Por LUIS ALBERTO MARTÍNEZ
El amor es eterno como lo es el tiempo. El amor siempre está ahí, desde que nacemos. Lagrimas furtivas, bañadas de emoción embriagan a la mujer que nos vio nacer y con el alma llena de ilusiones y esperanzas y mucho amor, también nos ve crecer.
El amor fuente de inspiración de poetas e intérpretes románticos que en ricos y apasionados versos nos transportan a lejanos recuerdos de dicha y alborozo; otros llenos de loco amor en locura atormentada nos llenan de amargura y dolor.
El amor se cruza en nuestras vidas como ráfagas de viento y en instantes nos lleva a vivir tiernos y emotivos momentos, y en reluciente esplendor gozamos de ventura y amor. Contemplamos el cielo, la luna, las estrellas, el sol, las nubes, la naturaleza el inmenso mar; qué grande es el Creador; todo por amor.
Ante el amor la faz se entristece y los ojos en cuyas pupilas se enjuagan océanos de llanto se cierran en sombras de suplicio, almas dolientes por un ser que se va, por el amor que no llega, por un espíritu doblegado y moribundo que sin esperanza alguna va llegando al ocaso de su existencia.
Por amor, con la cruz a cuestas cruelmente martirizado subió al calvario Cristo nuestro Señor y desde lo alto crucificado recibió en su vientre la punzante espada de un cruel campeador, su cuerpo lastimado, sus ojos entristecidos, en lenta agonía entregó su vida al Creador. Todo por amor.
Por amor hombres y mujeres se entrelazan en apasionadas batallas de deleite y placer. Otras violentas batallas amargan la supervivencia de seres cuyo destino se opaca por un desamor, la ingratitud y la deslealtad son el camino marcado para un desenlace fatal.
El amor cubre de luz nuevos amaneceres, y miramos de nuevo a la doncella, tierna y apacible que con amor y tiernas caricias nos hace estremecer.
Hombres lloran su infortunio y rendidos por amor doblan la cabeza, y como un rocío de lágrimas bañan los más sentidos idilios nacidos del corazón y en violenta lucha estampan besos de pasión, todo por amor.
Es hermoso contemplar a la dulce amada que todo nos lo da por amor, sus encantos, sus dichas y sufrimientos, sus alegrías, sus anchas sonrisas, sus labios rojos como un rosario y esas miradas llenas de luz y misterio. Es bonito contemplarlas en todo el esplendor de su desnudez, la mujer que nace y muere con su piel tersa y pura mostrándonos el sendero blanco y limpio de su tierna y atractiva figura. Todo por amor. He dicho
Luis Alberto Martinez