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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadNuestra Caja de Pandora

Nuestra Caja de Pandora

En la mitología griega existen historias fascinantes, llenas de mensajes, que pueden generar grandes enseñanzas. Una de ellas, sin lugar a dudas, es la conocida como «la Caja de Pandora», de la cual existen diferentes versiones.

Según cuenta la teoría griega, de la forma más aproximada, Prometeo era un titán amigo de la civilización humana, que robó el fuego del monte Olimpo y reveló su secreto a la humanidad. Como resultado de este acto, Zeus se sintió profundamente ofendido y elaboró su venganza para castigar a Prometeo, por lo cual ordenó a Hefesto, dios del fuego, que elaborara una estatua de una hermosa doncella, cuya belleza fuera similar a la de los inmortales y le diera vida.

Una vez terminada la obra maestra, los demás dioses también hicieron su aporte: Atenea le puso vestidura blanca y reluciente, velo, cinturón de oro y corona de flores frescas; Afrodita le otorgó el encanto amoroso, la gracia y la sensualidad; y Hermes, le dio el habla y la capacidad de sembrar mentiras, seducción y carácter inconstante.

Ya culminada la famosa creación, la llamó Pandora, y trasladó a tan hermosa virgen a la tierra de los mortales, donde todos quedaron estupefactos ante la presencia de tal belleza.

Con el tiempo, el hermano de Prometeo, llamado Epimeteo, se comprometió en nupcias con ella y como regalo de bodas Zeus le envió un presente que consistía en una jarra o ánfora, que más tarde se conocería como “La Caja de Pandora”.

Con anterioridad, Prometeo le había advertido a su ingenuo hermano que nunca recibiera ningún regalo del Olímpico Zeus, para que no ocasionara daño a la humanidad, advirtiéndole que debía rechazarlo, sin embargo, este lo recibió.

No se sabe realmente si fue Epimeteo o Pandora, quien por curiosidad o por ingenuidad, abrió la supuesta caja, y como resultado de este acto se liberaron de inmediato, con la velocidad de un rayo, todos los males sobre la tierra, y solamente quedó oculto en la caja el único estado de bondad, que era la esperanza, la cual terminó atrapada en la caja y no alcanzó a salir.

Este acto como tal trajo la desgracia a toda la humanidad, tanto en la tierra, como en el mar y el aire, desarrollándose enfermedades en el día y la noche, precipitando la muerte, acrecentando el sufrimiento en todos sus niveles, el vicio, la locura, la pobreza, la tristeza, el crimen y todos los males que jamás el hombre hubiera imaginado.

Aunque nos suene como fantasía, en este relato mitológico es interesante hacer una comparación entre la Caja de Pandora y lo que somos cada uno de nosotros como individuo, con nuestras virtudes y nuestros defectos, porque desafortunadamente en los tiempos que actualmente vivimos es más fácil que liberemos todo nuestro lado oscuro, que nuestro lado de luz.

El ser humano actual se siente agobiado por todo lo que está pasando en el mundo, por todo lo que lo rodea, por todas las influencias que a diario recibe por diferentes medios, y no hace sino guardar y guardar, para posteriormente replicar, e incluso, multiplicar todo ese lado negativo, que no quiere mostrar, guardándolo en lo más profundo como el secreto más valioso que no se puede compartir.

Sin embargo, en el momento menos esperado lo dejamos liberar, y de qué manera, generando consecuencias que de menor a mayor grado siempre están causando daño, primero que todo, a nosotros mismos, y en segunda instancia, a todos los que nos rodean, sin importar el tamaño del daño, ya que lo único que realmente importa es nuestra satisfacción y bienestar, por encima de cuántos podamos afectar y a qué costo.

Es aquí donde digo: ¿Somos una Caja de Pandora esperando simplemente a que se nos den las condiciones y el momento ideal, para dejar salir todo ese lado oscuro que todos poseemos y que muchos negamos tener, porque nos consideramos los mejores seres humanos existentes sobre la faz de la tierra?

Es una pregunta para que cada uno, de manera sincera consigo mismo, en nuestro interior la meditemos y la resolvamos, en el entendido de que hacia nuestro interior somos unos y hacia el exterior somos otros.

Esperemos que en estos tiempos actuales que vivimos, donde las perspectivas no son las mejores, la esperanza, así como en relato mítico, no se quede atrapada en la caja de nuestro espíritu y en esta ocasión pueda fluir con todo su esplendor.

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