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ActualidadPérdidas del sectario

Pérdidas del sectario

“Cuando le dieron el premio nobel a Camilo José Celá me pareció una solemne payasada y 40 años después, llegó a mis manos Mazurca para dos muertos. Un gran escritor y una persona extraña”

Santiago Gamboa

Cuando se es sesgado y sectario se pierden muchas y muy buenas oportunidades de trasegar la vida sin conocer otras opciones mucho más amplias y gratificantes que las que hemos cultivado con pasión pero sin atrevernos a mirar por fuera de esas pequeñas fronteras.

Un caso muy recurrente ocurre con la lectura. El sesgo empieza desde el autor. Vemos el nombre del autor para tomar la decisión de leer o no el libro. En mi caso debo admitir que hasta hace poco tiempo me ocurría con el premio nobel de literatura “Mario Varas Llosa”, únicamente por ser Vargas Llosa un renegado del también premio nobel “Gabriel García Márquez”. Decidí romper este estigma y la animadversión hacia Mario Vargas Llosa y leí con fascinación su último libro “Le dedico mi silencio”. Ya sin esa animadversión y levantado el velo que me impedía leer uno de los mejores escritores latinoamericanos, no solo aprendí de su lectura sobre la música peruana, sino que su cambio de mirada sobre el rol político al separase de la opinión de García Márquez no demeritó, al contrario reconocí su  gran talento literario.

Otro de los malos hábitos del sectario es que cree siempre tener la verdad. Mejor, la verdad absoluta, cree que su opinión es lo único cierto y es lo que cuenta. Cree ser tolerante, pero obra de otra manera. La política es su principal cantera de “argumentos” a propósito de cualquier cosa, sea de vital importancia o una simple banalidad. Si se es de izquierda, el contrario será de derecha y todas sus opiniones las considerará equivocadas y antidemocráticas. Por el contrario, si se es de derecha es el de izquierda el que está equivocado, lo único que cuenta es la opinión que no se contamine por los extremos de izquierda o de derecha. En cualquiera de estos tres casos estamos perdiendo opciones de ver el mundo en toda su magnitud. Al quitar estos sesgos y estas posiciones lejos de todo dogmatismo, podemos empezar a ver matices diferentes de todo es blanco o todo es negro. El mundo y sus posibilidades de abrir fronteras a otras formas de pensamiento permiten una mejor construcción del tejido social, minimizando la violencia en todas sus expresiones.

Ver el “contrario” con respeto es el camino para evitar confrontaciones innecesarias; leer sus escritos más allá del autor y el título, es el principio del cambio individual que cada uno debemos considerar si queremos dejar una mejor sociedad a las nuevas generaciones. No se trata de estar siempre de acuerdo en todo, se trata de poder disentir con argumentos, con el respeto y tolerancia por el contrario. De eso si trata la democracia.

JAIRO ARANGO GAVIRIA           

Diciembre 2023

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