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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadMás de una hora "varado" el Megacable

Más de una hora «varado» el Megacable

  • Pasajera hipertensa entrega su testimonio
  • No activaron planes de contingencia

Al filo del mediodía del jueves 7 de julio, Solángel López Ríos salió de su trabajo en la Universidad Tecnológica de Pereira y abordó la cabina número 39 del cable aéreo con destino a la estación parque Olaya y posteriormente a la casa de su madre, en la urbanización Jardines de Milán en Dosquebradas, pero cuando estaba a punto de llegar a su destino sintió un cimbronazo como si el cable tensor se hubiera reventado.  La cabina se sacudió a lado y lado mientras Solángel trataba de agarrarse a un tubo que sirve de descansabrazos en una de las esquinas de la canasta, hasta que finalmente se detuvo y quedó suspendida en el aire…situación que debió vivir por espacio de una hora y cinco minutos.

Solángel es mi esposa, por eso lo narro en primera persona. Ella está acostumbrada a viajar en el Megacable, sistema inaugurado en agosto de 2021 por el alcalde de Pereira, Carlos Alberto Maya.  En cada desplazamiento camino a casa o rumbo al trabajo, disfruta desde la altura el bello paisaje que recorre a bordo de una de las 48 cabinas, y en ocasiones, hace gala de su serenidad para infundirle tranquilidad a uno que otro pasajero, generalmente estudiantes o turistas, que se estresan en las alturas y sienten miedo a lo desconocido.  Sin embargo, en esta ocasión, Solángel vivió una amarga experiencia. 

Viajaba sola, en una cabina con capacidad para 10 personas y sus primeros sentimientos cuando la cabina se detuvo abruptamente fueron de impotencia, desconocía lo que ocurría y desde el mando central nadie se comunicaba para tranquilizarla. 

Es como si Megabús, empresa que opera el Megacable  no tuviera diseñado un plan de contingencia para tomar acciones preventivas en caso de presentarse un evento como el ocurrido este jueves al mediodía.  No es la primera vez que el sistema se paraliza.  Sucede con alguna frecuencia, generalmente por alguna interrupción del fluido eléctrico, o en medio de una tormenta, o por el acceso o el descenso de algún pasajero en discapacidad o movilidad reducida.  Pero en estos casos las emergencias tardan poco en superarse y a los pocos minutos, los pasajeros continúan el recorrido sin novedad.   

Esta vez fue todo lo contrario.  Mi esposa se vio sola a una altura de más de 40 metros, rompió en llanto, tomó su teléfono celular y me llamó clamando por auxilio.  Yo me encontraba a menos de 150 metros de distancia de la estación del Megacable, en la Asamblea Departamental.  Salí sobresaltado y vi decenas de cabinas suspendidas en el aire, con personas que provenían de la comuna Villa Santana, o de la Universidad Tecnológica de Pereira o de la terminal de Transportes.  En la estación todo era confusión. Nadie sabía lo que estaba sucediendo.  Inclusive, los pasajeros hacían fila en espera de abordar la siguiente cabina.  Pero yo ya había hablado con mi esposa y conocía su sufrimiento, que seguramente era el mismo de muchos otros.   Nadie sabía los motivos de la “varada” ni cuánto habría de tardar el servicio en reanudarse.  Salvo un empleado del Megacable apostado al pie del torniquete, quien me dijo que, al parecer, un niño habría intentado sacar el pie por una de las puertas, activando el sensor que hizo detener el sistema.  Para infundirle la calma que yo mismo no alcanzaba, la puse en comunicación con el trabajador de la estación quien la animó a permanecer tranquilo y prometiéndole que en minutos se reanudaría la marcha.  Una hora y cinco minutos más tarde, la máquina entró nuevamente en funcionamiento, las poleas se pusieron en movimiento y la cabina donde viajaba mi esposa llegó a la estación.

En tres años que presté mis servicios al cable aéreo como Comunicador Social conocí todos los sistemas similares en el país, todos vivieron sus propias contingencias, pero ninguno afrontó una “varada” tan prolongada con sus pasajeros a bordo y, estoy seguro, de haber ocurrido habrían obrado diferente.  Hay sistemas de comunicación con todas las cabinas dotados de audio y video, o al menos los había en el proyecto, y debe el operador tener previsto un Plan de Contingencia para evitar el pánico al interior de las cabinas, al igual que brigadas de primeros auxilios e incluso personal de rescate adscrito al cuerpo de bomberos en las estaciones, listo para actuar en caso de que sea necesario.  De lo contrario, estaríamos ante una grave improvisación que puede dar al traste con un bello proyecto de ciudad y a la larga amenazar con una tragedia, Dios no lo quiera.

LUIS FERNANDO CARDONA G.

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3 COMENTARIOS

  1. Muy dramática la experiencia vivida por tu esposa Solángel en el megacable, apreciado amigo Luis Fernando.
    Por fortuna no pasó a mayores.
    De tu narración de lo acaecido, del reclamo a los operadores y a los responsables de la seguridad de ese transporte masivo, del reclamo por la carencia de un plan maestro de contingencia y de las advertencias que de esta emergencia surgen para el actual gobierno local y para las futuras administraciones acerca de los riesgos que se corren si no se toman medidas más seguras, es de destacar que –no obstante el tremendo susto que se llevaron tú y ella– hiciste este artículo sin rabia ni resentimiento…; al fin y al cabo eres un periodista imparcial que cumple a cabalidad su oficio de comunicador.
    Cordial saludo.

  2. Cada vez nos sorprendemos con las improvisaciones de gobernantes que solo ven lo publico como algo muy de ellos, un negocio donde se invierte lo púbico pero se benefician solo los mismos de siempre.

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