Por VICENTE ZULUAGA RAMIREZ
A pesar de todos los descalabros que hemos tenido que sufrir todavía podemos registrar algunas cosas maravillosas:
1. La sonrisa y el abrazo de un niño. Quién no se estremece de felicidad cuando un niño, no importa si es propio o ajeno, nos regala un beso o un abrazo o una tierna sonrisa, sin ningún interés distinto de despertar, como si adivinaran, una admiración.
2. Los maravillosos inventos del hombre, desde tiempos olvidados hasta la actualidad. El desconcertante funcionamiento de un reloj o de un teléfono o de la radio o de las aeronaves que se sostienen en el aire.
3. El sol, la luna y las estrellas, por encima de nosotros todo el tempo, sin que a alguien se le ocurra temer el desplome.
4. El inmenso placer de escuchar una canción o una hermosa melodía.
5. La alegría de recordar sin esfuerzo los episodios más lindos de la vida como el nacimiento de un hijo, un título profesional, un golpe de suerte y tantos otros.
6. El amor sin hipocresía, sin egoísmos, sin tacañería, con sincera expresión, con entrega desinteresada en todo momento.
7. La solidaridad sin distingo de edad, sexo, posición social o económica o intelectual, sin mirar a quien.
8. La belleza de la naturaleza, los árboles, los ríos, las flores, las montañas, el amanecer, el día y la noche, el arco iris.
9. La variedad de las frutas y sus exquisitos sabores.
10. La especie animal y el canto de las aves.
11. La verdad, la fidelidad, la felicidad.
12. El ser humano, a pesar de sus imperfecciones, la vida.
La vida, prioridad suprema del hombre, aunque la indisciplina social, en este período, parece contradecir una idea fundamental para la supervivencia de la especie y el sentido de alteridad que deberíamos privilegiar.