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Espiritualidad¿Quién era Jesús?

¿Quién era Jesús?

FRANCISCO ARIAS ESCUDERO

A lo largo de los siglos muchas personas han venerado el nombre de Jesús, sin embargo, no todos lo han comprendido y mucho menos los que han intentado poner en práctica lo que él quiso que se hiciera.  Fue mucho más que el fundador de una religión, la cual no puede arrogarse su posesión exclusiva. Jesús pertenece a toda la humanidad. Fue una persona histórica, con sus profundas convicciones, por las que incluso fue capaz de morir en cruz.

Si tratamos de entenderlo por sí mismo sin ideas preconcebidas y dentro del contexto de su época, descubrimos un hombre de extraordinaria independencia, de inmenso valor, de una autenticidad sin precedentes; un hombre, cuya profundidad resiste a toda explicación.

Resulta difícil para nosotros imaginar cómo debió de ser aquel hombre para diferenciarse tan radicalmente de cualquier otro, tanto en el pasado como en el presente, en una época en que la conformidad grupal era la única medida de verdad y de virtud.

No hay nada en los evangelios que pueda hacernos pensar que Jesús se opusiera a todo el mundo por pura rebeldía o resentimiento, sino que en todo momento da la impresión de ser alguien que tiene el valor que le dan sus convicciones; un hombre que es independiente de los demás, debido a la enorme profundidad que posee y al estilo de vida que propone.

Hoy  sigue cautivando a muchos porque no desea ser servido, sino servir; no desea que se le otorgue el más alto rango, sino  asumir el último lugar y carecer de prestigio y posición; no desea ser temido y obedecido, sino ser reconocido en el sufrimiento de los pobres y los débiles; su actitud no es la de la suma indiferencia y distanciamiento, sino la de un compromiso irrevocable con la liberación de la humanidad, porque él mismo eligió identificarse con todos los hombres en un espíritu de solidaridad y compasión.

Si ésta no es una imagen veraz de Dios, entonces Jesús no es divino. Pero si resulta ser una imagen cierta, entonces Dios es más verdaderamente humano, más perfectamente humano que cualquier hombre, un Dios soberanamente humano.

Jesús llenó o no las expectativas del pueblo? Es claro que no lo hizo, porque no fue un guerrero que, con su poder, dominara las fuerzas extranjeras; no fue un gobernante que reestructurara las fuerzas administrativas, ni tampoco un mesías sacerdotal que reorganizara el templo. Por el contrario, Jesús realiza la figura de la profecía de Zacarías donde el rey es presentado con unas características novedosas: humilde, utiliza un borrico como medio de transporte; se preocupa por los más pobres y limitados, no solo es juez “Sofet” sino que se compadece de los más marginados; y su mansedumbre, característica de un mesías pacifico, una categoría eminentemente espiritual que lo hace portador del lenguaje de Dios.

¿Por qué seguían a Jesús? Porque él hace presente el Reino de Dios, lo anuncia, lo explica, pone las condiciones para participar de él. Porque el Reino de Dios no es un rey ni un trono, sino que es Dios reinando, donde todo tipo de dominación y toda forma de esclavitud son abolidas.

Todo esto nos lleva a convencernos que es indigno convertir la Semana Santa en mero folclore o un pretexto turístico. Para los seguidores de Jesús celebrar la pasión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios y llamada a vivir como Jesús solidarizándonos con los crucificados. Aunque no tengamos esta semana expresiones religiosas fuera de los templos, podremos vivir el misterio, de nuestra salvación en un recogimiento profundo, que nos permitirá entender que Dios sigue reinando en nuestras vidas, así no sea posible, expresarlo por nuestras calles con las tradicionales procesiones.

Padre Pacho

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