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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadNo le pegue a la negra

No le pegue a la negra

Preocupa la mala fama que los risaraldenses estamos ganando por casos de feminicidio reportados por Medicina Legal, los cuales superan las cifras de otras regiones del país.

Es todavía más inquietante si se tiene en cuenta que muchas mujeres no denuncian esperando que la ropa sucia se lave en casa. Las cifras oficiales son importantes porque son verdaderas, pero al igual que en otros casos como el de la inseguridad ciudadana, una cosa es la verdad y otra muy distinta es la realidad. Hay que entenderlo.

Cuando leo y veo noticias sobre tipos que golpean, maltratan, hieren y van al extremo de quitarle la vida a una mujer, siempre me pregunto: ¿Qué pasa por la cabeza de un hombrecito cuando comete el delito de feminicidio?

Conozco el caso de un tipo que está en la cárcel por golpear repetidamente a su pareja al punto de literalmente masacrarle el rostro y otras partes del cuerpo. Lo venía haciendo de tiempo atrás hasta que enhorabuena la familia le hizo ver a ella que debía tomar medidas porque el hombrecito la iba a matar.

Es una pena que un hombrecito tenga que ir a la cárcel para entender que la solución a la relación tóxica con su pareja se agrava con la violencia de género. Hay medios legales para lograrlo, siendo mejores los de la voluntad humana de buscar otro horizonte, aunque duela. Para razones el tiempo. Cueste lo que cueste.

Uso la palabra hombrecito porque es la mejor manera de describir a alguien que no se comporta como un verdadero hombre, como un caballero o como alguien que entienda la diferencia con la pareja es tratarla como tal. Que comprenda la dimensión de la palabra respeto y que, a una mujer, ni con el pétalo de una rosa.

Incluso si el agredido es él, siempre hay que entender que ella es un ser humano autónomo y que para pelear se necesitan dos. Que en alguna parte debe estar oculta la solución racional, blanda y suave, que es la que cuando todo pasa, nos hace sentir humanos, demasiado humano.

La única vez en mi vida que le pegué a una mujer lo hice para castigar a mi hija mayor cuando era una adolescente hace ya un cuarto de siglo. Mi testimonio si de algo sirve, es que -aunque fue un solo “correazo”- en su momento, me pareció necesario. Pero nunca olvido que me dolió más a mí, que a ella. Hoy utilizaría otras formas más persuasivas e idóneas.

El maltrato femenino está más atrás en la historia, tal como lo relata el Joe Arroyo “en los años 1.600 cuando el tirano mandó”.  Desde esos tiempos la mujer no tuvo derechos y su destino estaba en la cocina, tener hijos y obedecer al marido. A veces me pregunto cómo hizo la negra Guadalupe Zapata en 1863 para aparecer en los registros de la fundación de Pereira.

El feminicidio contemporáneo nos viene de la subcultura del machismo dominante decimonónico y de la primera mitad del siglo XX cuando los hombres borrachos llegaban a sus casas a darles a sus mujeres la pela del día. De niño recuerdo a los vecinos gritando del otro lado de las paredes: “Dele duro pa` que aprenda”. Nunca lo entendí.

No le pegue a la negra. Y si el lector tiene escondidos ímpetus machistas, agresivos con su pareja o con cualquier mujer, no olvide que la fórmula del comportamiento correcto de un verdadero hombre, sigue siendo la misma de todos los tiempos: ni con el pétalo de una rosa.

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