¿Por qué ser optimistas?

Por FABIO OLMEDO PALACIO

Hellen Keller, escritora y conferencista mundial, quedó sorda y ciega a los 19 meses de edad debido a una enfermedad, aun así, se graduó con honores en 1904 y se convirtió en una de las mujeres más influyentes y famosas de su época. Decía ella: “El optimismo es la fe que conduce al logro, nada puede hacerse sin esperanza”. Igualmente, William James, considerado el hombre más inteligente del mundo, con un coeficiente intelectual que hoy nadie ha superado, sostenía: “el pesimismo lleva a la debilidad y el optimismo lleva al poder”. Las investigaciones demuestran, que las personas optimistas sufren menos, son menos depresivas, se enferman poco. El optimista tiene un talento especial para enfrentarse a los problemas y favorece el rendimiento académico y deportivo. Igualmente activan respuestas orientadas a resolver problemas, tienen una predisposición a obtener resultados positivos en sus vidas, se sienten más capaces, con más control y probabilidad de éxito. El optimista pone la causa de su evento negativo en algo pasajero y puntual “mañana será otro día”. Ser optimista es una actitud frente a la vida, las circunstancias, los hechos o cualquier otro aspecto frente a una incertidumbre. Se piensa de forma positiva y se cree que las cosas saldrán bien.

Wikipedia, define el pesimismo como: “un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana”. Los pesimistas piensan más en sus emociones negativas, el pesimista huye del problema, esconde la cabeza en la arena como el avestruz. Una frase anónima muy famosa, recoge lo que piensa un pesimista “pídele dinero prestado a un pesimista porque no esperara a que se lo devuelva”. Paulo Coelho anotaba muy acertadamente: “Optimistas y Pesimistas morirán de todos modos, pero habrán vivido de manera totalmente distinta”

Algunos dirán que este año fue muy duro, otros diremos que fue de grandes enseñanzas, algunos dirán que es un año para olvidar, diré que es para recordar, para otros fue un año desastroso, diré que fue el año que más me enseñó en la vida. Es cierto, se perdieron muchas vidas y seres queridos que extrañaremos por siempre, millones de empleos desparecieron, muchos sueños frustrados, pero el mejor homenaje que podemos hacerle a todos éllos, es ser optimistas y enfrentar el futuro de la mejor manera, es lo mínimo que esperan de nosotros o nos vamos a dejar devorar de esa bestia que todos tenemos por dentro y que vive de nuestras lágrimas y fracasos.

En este momento no se trata del gobierno o si somos de tal o cuál ideología, credo religioso o estatus social, se trata es de nosotros, de nuestras familias, de nuestros sueños, de nuestro país, de lo que heredamos de nuestros mayores, de si seremos capaces de volver a levantarnos como lo hemos hecho en otros momentos de nuestra historia, ésta no será la última prueba que nos deparará el destino, ni la más dura. Colombia entera se tiene que levantar y permanecer de pie frente la adversidad como lo hicieron nuestros mayores. Creo firmemente, que tenemos un gran compromiso con todas las víctimas de la pandemia, con los que perdieron sus empleos, con los empresarios y los emprendedores que aplazaron sus sueños, con los profesionales de la salud y los miles de trabajadores y voluntarios que permitieron que hoy estemos vivos para seguir adelante, se la debemos toda, no seamos inferiores a ese compromiso. Winston Churchill decía: “un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad y un optimista ve la oportunidad en cada dificultad”. Para adelante, sin tregua y con paso de vencedores.