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LUIS FERNANDO CARDONA
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Vestido techo y comida…

Los mínimos vitales para poder estudiar, son vestido, techo y comida, según recuerda doña Dolly Montoya, hoy rectora de la Universidad Nacional de Colombia. Corresponde a los principios que sin decirlos, defendía y pregonaba en su actuación una mujer sencilla y sabia. Se pasó la vida soñando en muchas cumbres para sus críos y apenas tuvo el consuelo de un profesional, entre 4 de su camada. A todos les brindó lo mismo e iguales oportunidades y protección.

La rectora recuerda que la población universitaria de hoy puede estar en 500 mil personajes que persiguen distintos títulos en Colombia y ahora el gobierno quiere que se sume en un solo envión el mismo número de cupos, con atenciones especiales y la llamada «matrícula cero». Corresponde apenas a algunas versiones de la educación superior que en Colombia ocupa a las instituciones públicas. En universidades particulares hay ejercicios que no están necesariamente fuera de estas cifras o de la visión estadística del sector educativo.

De hecho el registro de matrículas para primer curso en el año 2022 fue de 481.130. Y el panorama que averiguamos indica que han estado disminuyendo esas estadísticas pues no solo hay pereza y desmotivación, sino que serios estudios de académicos demuestran que aquí es más caro el caldo que los huevos: educarse resulta mucho más caro que las tasas de retorno a que puede aspirar un técnico o profesional al arrancar su vida laboral ya profesionalizado. Es la realidad. Eso sin hablar de las tasas de desocupación, subempleo y el decaimiento a que son sometidos los trabajadores al paso de sus años de experiencia, porque los castigan por haber tenido experiencia. Ahora las oportunidades (por ser baratas) son para los nuevos o recién llegados a ese mercado. Para pregrados la disminución de demanda de cupos es notoria, ya que antes cada año aumentaba al 64,5% anual y ahora (2014-2022) es de apenas 20,5% por año.

«»… hay que llamar la atención a la caída, tanto en pregrado como en posgrado de la matrícula en el país entre el 2021 y 2022. Para el caso del pregrado, la matrícula cayó un 7,8%; mientras que en posgrado la reducción fue del 2%, para una caída total del 6,8%. Esta disminución se traduce en que un menor número de jóvenes se matriculó por primera vez en una IES, lo que tiene serios efectos en la cobertura y en la generación de beneficios sociales de la educación superior»(1).

Curiosamente el presupuesto de gastos de este renglón, dentro del Presupuesto Nacional va en avance y nos cuentan que para el próximo año asciende a $74 billones. El Estado quiere gastar más, que no implica necesariamente «invertir». Muchas quejas se oyen y leen sobre la reducción o eliminación de recursos públicos en la investigación científica y en trabajos de órganos que a ello están dirigidos. Y no es extraño. Ha sido lo «normal» en este país.

No se diga mucho sobre los índices de abandono, deserción o renuncia a medio camino, de casi todas las carreras y en universidades donde se presume hay bajos costos para los aprendices, como la Universidad Tecnológica, tradicionalmente los índices han sido del 50 por ciento de deserción, esto es, de alumnos que se maman a mitad del camino. Se oye con mucho ruido que isleños están pidiendo oportunidades y la UTP tuvo un programa que impulsara Juan Guillermo Ángel a su paso por personero de las islas, donde de 25 enganchados con matrícula cero y subsidios de estadía y otras dádivas, apenas se graduaron 4 ó 5 beneficiados.

Para hablar de calidad educativa, los estándares internacionales exigirían ofrecer un profe por 10 estudiantes. En la vecindad, hay relación de una a doce, una a 14 y el de Colombia es en promedio 1 por cada 18., recordó doña Dolly.

Así que este es protuberantemente el mayor embeleco de los colombianos, cuando las realidades enseñan otras cosas. Antes que gastar o «invertir» en lugares para estudiantes o docentes y en pupitres, asientos y calentadores de sándwiches, es necesario trabajar la mentalidad de los empleadores y empresarios. De estimular de verdad el progreso, por la vía de construir campos de aplicación en donde sea remunerativo el trabajo especializado y para que no tengan que robar de lo público o lo privado, quienes empeñaron sus fortalezas y consolidaron sus competencias desde lo profesional. Vencer el desprecio por el trabajo de todos, es mejor meta que gastar por gastar, así le pongan a eso tantos billones que ya nadie sepa cómo sumarlos y en dónde embodegar tantos billetes.

De esto deberían estar hablando los candidatos, entre tanta campaña insulsa y babosa que ocupa espacios y alambradas, con vallas carísimas, que no dicen, ni discuten, ni construyen nada.

Deberían ser (los arriba tan primarios ingredientes) deberes intransferibles de quien cría. No se debería delegar a la escuela, al colegio o al gobierno eso del vestido, la comida y el techo de los aprendices como enseñó mi madre. No construir trampas, para entrampar presupuestos y robarse esos recursos de la socorrida alimentación de los niños y lo del pago por la educación.

(1) https://www.javeriana.edu.co/recursosdb/5581483/8102914/Inf.77-+MATRI%CC%81CULA-COBERTURA-EDUC-SUPERIOR2023.pdf

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