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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLa Mente Pacífica

La Mente Pacífica

La paz desde un discurso reduccionista y simple podría entenderse como la ausencia de violencia, sin embargo, es un valor intangible de la sociedad que solamente se puede conocer cuando se vive, se siente y cuando se actúa en medio de un ambiente pacífico. Aunque se trate de analizar de forma objetiva, las personas la entenderán de forma diferente; algunos como yo pensaremos en el silencio absoluto rodeado de naturaleza, respirando aire limpio, otros sentirán la paz en la algarabía de la fiesta y en la felicidad del encuentro. La paz no es una sola cosa, tampoco es un discurso uniforme hecho estándar para toda una sociedad. A Pablo Morillo en 1815 se le llamó el pacificador y se le envió a reconquistar a Colombia mediante el llamado «régimen del terror», entonces en nombre de la paz puede aparecer la injusticia porque hay quienes tienen paz sometiendo a otros, porque la encuentran en el control de lo externo y en la anarquía de su interior, imponiendo sus ideologías para que sean absolutas y dominantes, porque solo así se sienten seguros.

La sociedad se podrá equivocar tratando de definir la paz, pero la naturaleza siempre actuará de forma positiva frente a ella y la leerá desde el conjunto de fenómenos que le preceden. Por ejemplo, el cerebro pacífico vibra en ondas Alpha entre 8 y 14 Hz para estados de relajación, calma; ondas delta entre 1 y4 Hz sueño profundo y theta entre 4 y 8 Hz estado meditativo, calma profunda e incluso estados de sueño despierto. Así nuestro cerebro tiene su propia paz.

Con este comportamiento eléctrico del cerebro, se segregan hormonas de bienestar, otorgándonos como premio largos años de vida, salud, juventud, simpatía y empatía, conexión con la naturaleza y sabiduría para calmar las tormentas emocionales de las corrientes desordenadas de pensamiento.

Otro ejemplo en el campo del arte es la armonía en la cual el artista logra combinar múltiples sonidos procedentes de diversos instrumentos musicales que se escuchan como si fuese uno solo. El artista no solo tolera, respeta y comprende la diferencia de cada instrumento, sino que lo valora y lo convierte en algo único, original, valioso, superior al sonido de un solo instrumento.

Así mismo el líder nunca fija la atención en la diferencia, porque está hace parte de la naturaleza. La mente pacífica siempre aprende de la palabra sea facilitadora u  opositora. Aprende  a pedir perdón no sólo por sus errores si sino por sus omisiones, pero además aprende de ellos.

 La mente pacífica saber responder aquello cuya naturaleza le compromete, se conecta con el amor, no solamente de la forma sencilla de amar a quienes le adulan o le ofrecen algo, sino que puede amar de la forma compleja, es decir sin esperar nada cambio, sin pretender controlar, sin la ansiedad de la ausencia ni el deseo de que el ser amado actúe bajo el mando del capricho propio, ni construyendo cárceles invisibles para encerrar a su amor. La mente pacífica tiene esa capacidad de conectar “de corazón a corazón” desde su diferencia con las personas, los objetos, la naturaleza; entregándoles de forma generosa las vibraciones, los pensamientos, las acciones y las palabras que faciliten la construcción en lugar de la destrucción, el crecimiento en lugar del decrecimiento, la buena imagen en lugar del desprestigio, la seguridad en lugar del malestar y la armonía en lugar de la incomodidad propiciada por el odio.

Pero no es muy fácil acostumbrarse a la paz, esto requiere el sometimiento del ego, la lucha contra su estructura paradigmática y por ende de su propia historia. Es urgente hacerlo inmediatamente se abre la conciencia, antes de que nuestro ser pierda la cordura y crea que la paz se construye en la libertad de hacer lo que afecta a otros, antes de que la violencia se convierta en un estilo de vida.

Porque la violencia no sólo está en actos de agresión física; existen símbolos que agreden, palabras que ofenden, dominios que limitan el potencial y cercenan la paz de los demás. Nadie escapa esta historia de violencia si no lo desea desde su corazón y si no lo intenta. Así como ni debajo de las piedras nos podemos esconder de nuestra propia conciencia.

Quien guarda odio en su corazón hace de su mente el arca donde habitan y se refugian sus enemigos, sinembargo la paz es posible. Si hay paz en el corazón humano, habrá paz en el seno de la sociedad y esto se notará en la pureza y la alegría de la mirada de los seres más vulnerables los niños, los ancianos, los animales y en el florecimiento de las plantas porque la paz que es armonía y desarrollo nace en el interior de los seres humanos.

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