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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Humor¡Miauuu! Decía la gata

¡Miauuu! Decía la gata

CONTRACRITICA Con Humor, Amor, y… Ardor

Por CARLOS ALBERTO CARDONA MONTOYA

No tengo nada contra las mascotas, animalitos preciosos que sirven de compañía y hacen cosas graciosas para divertirnos; defiendo la protección a los animales como seres vivientes, de hecho tengo una linda mascota, una hermosa piraña que nada graciosamente en la gigantesca pecera que tengo en la sala de mi casa, con ella juego todos los días, meto un dedo en el agua y lo deslizo alrededor de la pecera, ella nada velozmente en procura de atraparlo entre sus lindos dientecitos; hasta  ahora no lo ha logrado y por el momento, voy ganando,  con los dedos completos.

Lo que me mortifica de las mascotas es la distorsión que le han dado los animalistas a la idea de la mascota, que ya no es mascota, sino que ya es como si fueran humanos, las hacen parte de la familia, les hablan como si entendieran; y hasta  tienen grados de consanguinidad con la familia; en mi caso supe  que tengo dos hermanos gatos, cuatro primos perros y tres tías loras; lo cual explica  el porqué  en casa vivimos como perros y gatos; me negué rotundamente a aceptar en la familia un marranito chiquito, justo cuando un senador famoso ordenó que su mascota sería presidente de la república, así como cuando el emperador Calígula hizo nombrar a su caballo Incinatus  como cónsul de Roma.

Estoy en la obligación de explicar el origen de mi padecimiento por los gatos, se llama Ailurofobia, miedo desmedido e inexplicable por los gatos; cuando tengo un gato cerca, empiezo a sudar copiosamente, dificultad respiratoria, algunos temblores en las piernas y sensaciones de pánico horribles.

Siendo muy niño, en un hogar muy pobre, solo probábamos la carne cuando nos mordíamos la lengua; cuando nos servían la cena, casi siempre arroz con huevo y media tajada de plátano maduro, al preguntar qué pasó con la carne, mi abuela siempre contestaba, “Se la comió el gato”; desde entonces decidí ponerle apellido a la palabra gato, “Gato h.p.”

Contrario a mi fobia Ailurofóbica, mi esposa experimenta un amor desmedido por los gatos (Peludos que persiguen a mis otras mascotas, unos ratoncitos divinos que juegan por los rincones) ese trastorno llama Ailurofilia, amor o preferencia desmedida por los gatos, les tiene nombres estrambóticos; como “mi bebé”, “currumbis cumbis”, y a una gata ciega que se encontró en una esquina del barrio la bautizó “Ojitos lindos”.

Resulta insoportable vivir en una casa en donde hay afiches de gatos famosos: En la sala hay dos poster gigantes de  SI y AM  las gatas siamesas de la Dama y el Vagabundo;  en donde antes teníamos el sagrado corazón, el lugar lo ocupa Azrael, el gato de los pitufos, y frente a la pecera de “peluche” (Así se llama la piraña)  está majestuosa la imagen de Garfield en la amenazante escena del Gato con Botas. (Con razón el pescaito se mantiene arrecho mostrando los dientes).

Los promotores de la humanización de las mascotas piden respeto por los “sentimientos” de los bichitos, como si en las “cocorotas” de los peludos se produjeran representaciones mentales, procesos mentales superiores, les atribuyen el poder del pensamiento crítico como si pudieran darle significado a sus vidas, ¡Ñarreo, luego existo”! como decía René cuando fumaba mariguana.

En un largo vuelo entre Bogotá y Madrid, alguna vez me tocó compartir línea de sillas con dos señoras, una con pinta de ser mujer de clase encopetada y la otra con pinta de nueva rica, ambas llevaban, con autorización de la aerolínea, sendas gatas finas de pedegree; la rica fina llevaba una hermosa gata Bengalí con una pinta de leopardo increíble y la de cara de nueva rica llevaba una gata angora con una cola esponjosa  divina, la cercanía de esos peludos me puso nervioso por lo que pedí a la azafata con cara de gata, un somnífero para soportar el que sería un largo viaje.

“Zorombático” por efecto de la pepa, escuché que la rica “clasuda” le decía a su nueva amiga, “Mija, mi marido que viaja por toda Europa me trae una pomada maravillosa para limpiar las joyas cuando se manchan, quedan preciosas. – Y vos mija ¡Qué hacés con las joyas cuando se manchan?”¸ la care nueva rica respondió torciendo el pico hacia un lado: “Pues mija las botamos y compramos nuevas”.

Pudo ser por efecto del somnífero, pero mientras las dos loras “cotorriaban”, las dos gatas empezaron a hablar, y para mi sorpresa empecé a entender su conversación gatuna, tan frívola como la de sus dueñas

 – Hola   ¿Cómo te llamas? Yo soy Lulú

–Hola, me dicen “cucurrucucú”, y por lo que veo, creo que llevas una vida tan aburrida como la mía, ñau.

— Miuauu, ñau  rrrronnn, “ Una tiene que buscar aventuras con gatos, así como ellas lo hacen ( señalando con los bigotes a la rica fina que le llevaba sobre sus piernas), la semana pasada me volé por el tejado y encontré un gato roñoso, tuerto, pero qué macho, eso me dio como a rata en balde, como taladro en roca fina, como a zapato cagao, duro durísimo, fue poderoso.- y Vos ¿Te pegás también tus voladitas?.

— Ñau, reñau, Miauuu Miiiaauuu,  Solo una vez mija, con un gato persa que vive en mi casa,  muy elegante, me llevó a un desván forrado en satín y seda, tenía comida para gatos con sabor a ratón, me brindó una copa de champaña VEUVE CLICQUOT,  me recostó en un almohadón de terciopelo rojo, pasaba su naricita fría por todas mis partes más y menos peludas….”

-Reñauuuu, reñau reñau, divino divino, que historia más excitante”

— Miauuu miauu, hasta ahí todo bien, empezó a contarme la historia de su vida con pelos y señales, y cuando me tenía en lo más excitante, lista para la experiencia sexual más atrevida y fantástica de mi vida, llegó a la parte de la historia en la que ésta gorda hijueputa lo mando a capar”.

Juro que desperté gritando, el vuelo había terminado, ratifiqué mi fobia gatuna, pero reflexioné acerca de los mascoteros  que hablan de sentimientos, ¿Sera que tienen sentimientos cuando le mandan a cortar la cola al perrito? ¿Qué sentirán cuando hacen capar al macho pa que engorde?, ¿Pensarán en el maltrato animal cuando se están comiendo una chuleta? ¿Será que el pollito no siente dolor cuando lo despellejan para hacer el sancochito? ¿Pensarán en el maltrato animal cuando aplastan los zancuditos y mosquitos? ¿Qué sentirán cuando van a la droguería  a pedir un remedio para las ratas y les venden veneno?  ¡Eso las mata!

Anoche entré en confusión, habían despescuezado la gallina que teníamos como mascota hace muchos años, hicieron un sancocho mundial para celebrar mi cumpleaños, y cuando me estaba “ruñendo” la pechuga, tuve la extraña sensación de que me estaba comiendo a mi hermana.

Feliz semana

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