Cada ser humano es único pero igual a todos los demás en el desarrollo evolutivo como especie. ¿Es contradictoria esta afirmación? Claro que no. El reconocimiento de la singularidad individual dentro de las comunidades en que el Homo sapiens se agrupa para la supervivencia es lo que ha permitido grandes avances en lo que tiene que ver con el respeto a la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos integrantes de los países y de la civilización global. El aspecto al cual quiero hacer referencia es la igualdad de todos los sujetos humanos. El reconocido naturalista inglés Charles Darwin (1809 – 1882), en su obra El origen de las especies, después de un estudio minucioso sobre el hábitat de muchos animales en diferentes partes del mundo plantea que los humanos y otras especies tienen un ancestro común y la evolución que han tenido a lo largo del tiempo les ha permitido a los individuos ir perfeccionando características que posibilitan adaptarse exitosamente a las cambiantes situaciones medioambientales. No obstante, el geólogo y paleontólogo estadounidense Stephen Jay Gould (1941 – 2002) propone una alternativa al recorrido evolutivo: para él, este proceso no es algo lineal; más bien es contingente y está influenciado por factores aleatorios y no deterministas, lo que puede producir resultados diferentes en momentos y lugares determinados. Su teoría del equilibrio puntuado e intermitente propone que hay períodos breves en la evolución en que se crean nuevas especies (y no individuos) que son las que pueden alcanzar el éxito evolutivo.
Por su parte, el filósofo y lingüista norteamericano Noam Chomsky (1928 – ), uno de los pensadores que más ha tratado de dilucidar esta capacidad gregaria humana, dice que es el desarrollo de un lenguaje complejo y abstracto lo que ha facultado la construcción de una gramática universal que subyace a todos los lenguajes humanos. El psicólogo y lingüista canadiense Steven Pinker (1954 -) ha ampliado este concepto desde el punto de vista de la psicología cognitiva y en su libro Cómo funciona la mente propone que las capacidades desplegadas por el cerebro humano son el resultado de dos componentes esenciales: la evolución y la cultura. Los conceptos mencionados explican a la luz de la ciencia el proceso evolutivo que hace iguales a todos los integrantes de la especie humana, pero también es responsable de una característica esencial: la singularidad personal.
Lo que hace único a un individuo es su capacidad para introyectar los imperativos sociales, y a partir de ellos construir una forma particular de relacionarse consigo mismo y con los demás. El mayor desarrollo de esta capacidad es lo que permite la construcción de un ser humano que ejerce su libertad y es crítico respecto a la manera como la cultura imperante trata de cosificar, negar, discriminar y estigmatizar a quien cuestiona esquemas hegemónicos a nivel global. Respetar la singularidad del individuo como parte de los elementos comunes que caracterizan el desarrollo evolutivo humano es el gran reto de la civilización actual.