tan divinas /no queda otro camino que adorarlas”.
De manera sencillamente genial, Arjona cantó: “No sé quién las inventó, no sé quién nos hizo ese favor, tuvo que ser Dios / que vio al hombre tan solo y, sin dudar, lo pensó en dos, en dos/ Dicen que fue una costilla, hubiese dado mi columna vertebral por verlas andar / Después de hacer el amor y sin voltear, sin voltear, sin voltear”. “¿Por qué negar/ Que son lo mejor que se puso en este lugar?”
¿Qué dirán los racistas furibundos al saber que su abuela más remota era parecida a Francia Márquez?
“Nuestra ascendencia común a través de la Eva mitocondrial significa que nuestras diferencias genéticas son literalmente superficiales, que en el fondo. todos descendemos de la misma familia”. – Profesor asociado Edmund Abaka en las grandes civilizaciones de África (La Eva mitocondrial y el Homo sapiens en el gran valle del Rift de África).
Para demostrar la imbecilidad del racismo, recomiendo ver el video: The DNA journey de YouTube.
Hola apreciado Isdaen: mil gracias por su comentario, muy atinado como siempre. Mil saludos y bendiciones.
Saludos Danilo. Excelente escrito.
Respecto a la primera parte del escrito, la verdad no tenía idea de la «Eva Mitocondrial » , de la cual desciende todas las mitocondrias de la población mundial actual y es importante para la ciencia porque conocer los orígenes y llevar a cabo el recorrido evolutivo es primordial para entender muchas cosas con respecto a la genética y por ende el genoma humano, tema de actualidad y de realidad.
Con relación a la segunda parte de este mismo escrito, la mujer a lo largo de la historia ha jugado un papel fundamental en el desarrollo y progreso de la humanidad por su capacidad de ver las cosas de una manera diferente y complementaria para el hombre.
» Detrás de un gran hombre siempre ha existido una gran mujer» , frase que comparto plenamente ya que esta frase la asocio con el afán del hombre de demostrarle a su mujer que no fue un error el compartir con él, siendo un elemento motivador para el alcance de los proyectos propuestos.
Muy buena investigación.
Siga escribiendo Danilo.