Semanas atrás se llevó a cabo una nueva edición del Pereira Music Fest (PMF), caracterizada por su brillantez y la numerosa asistencia de un público ávido de música clásica en sus distintas modalidades. El programa fue de gran calidad, con la participación de un magnífico coro, un selecto elenco de solistas de talla nacional e internacional, acompañados por la Banda Sinfónica de Pereira, la Filarmónica de la UTP y otras agrupaciones que, con su profesionalismo y repertorios, han venido consolidando este acontecimiento cultural que posiciona a Pereira y al Eje Cafetero como un centro de avanzada en el desarrollo del arte.
La dirección artística estuvo a cargo de los maestros Carlos Andrés Mejía y Antonio Adsuara, creadores de la entidad promotora Fractal Ensamble, pieza clave en la consolidación y proyección del festival.
La jurista Martha López, otra distinguida líder del certamen, afirmó que “realizar el sueño del PMF [es] como una nueva gestación cívica pereirana”, en consonancia con el legado de “nuestros ancestros”. Junto a ella, se debe destacar al grupo gestor conformado por ciudadanos como Jorge Enrique Giraldo y su esposa Carmen Astrid, Liliana Restrepo, Jaime Aristizábal, Carlos Varón y Nancy, Hernán Duque y Connie, Gloria Amparo Aguilar, Dionisio Arango y otras personalidades.
Este esfuerzo por elevar el espíritu y la imagen de la ciudad enfrentó, sin embargo, la ingratitud de quienes se comprometieron a respaldar con aportes y no cumplieron. ¡Qué frustración! Resulta inaudita la ausencia de las autoridades locales, que suelen jactarse de contar con Secretarías de Cultura sólidas y participativas, pero que brillaron por su falta de colaboración.
En contraste, en la capital, la música clásica prácticamente no existe, a diferencia de la música popular de amor y desamor que interpretan artistas como “El Charrito Negro”, seguida y valorada por buena parte de la población que, en su gusto y sentir, también la merece. No obstante, ello no justifica ignorar lo que los inolvidables Álvaro Castaño Castillo y su esposa Gloria Valencia llamaban a los oyentes de la HJCK: “la inmensa minoría”.
En el discurso de clausura, la doctora López, con una valentía que mereció prolongados aplausos, expresó con firmeza: “Extrañamos en este evento a la Alcaldía y al Departamento [este puso tantas condiciones para celebrar un convenio de apoyo, que lo hizo imposible] en esta gran gesta cívica cultural. Creímos que debían estar aquí y los invitamos, pero decidieron no asistir, tal vez porque no quisieron o porque pensaron que no podían, aunque sí podían. Seguramente, la importancia y la belleza de esta gesta cívica cultural los atraerá después, y aquí serán recibidos con alegría y cariño”.
Agregó: “Oímos voces que decían: CANCELEN EL FESTIVAL ESTE AÑO 2025. Fue entonces cuando NUESTRO ACORDE, ese acorde que conformamos todos, sonó con más fuerza: con los músicos, con el grupo gestor, con los empresarios, los aportantes y nuestro público. Y EMPEZÓ LA MÚSICA, ese lazo irrompible que nos une a todos, esa expresión humana que nos comunica con Dios a través de la alabanza, algo tan grande y maravilloso que trasciende todas las dificultades de la vida”.
“En el caso del Pereira Music Fest 2025, las dificultades no nos apagaron; por el contrario, nos encendieron e inspiraron con su belleza, que sin duda nos hace la vida mejor”.
Concluyó con esta invocación: “Amigos todos, sigamos cultivando nuestro ser, sigamos promoviendo la cultura, sigamos perteneciendo al Pereira Music Fest, sigamos transformando el mundo y sigamos juntos por la vida deleitándonos con la música”.
Los pereiranos auténticos no se amilanan: cumplen sus propósitos de ciudad, a pesar de los ausentes.