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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadUn “ethos mundial”

Un “ethos mundial”

Hans Kung, escritor y teólogo, en el año de 1993 convocó a todos los líderes religiosos, en torno a una gran propuesta denominada: “ética global”, convirtiéndose desde este momento su invitación, en toda una inspiración en temas que hoy marcan el quehacer económico y político, una carta de navegación en temas como el pacto mundial para el desarrollo sostenible y el cuidado de la casa común.

Con todos los problemas globales y de crisis por las que estamos pasando, hacía falta una orientación ética común para la humanidad. Su proyecto lo basa en las tradiciones milenarias religiosas y filosóficas de la humanidad; proyecto que ha de ser aplicado con urgencia en el ámbito de la política y la economía. Ante una globalización caracterizada por una dinámica de crecientes desigualdades, exclusiones, desequilibrios, que nos han llevado a la pobreza, el problema ecológico y la violencia global.

Todo parece girar en torno a la economía del mundo, pero presenciamos un cambio de paradigma, una revolución de estructuras económicas a escala mundial que va acompañada de la globalización tecnológica. A pesar del marcado rostro económico de la globalización, hay que ser conscientes que en el fondo se trata de una cuestión social, política y en última instancia, ética.

Todos somos participes, querámoslo o no, de este cambio estructural, aunque es claro que con ello aparecen nuevas posibilidades, al mismo tiempo, surgen un sinnúmero de dificultades: la explotación, con largas jornadas laborales y mano de obra barata; la exportación agraria industrializada que perjudica las economías tradicionales; el problema ecológico y la globalización del crimen organizado.   

La globalización también es en un ataque a la democracia y al bienestar, un mercado triunfante, pero sin una justa distribución de las riquezas, con un gran peligro que, al imponerse el criterio supremo del lucro, trae conflictos sociales, que ponen en peligro el futuro de la humanidad.

Cuando se plantea una “ética mundial” se recurre a las religiones milenarias, a sus valores vinculantes, a sus criterios inalterables y actitudes morales fundamentales. Y es en esta riqueza, patrimonio de la humanidad, donde encontramos no solo el sustento de los derechos humanos sino también el de los deberes humanos.

La esencia de una ética mundial, nos recordará que todo ser humano posee una dignidad inviolable e inalienable, “no hagas a otro lo que tú no quieres que te hagan”, la gran regla de oro de todas las religiones, una medida que nos hace verdaderamente humanos.

Existen cuatro obligaciones inalterables en todos los códigos éticos y religiosos: Un compromiso a favor de una cultura a la no violencia, la solidaridad, la tolerancia y la igualdad de derechos.

El primer ítem, conlleva un mandamiento y un enunciado positivo, el esfuerzo nuestro está en saber captarlas y traducirlas en los distintos ámbitos sociales. Un compromiso a favor de una cultura de la no violencia y respeto a toda vida: ¨No mataras, respeta toda vida”, un principio en todos los códigos éticos y religiosos, de la humanidad.

La segunda obligación es la de un compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo: “No robarás, actúa justamente”. No es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino esta: la cultura del encuentro y del dialogo.

Un compromiso por una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz: “No mentirás, habla y actúa verazmente. “Es necesario tratar de identificar bien los problemas que atraviesa una sociedad para aceptar que existen diferentes maneras de mirar las dificultades y de resolverlas.

Un compromiso por una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz: “No mentiras, habla y actúa verazmente. “Es necesario tratar de identificar bien los problemas que atraviesa una sociedad para aceptar que existen diferentes maneras de mirar las dificultades y de resolverlas.

El ethos mundial debe apoyarse en dos pilares elementales: la verdad concreta y la justica irrenunciable, valores indispensables para una convivencia y actuación humana común.

Padre Pacho  

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