Por: Martha Rotavista
Cuando era niña, recuerdo que mi mayor preocupación era jugar, entrar cuanto perro callejero veía a la casa sin que me regañaran y que mi mamá me contara cuentos…así pasó mi infancia y no me había dado cuenta lo afortunada que era. Mi papá (que fue mi abuelo), mis tíos y mis primos, me dieron todo el amor y respeto posible. Me ayudaban, creían en mí y jamás dudaron que llegaría a donde quisiera llegar, nunca abusaron de mí de ninguna manera, podía jugar al fútbol, con muñecas, con aviones o a lo que fuera, yo era su niña y por lo tanto, digna de todo respeto.
El caso fue que crecí…y como todas, creo que hemos pasado ratos malucos en los que nos sentimos hostigadas al pasar la calle cuando vemos un grupo de hombres y preferimos, en muchos casos, dar la vuelta, o cuando alguno de los que nos encontramos en el camino nos da uno de esos ‘piropos’ que causan entre asco y escozor.
No comulgo con la idea generalizada que todos los hombres son malos; de hecho como les conté, siempre me han rodeado hombres maravillosos de niña y ahora. Sin embargo, con lo que nunca estaré de acuerdo es que un niño que, como yo en mis tiempos, debía estar preocupado por ‘cosas de niño’, hoy tenga que asustarse por serlo.
Atrás quedaron las preocupaciones de esconderse en los descansos, de comprar los colores más bonitos, de rodar bien en la bicicleta, de tener los patines en línea y de tirarse en globo a la piscina…no, eso ‘pasó de moda’, ahora los niños parece que no pudieran vivir, más bien tienen qué preocuparse por no notarse mucho, por estar pegados de un adulto de confianza y por temerle a las autoridades, pero no por si hacen algo malo, sino porque quien nació para protegerlos es quien los violenta.
¡Me aterra porque no concibo ese miedo, no puedo imaginarlo, tampoco entenderlo!
No entendí la violación de la niña indígena, pero menos entendí las palabras de ‘la Cabal’ (nuestra brillante senadora) que de cabal no tiene nada y cada que abre la boca parece escupiendo piedras…quién sabe qué infancia tuvo esa pobre mujer. Tampoco entendí lo de la cadena perpetua, que la ponen pero no aplica (entonces para qué dan tanta bomba, hablen cuando tengan listo todo para su ejecución, no sé, digo yo) y menos entiendo lo de las niñas prostituidas en el Chocó a militares extranjeros (bueno ni eso, ni ningún tipo de prostitución infantil).
En un mundo que, se supone, debería ser más libre, los niños están ‘encadenados’ y simplemente no pueden ser. No hay tranquilidad para salir a jugar libres, tampoco para estar frente a un computador porque la pedofilia online abunda y menos para estar en su casa (muchos abusadores están allí) o con los vecinos que acaban de conocer.
Alguna vez mi mamá/abuela, que escribía versos y pintaba, me dijo que cuando estaba en el colegio un profesor la había tratado mal y que ella le había escrito y dicho lo siguiente:
“Qué trabajo es ser chiquito
yo lo tengo bien ganado,
que a cuenta de chiquiticos
se nos hace para un lado.
Como burros orejones
Como gente sin razón
Como cosas que se dejan
Cual basura en un rincón”…
Qué razón tenía mamá ¡qué trabajo es ser chiquito!, ella me contó que desde ese entonces el profesor no la volvió a tratar mal… qué bueno que ahora pudiéramos arreglar todo con un verso.
Muy buena reflexion!! La infancia es el recuerdo mas bonito de nuestras vidas….
Pobre niña😔Dios y la virgen la ayuden para salir adelante..
!! Ay Mi Amado País. Ay mi Amado país !!!. A mi me parece que en Nuestro Amado País no solo cuesta trabajo ser Chiquito, también da trabajo ser Joven, ser Maduro y peor aun ser Viejo ( o de la tercera edad como dicen ahora). Como les parece las “ bellezas de heroes de la patria violando niños indígenas y afrodescendientes, maltratados por sus padres y por esta Sociedad Indolente y sus jefes, cómplices del atroz delito, el castigo que les dan es sacarlos del servicio activo A las oficinas ( parte Administrativa ).Y los Gobernantes haciéndose los de la vista Gorda. Ausentes. !!!!!!!Ay mi País “. Hermoso y Sabio el verso de la siempre Amada y Recordada tía melliza.
Qué mensaje más hermoso estás enviándonos Martita. Ojalá lo lea mucha de esa gente que no sabe entender a un niño y ante todo, a esa gente que no sabe medir sus palabras y que son capaces de herir, impunemente, a un país entero.
Un fuerte abrazo.