Por Ernesto Zuluaga Ramírez
Discrepar, disentir o criticar al gobierno son en Colombia actitudes peligrosas que atizan fuegos y encienden hogueras. Es innegable que la nación vive un momento de extrema polarización en el que la objetividad ha desaparecido casi por completo y casi todos hemos sido atrapados paulatinamente por el histórico encasillamiento del oro y la escoria. O somos partidarios seguidores y ciegos obsecuentes del gobierno de turno o simplemente mamertos guerrilleros propulsores de la anarquía. No solo no hay puntos intermedios sino que basta una simple opinión para quedar señalado: amigo o enemigo. Los fanatismos nos han llevado a creer que solo hay dos opciones: o se es una cosa o la otra. No comprendemos que “oro” no es nadie y que estamos repitiendo actitudes históricamente repudiadas.
Entre 1950 y 1956 los Estados Unidos vivieron una época oscura con lo que se denominó el “macartismo”, una brutal persecución en la que se hacían acusaciones de deslealtad, subversión o traición a la patria sin el debido acato a un proceso legal y justo donde se respetaran los derechos del acusado y en las que se llegaba a rápidas e interesadas condenas. Nada diferente a la cacería de brujas medieval en la que los dueños del poder (la iglesia católica especialmente) fabricaron una absurda y mezquina trama para asesinar a todos aquellos que pudieran significar una amenaza para la prevalencia del régimen o simplemente que pensaran diferente.
No soy oro y tampoco escoria y debo advertirlo para adelantarme a los juicios que recibiré al ejercer mi libre albedrío de opinar —con mi propia y subjetiva objetividad— sobre el actual gobierno.
Pocas veces hemos tenido un gobernante tan vano. Otros han sido perversos, manipuladores y corruptos (para tranquilidad de los que le echan la culpa a los anteriores) pero ninguno tan falto de sustancia y entidad. Arribamos a la mitad del período del gobierno de Duque y la sensación primaria es que somos un barco a la deriva y sin timón. No hay norte. Nunca lo ha habido. Ninguno de los graves problemas del país está en vía de resolverse y aunque la historia intentará disculparlo por las aterradoras consecuencias de la pandemia no será suficiente para salvarlo del naufragio.
La ausencia casi absoluta de liderazgo contagió al mediocre Congreso de la República a una desidia sin antecedentes. Ningún proyecto de reforma importante y trascendente transita por su agenda y en la peor crisis —quizás— de nuestra historia, no hemos presenciado un adecuado control político y ni tan siquiera la más mínima discusión sobre la explosión de decretos legislativos que al amparo de la emergencia dictó el gobierno en clara usurpación de sus funciones con licencia constitucional.
Las relaciones con la otra rama, la judicial, lejos de mejorar transitan por los linderos de la confrontación. La mediocridad y la corrupción en las cortes no son excusa para enfrentarlas y no es cazándoles la pelea como se resuelve el conflicto. Obviamente el país no puede esperar fallos revanchistas pero es innegable que el ánimo de los togados no será el mejor a la hora de revisar los temas que les conciernen y sobra advertir que ellos también son seres humanos con afectos y defectos.
En próxima entrega adelantaré un análisis pormenorizado de las acciones del gobierno, pero por ahora puedo concluir que con el sol a las espaldas a Duque se le escapó su mandato como agua entre los dedos y que en los dos años que le restan las cosas irán aún peor teniendo en cuenta la inmensa cuenta de cobro que nos pasará el COVID19 y que el último año será casi exclusivo para los intereses electorales.
Publicado simultáneamente en El Diario y en El Opinadero, previa autorización expresa del autor.
Objetiva columna.
La frase dice: » Por sus obras los conoceréis».
Duque y sus obras siniestras:
>Gobernar para un partido politico y lider guerrerista. ( Uribe).
> Discurso falacioso: nada de ejecuciones reales a las planteadas en sus retóricas de candidato presidencial.
>Deterioro de la confianza : corrupción en todos los estamentos gubernamentales.
>Intensificación del conflicto: masacres perfectas.
>Desigualdad: amplia la brecha entre pobres y ricos ( complaciente con los últimos)..
> Retroceso : social.
> Intromicion en problemas externos , sin resolver los propios.
> Ausente de la realidad social.
Objetiva columna.
La frase dice: » Por sus obras los conoceréis».
Duque y sus obras siniestras:
>Gobernar para un partido politico y lider guerrerista. ( Uribe).
> Discurso falacioso: nada de ejecuciones reales a las planteadas en sus retóricas de candidato presidencial.
>Deterioro de la confianza : corrupción en todos los estamentos gubernamentales.
>Intensificación del conflicto: masacres perfectas.
>Desigualdad: amplia la brecha entre pobres y ricos ( complaciente con los últimos)..
> Retroceso
Algunos aciertos y otros desaciertos, como siempre de Ernesto. Critica a Duque porque en la pandemia decreto un impuesto del 20% sobre las pensiones a personal que ha militado en la política. Cierto, muy oneroso, pero no es la mayoría de las decisiones. Como desprenderse de una animadversión personal y pasar a los terrenos de la objetividad, cuando involucra una decisión que lo perjudica? Tampoco es cierto, que los que defendemos los valores democráticos, estigmaticemos a todos por pensar diferente. Solo llamamos mamertos, a todos aquellos que se inclinan por ideas populistas, e incentivan al odio de clases, con artículos de este tipo de ideología. En cambio, si ellos, los mamertos, nos endilgan calificativos como «paracos, guerreristas y amantes del conflicto», porque advertimos de los peligros de una desenfrenada oposición, que no tramitan nada, por el solo hecho de trabar cuanta propuesta presenta este gobierno, buscando mejorar los problemas de esta nación. Han sido innumerables proyectos dele que se han hundido, por el solo hecho de oponerse políticamente. Eso si da vergüenza. Estamos desacuerdo en que el Presidente se ha equivocado en su falta de liderazgo, que no ha cumplido las promesa de gobierno, en muchos sentidos, como el poner orden frente a ese muy mal acuerdo de paz, que de acuerdo no tiene nada y mucho menos de paz. Por querer agradar a Tirios y Troyanos, ha perdido toda la gobernavilidad. Por mas que quiera agradarle a los partidos de izquierda, ellos JAMAS se lo van reconocer y en cambio si, se aleja cada día mas de quienes lo elegimos.
Sobre este tema hay mucha tela de donde cortar y sustentar, pero el espacio es corto. Concluyo: No todo lo que piensa un columnista de opinión, quiere decir que sea cierto. El ser humano siempre acomoda la información, a como más le conviene, para sus interés políticos y económicos.
Buen articulo sr Ernesto, palabras y análisis apropiados para este mal presidente, el cual goza de no tener carácter.
Lamentablemente es hoy el presidente de colombia, Dios quiera se ilumine en estos dos años que le faltan para terminar su periodo y corrija sus dos años anteriores, aún con su propia bancada en contra.
Me parece un artículo bien aterrizado del cual, que advierte acerca de lo que nos espera si el gobernante de turno no endereza la marcha de su gobierno.