En una sala tenue, donde la luz se disuelve suavemente sobre los muros, se proyecta una sombra: la de un Cristo en la pared. No es solo una figura religiosa, sino una presencia simbólica, una huella suspendida entre lo tangible y lo trascendente. Esa sombra habla, sin voz, de dolor, redención y misterio. Y en ese diálogo silente con la pared —quizá nuestro propio muro interior— se revela una de las grandes preguntas del arte: ¿cómo convertir lo invisible en presencia?
En esta exposición, SACRUM: El Arte de la Espiritualidad, el espiritualismo no se impone como dogma, sino que se ofrece como experiencia. El color púrpura —intencional, profundo, casi táctil— inunda la atmósfera como un velo. No es casual: el púrpura, históricamente asociado al poder espiritual y al duelo interior, es también el color de la introspección. Habla del recogimiento, del tránsito entre lo terrenal y lo divino. Es un color que medita.
Y es entonces cuando surge ella, reiterativa pero no redundante: la Virgen de la Pobreza. ¿Por qué tantas? Porque su imagen no es repetición, sino eco. Es la voz de un pueblo que la recuerda no solo como símbolo religioso, sino como un fragmento fundacional. Fue traída por los cartagüeños en la época de la fundación de Pereira, y desde entonces, forma parte de la memoria colectiva, del tejido invisible de la identidad cultural de los pereiranos. Representa humildad, pertenencia, y esa fe sencilla, casi íntima, que sobrevive al paso del tiempo.
Pero SACRUM no se detiene en la religiosidad: va más allá. Reflexiona sobre la Semana Santa no como un rito, sino como un estado del ser. Un momento para la pausa interior, para mirarse sin máscaras. Es un llamado a la reconstrucción, desde la persona hacia lo colectivo. Un llamado a sanar no solo las heridas del alma, sino también las del planeta. Porque el mundo, convulso por guerras, ambiciones y abusos, nos exige una espiritualidad que también abrace la naturaleza. Una ética del espíritu que respete la vida en todas sus formas.
En este universo simbólico, no es coincidencia que las visiones sagradas —Cristos, vírgenes, monjas— suelan manifestarse en paisajes, ríos, montañas. La naturaleza es un templo. Y en esta exposición, cada obra es un altar. Cada figura, un reflejo. Cada color, un susurro del espíritu.
SACRUM no es solo una muestra artística: es una invitación a mirar hacia adentro, a reencontrarnos con lo esencial, a dejar que el arte nos lleve —aunque sea por un instante— a ese lugar donde lo humano y lo divino se rozan.
Escriben:
JAMES LLANOS GÓMEZ
Curador Sala CARLOS CASTRO DREWS
CARLOS ALBERTO RICCHETTI
Director suplemento ARCÓN CULTURAL
Agradecimientos especiales a:
Dra. EMILIA GUTIÉRREZ GÓMEZ (Secretaria de Cultura), MARÍA IRMA NOREÑA (Gestora Social), ALEJANDRO HINCAPIÉ (Director TEATRO “SANTIAGO LONDOÑO”), DIANA MARCELA VELÁZQUEZ (Coordinadora Oficina de Patrimonio “MUSEO LUCY TEJADA”), Padre NELSON, RONALD HOLGUÍN, EDUARDO VILLEGAS, DANIEL MINA, JOSÉ MURILLO, DARIO AGUDELO, JORGE MARTÍNEZ, FERNANDO VÉLEZ, MIRIAM MONTES, GLORIA, MÓNICA, MARÍA HELENA y a TODOS los involucrados de alguna manera en este proyecto, cuyo aporte hizo posible que SACRUM fuera una realidad que une arte, espiritualidad y territorio.