Causa desazón y tristeza cuando al revisar fecha tras fecha las designaciones arbitrales para los partidos de los dos campeonatos de la Dimayor, la Liga A y el Torneo B, no se encuentra por lado alguno el nombre de un colegiado de Risaralda como juez central.
Apenas si aparecen John Aguilar y Mauricio Escobar como asistentes y el infaltable cuarto oficial cuando el juego es en Pereira. De resto nada. Y me refiero a nuestros silbatos, los que a punta de pito se formaron e hicieron en el fútbol del departamento, porque en la noche del martes que pasó apareció para el clásico Santa Fe vs Millonarios un Carlos Betancur de Risaralda. Pero éste es un vallecaucano que entró en conflicto con su colegio, renunció y se afilió desde enero a la Corporación de la calle 30 en Pereira para que no quedarse inactivo y desaparecer del escenario profesional.
Si se echa una rápida ojeada hacia atrás, encontramos que los últimos pitos risaraldenses que tuvieron ese privilegio en la Liga fueron Paulo César Gutiérrez y Oscar Orejuela, por allá en el 2016, según nos lo recuerda el instructor Raúl Rodríguez.
Ellos, dos promisorios árbitros que fueron los adelantados de una camada joven con muchas expectativas -con la cual aspirábamos a enterrar un nefasto pasado de escándalos que llevaron a la Comisión Arbitral a ‘borrarnos’ de las canchas-, lucían con todas las condiciones para consolidarse en el plano nacional. Pero, duraron poco. Tuvieron reiterativos desaciertos y por ello fueron descartados. Mucho les costó llegar, muy rápido se fueron.
El arbitraje en Risaralda ha padecido a lo largo de sus años de una suicida desunión. Hoy además de la Corporación, que cambio de nombre pues es la misma organización de todos los tiempos que antes funcionaba al abrigo de la Liga Risaraldense de Fútbol, se reconoce una nueva asociación: Academia de Árbitros de Risaralda registrada como tal desde el año 2013 pero que era el anterior colegio de Cuba que hizo tránsito a la oficialidad con la Corporación pero que se volvió a abrir por diferencias y disputas internas.
Desde los ‘años de upa’ con el reconocidísimo Guillermo ‘Chato’ Velásquez el arbitraje de Pereira y Risaralda no ha tenido una figura de su talla que luzca con sobrados méritos la escarapela FIFA. Julián Idárraga de Dosquebradas tenía todo el perfil para colocarse a su altura pero un cáncer le sacó ‘tarjeta roja’ a su vida. Harold Cardona se sostuvo por varios años pero le faltó el sello internacional.
Pero, más grave aún es que ya ni siquiera tengamos silbatos posicionados nacionalmente. Es que ni para el torneo de la B los tienen en cuenta.
Consultando fuentes me dicen que hay promisorios valores en la Corporación y en la Academia, pero… ¿cuánto tardarán en llegar y qué es lo que nos está faltando?. Acaso, ¿no hay calidad o será que no tenemos peso directivo?. Y esa división de siempre ¿también afectará?
Porque en este presente, lamentablemente el arbitraje risaraldense no existe para dirigir en el terreno central sino para correr con banderolas por los costados y ayudar a controlar los bancos de los equipos.
Publicada originalmente en http://www.blogdelasestadisticas.com/ y reproducida con previa autorización del autor.
Delicada denuncia pero muy importante.