Son varios los años que cumple la discusión sobre la regulación de las actividades sexuales pagas en el país, sin que exista claridad o avance hacia la configuración de una política pública. Los diálogos se han convertido en polémicas difíciles de conciliar, debido a los enfoques contrapuestos de corte prohibicionista, abolicionista, reglamentarista o de revictimización hacia las mujeres involucradas.
En 2023, los congresistas del partido Comunes radicaron un proyecto de ley titulado “El trabajo sexual es trabajo”. Durante el año pasado se conformaron mesas de trabajo con múltiples reuniones y la participación de los ministerios de Igualdad y de Trabajo, con el propósito de dar a conocer la propuesta gubernamental para regular una actividad que algunas organizaciones consideran explotación sexual, y no un empleo legítimo.
Sin embargo, la dirigente de la Fundación Empodérame expresó su sorpresa “al ver cómo el Gobierno lidera un espacio en donde quienes toman las decisiones no son los directamente afectados”, refiriéndose a los propietarios de establecimientos que ofrecen “servicios sexuales”. Frente a ello, la directora de Actividades Sexuales Pagas (ASP) del Viceministerio de Igualdad aclaró que tal afirmación es infundada, pues el enfoque de la entidad se centra en los derechos fundamentales de las personas trabajadoras, la libre circulación, la voluntad, la no discriminación y el respeto a la dignidad humana. Subrayó, además, que esto no se relaciona con la trata de personas, delito grave que el Estado debe combatir.
Explicó que desde la ASP “no se promociona el trabajo sexual (…). Nuestro eje está en garantizar la vida, la salud y el trabajo, además de crear centros de atención integral en distintas regiones del país”.
Por su parte, la Red Abolicionista de Medellín, en una carta enviada a la vicepresidenta Francia Márquez en 2024, pidió suspender las acciones institucionales que considera dañinas y revictimizantes para las mujeres sobrevivientes de la prostitución. Señaló: “Nuestra lucha no es contra las mujeres, sino contra quienes pretenden beneficiarse de estas prácticas. El foco debe estar en quienes las consumen: no hay oferta sin demanda”.
En esa misma línea, diversas voces sostienen que la prostitución, ya sea por necesidad, placer o como “profesión”, degrada la dignidad humana, pues implica la venta o alquiler del cuerpo con fines sexuales. De hecho, uno de los peores insultos en la cultura popular, “hijo de p…”, refleja el desdén biológico y social hacia la condición de la mujer que ejerce la prostitución. Este estigma continúa alimentando el debate entre la defensa del honor femenino y la exaltación de la prostitución como una “labor” mediada por el pago. La discusión oscila entre concepciones morales, éticas y de derechos.
Independientemente de los matices ideológicos, la Corte Constitucional, mediante la sentencia T-594 de 2016, estableció que la prostitución no constituye delito y que quienes la ejercen gozan de derechos fundamentales como la libre circulación y la no discriminación. También reconoció su especial vulnerabilidad, que amerita medidas de protección. En dicha tutela, la Corte señaló que “históricamente la prostitución ha tenido una cara visiblemente más femenina, pues son las mujeres quienes han sido excluidas de la sociedad por ejercer una actividad irregular y vergonzante”. No obstante, recordó que, si bien esta práctica está permitida y regulada, el Estado tiene el deber de prevenirla, reducir sus efectos nocivos y facilitar la rehabilitación de las personas involucradas.
Antes se decía que la prostitución era “el oficio más antiguo del mundo” y un “mal necesario”. Hoy, en tiempos de posmodernidad y avances tecnológicos, el debate se redefine desde la lucha por la equidad, la no discriminación y el reconocimiento de derechos humanos. La discusión, que parece interminable, incluye también la participación de hombres y de diversas orientaciones sexuales, pues la cuestión trasciende el género y se inserta en las dimensiones cultural, política y social. En última instancia, el tema del trabajo sexual se ha convertido en una problemática ideológica y de Estado.



Buen día Don Jaime. Gran escrito.
» Cuando la necesidad apreta el orgullo afloja» dicen por ahí. El tema es muy espinoso y mí postura va más allá de este trabajo y es lo tenebroso que arrastra esta labor y son los proxenetas ya para nadie es un secreto de acuerdo a informes gubernamentales que son muchas las mujeres y hombres obligados a trabajar sexualmente.
El tema es delicado porque abre la puerta al proxenetismo y a la esclavitud sexual. Es bueno preguntarle a las trabajadoras sexuales que opinan al respecto.
Prostitutas por gusto siempre van a existir pero pavimentar los caminos no me parece. En fin, es un tema gris que necesita muchas miradas para encontrar puntos de convergencia.
Feliz día.