El fracaso no es un muro que te detiene, es una puerta que te reta a abrirla, para descubrir la lección que esconde detrás. Aunque a menudo lo vemos como el enemigo, ¿y si te dijera que el fracaso es, en realidad, el maestro más sabio que tendrás en la vida?
Piensa en los grandes inventos, las historias de éxito que nos inspiran. ¿Sabías que Thomas Edison intentó más de mil veces antes de perfeccionar la bombilla? Cuando le preguntaron cómo se sentía al haber fallado tantas veces, respondió: «No fallé, solo descubrí mil maneras en las que no funciona.» Su genialidad no fue crear un invento, sino entender que cada error era una puerta hacia una nueva oportunidad.
Lo que te detiene ante el fracaso no es el acto en sí, sino el juicio que lo rodea. Te preocupas por lo que otros pensarán, por cómo se verá en tu currículum o, peor aún, por cómo te juzgarás a ti mismo. Pero aquí está el secreto: el fracaso no tiene el poder de definirte; eres tú quien decide si esa puerta queda cerrada o si la atraviesas para crecer.
¿Recuerdas cuando aprendiste a andar en bicicleta? Cada caída era una pequeña lección que te acercaba más al equilibrio. ¿Por qué no aplicar ese mismo principio ahora que has crecido?
El fracaso es democrático: no discrimina. Todos, desde empresarios hasta artistas, e incluso aquellos que parecen tener la vida «perfecta,» han fracasado. La diferencia está en cómo lo enfrentan: algunos se quedan paralizados frente a la puerta, mientras que otros la cruzan y se permiten aprender lo que hay al otro lado.
¿Cómo transformar el fracaso en una puerta hacia la maestría?
- Desdramatízalo: El fracaso no es el fin del mundo, aunque a veces lo parezca. Cada error es una oportunidad para aprender algo valioso.
- Reflexiona, pero no te obsesiones: Pregúntate, ¿qué salió mal? ¿Qué puedo hacer diferente? Pero no permitas que el análisis se convierta en autocrítica paralizante.
- Atrévete a intentarlo de nuevo: Cada nuevo intento tiene más probabilidades de éxito porque llevas contigo la experiencia del fracaso anterior.
El fracaso tiene un súper poder que pocos reconocen: te vuelve más humano. Te conecta con otros, porque todos, sin excepción, hemos pasado por ello. Compartir tus fracasos puede ser una forma de inspirar y animar a otros a intentarlo, a levantarse una vez más.
Así que la próxima vez que te enfrentes al temor al fracaso, visualiza esa puerta frente a ti. ¿Te atreverás a cruzarla? Quizás lo que creías un final sea, en realidad, el inicio de tu maestría personal.
Atrévete, porque al final, el fracaso no te define; lo hace la manera en que eliges enfrentarlo..
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CLAUDIA ESPERANZA CASTAÑO MONTOYA
Líder