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PolíticaGarrote, zanahoria y disciplina social

Garrote, zanahoria y disciplina social

Por LUIS GARCÍA QUIROGA

El pasado domingo cayó en fecha 17 de enero y mi cédula termina en 2 por lo cual debí renunciar a la invitación a conocer el emprendimiento turístico de mi amigo Jonás Ochoa en la finca Los Alpes. Le dije que, pese al pico y placa, estando la finca en la vía a Condina y siendo un lugar campestre, no tendría porqué auto restringirme. No obstante – agregué- debo tener disciplina social; y suspendimos la cita.

Traigo el tema a colación porque tanto en Pereira como en Dosquebradas, al paso que vamos y aun reconociendo el esfuerzo de los empresarios en el control de las medidas de bioseguridad, sigue siendo evidente la miedosa indisciplina social de mucha, pero mucha gente.

Con esas montoneras especialmente en las zonas más céntricas y barrios populares, no vamos a superar ni la velocidad ni los picos de contagio y tendremos una y otra vez nuevos confinamientos, toques de queda, más restricciones de movilidad, más contagiados, más ocupación hospitalaria, más negocios perjudicados, más crisis económica, más hambre y más muertos. Así no vamos a ningún Pereira.

No parece lejos el día (y quiero estar equivocado) en que las tensiones y malas energías entre el alcalde Maya y el gobernador Tamayo sean curadas por una obsidiana. Que la consigan y se pongan de acuerdo para diseñar un plan de acción de garrote y zanahoria. Así como suena. Por el bien de todos.

Recuerdo que a mediados de los años 90 el alcalde Juan Manuel Arango expidió un decreto obligando el uso del cinturón de seguridad. Confieso (debe estar en mi historial de Tránsito) que dos veces me tocó pagar multas. Me juré que nunca pagaría una tercera multa y desde entonces lo primero que hago es ponerme el cinturón de seguridad.

Así debería ser con el tapabocas, porque esto va para largo. Y que Aguas y Aguas ponga lavaderos de manos estratégicamente ubicados en sitios públicos. Y que piquetes de policías dispersen a todos esos vagos que hacen montoneras en las esquinas. Y que la Secretaría de Salud endurezca la vigilancia que viene haciendo en los supermercados. Y que por atentar contra las vidas de los demás, metan a la cárcel a los que impunemente hacen fiestas clandestinas en casas campestres. 

Que nuestras autoridades y sus asesores generen ideas y le pongan músculo a la imaginación para hacer algo más que decretos de toques de queda. Ya lo dijo Einstein: Si siempre haces lo mismo, el resultado no puede ser diferente.

Los médicos están alarmados con la velocidad del contagio y la manera como tanta gente contagia a otros tantos sin las mínimas medidas de bioseguridad. Hasta los más liberales defensores de la libertad individual creemos que está llegada la hora de hacer respetar en serio el sagrado derecho a las vidas de los demás. Cuando toca, toca.

Si queremos doblarle el cuello al virus, será necesario caer en cuenta que, si las personas tenemos responsabilidades de auto cuidado, las autoridades tienen en la protección del interés común, la obligación constitucional de proteger las vidas de los asociados con medidas que vayan más allá de los ruegos inútiles de autocuidado y de la frágil responsabilidad individual.

En Colombia el problema es aún más crítico dadas la crisis del sistema de salud y la confusión en que nos tiene el gobierno en relación con la retrasada vacuna.

Para colmo de males y confusiones, el doctor Sergio Isaza, Presidente de la Federación Médica Colombiana dijo ayer en El Tiempo, que el gobierno no da respuesta a la propuesta : “…de actividad permanente y fuerte de equipos de salud pública que hagan atención primaria consistente en la realización de pruebas para hacer seguimiento a quienes resulten positivos y a sus contactos con el fin de establecer los cercos epidemiológicos específicos que deberían ser rigurosamente vigilados y controlados, para mencionarle solamente una de ellas. Hemos preguntado por qué no se hacen la cantidad permanente diaria de un mínimo de 50.000 pruebas, partiendo de que por cada resultado positivo se deben hacer 100 pruebas en la población en riesgo”.

Así las cosas, en ciudades como Pereira y Dosquebradas, no podemos seguir cada cual defendiendo lo suyo, buscando lo suyo y en el peor de los casos, haciendo de las suyas. Tal como está ocurriendo en esta pandemia en todo el planeta, en donde no parece haber poder humano capaz de disciplinar colectivamente y por su buena voluntad a quienes creen que, como no se sienten enfermos del Covid, ni contagian ni se van a morir.

Creen que eso les da licencia para violar el pico y cédula; para llevar el tapabocas como bufanda, para hacer rumbas clandestinas, para amontonarse en las esquinas a hablar paja, para irse a jugar fútbol y luego llegar a casa a matar a los “cuchos”. Lo que no les han dicho es que los científicos han identificado que la cepa del virus muta y mata, incluso a jóvenes y niños.

Hay que decirlo duro, pero con respeto: Detestamos el autoritarismo, pero cada vez creemos que, en aras de las circunstancias, a nuestros gobernantes les hace falta más imaginación, más determinación y más autoridad.

2 COMENTARIOS

  1. Qué buen comentario Luis, tienes toda la razón pues con tanta indisciplina ni las vacunas servirán. Un abrazo.

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