Emprender en Colombia, un acto de fe

Por Juan Nicolás Gaviria B.

Creo profundamente que el emprendedor nace no se hace, mientras que el innovador si puede surgir. Lo anterior nos habla de conceptos opuestos, pero que nos venden como uno solo, concluyo esto después de muchos años de emprender, y muchos años de acompañar emprendimientos como mentor.

Han sido 14 años de emprender sistemáticamente negocio tras negocio, pocos hasta ahora prevalecen, muchos han quedado en el camino como grandes y costosas experiencias. Pero al final eso habla de lo que soy como individuo y como veo mi país.

Hoy les quiero contar un poco sobre mi trasegar en este mundo del emprendimiento, y porqué tengo como filosofía de vida nunca emplearme; a menos que sea para un fin superior, como lo puede ser servir a mi ciudad, mi región o mi país.

Era el año 2006 y estaba haciendo mi práctica universitaria en Bogotá, corrí con la gran fortuna de heredar el puesto de un gran amigo en una compañía de seguros internacional. Mi rol comprendía analizar y construir un “slip” de cotización para los “riesgos” que nos presentaban los corredores de seguros, nada más. Algo como un asistente técnico de suscripción de pólizas de seguros.

Pues bien, los primeros meses mientras le cogía el tiro al tema todo normal. Sin embargo, una vez la curva de aprendizaje fue evolucionando, me vi con más tiempo disponible y el cerebro a mil buscando que más podía hacer.

Advertí entonces que los corredores de seguros solo nos tenían en cuenta para unos riesgos específicos, entonces decidí establecer canales de comunicación directos con cada uno de ellos. Al cabo de un mes, la solicitud de cotizaciones se incrementó considerablemente y por ende las ventas del ramo se incrementaron.

Para hacer la historia corta, resulta que me echaron de la práctica universitaria. Quien era mi jefa, a quien le debo abrirme los ojos y mostrarme el camino, entre otras enseñanzas del mundo laboral que siempre le voy a agradecer profundamente, pues no solo fue mi primera jefa, a la fecha ha sido la única.

Ella me enseñó muchas cosas que siempre voy a recordar, como por ejemplo que en el mundo empresarial, a diferencia de la universidad, no se pasa con 3.0, solo se pasa con 5.0. También me advirtió sobre la responsabilidad que se debe tener cuando se es consultor o se vende un intangible, el cliente busca certeza y un “no sé” no tiene cabida.

En fin. Un día me dijo que ella necesitaba un técnico, no un comercial; y que gracias. Sin embargo, me permitió terminar mis seis meses de práctica, también me permitió en esos meses fortalecer una red de networking en el mundo de los seguros, a tal punto que el siguiente paso fue iniciar mi primer emprendimiento. Emprendimiento que me trajo de regreso a Pereira.

Así empezó mi proceso y fue como encontré parte de mi vocación. También ese proceso que inicié, me enseño que emprender no es innovar, y por supuesto innovar no es emprender. Pero ambas cosas implican esfuerzo y la toma de riesgos.

Emprender es una decisión de vida. Supone dar un giro de 180 grados a todo, ir contra el sistema y el esquema; implica asumir riesgos, enfrentar miedos, dejar de dormir tranquilo, responder por otros y para otros. En fin, un reto de 24 horas y 7 días a la semana.

Por otro lado innovar implica un proceso, investigar, probar, errar, modelar, prototipar. Cosas que bien se pueden hacer en entornos controlados y a lo sumo bajo riesgos medidos, incluso financiado por otros.

En todo caso, el emprendedor es una especie en vía de extinción; que además vive en un entorno hostil. Un país como el nuestro, independientemente de su ubicación en ranking “Doing Business” y el sin fin de convocatorias y “facilidades” para emprender, sigue siendo territorio hostil y poco fértil. En mi opinión la “profesión” de emprender puede ser más riesgosa que la minería de socavón.

Y de que nos sirve estar de primeros, segundos, o decimos en el ranking “Doing Business”, cuando estamos llevados en el de competitividad regional, o estamos entre los países más “hiper regulados” del mundo ¿y que tal la carga impositiva?; no ha empezado uno la empresa y ya se le fueron varios millones por gastos de constitución y la parametrización.

¿Y que me le unta a la inseguridad jurídica en la que andamos? Entonces ahora salen a marchar tres peludos y mañana algún juez falla «en derecho» atentando contra la estabilidad jurídica, después algún sector político trata de explotadores a los grandes empresarios de cualquier sector productivo, y mañana otro juez los aprieta a todos; grandes y pequeños. Nos estamos volviendo un país populista y manoseador de la ley.

En la época del modelo CEPALINO, los emprendedores de la época -los empresarios de hoy- eran vistos como actores vitales del desarrollo social y crecimiento económico del país, eran respetados y admirados; eran el modelo a seguir. Hoy son parias, sistemáticamente perseguidos y estigmatizados.

Me van a disculpar, pero que alguien me explique. ¿Sin aparato productivo como vamos a hacer funcionar esto? ¿Con un modelo Socialista marxista? ¿Ese que los europeos descartaron? Dejémonos de demagogia populista, dejemos que cautivar mentes jóvenes e incautas, no se tiren una generación, o más, metiendo ideas trasnochadas y fracasadas; validando un estilo de vida vacío y sin sentido. Esperando todo del “papá” estado.

Emprender es un acto de fe. Fe en el estado, fe en uno mismo, fe en lo que somos y podemos ser como sociedad. Pero esa fe se pierde cuando nos enseñan que no vale la pena, cuando nos enseñan que ser empresario es sinónimo de corrupto, de explotador. Pero se pierde más rápido, cuando nos dicen que es el estado es quien debe proveernos todo.

A estos sujetos que pretenden contaminar a nuestros jóvenes con estas ideas les digo ¡IRRESPONSABLES!

Los invito a comprar colombiano, comprar regional, comprar local. Apoyemos al emprendedor(a) que decidió dar el salto, devolvamosle la fe.