JAIME CORTÉS DÍAZ
En la anterior columna se trató acerca de las campañas emprendidas dentro y fuera del país por ciertos personajes y organizaciones dedicadas a crear efectos sicológicos de desprestigio contra el gobierno al culparlo o hacerlo ver en complicidad, por acción u omisión, del asesinato vil a líderes sociales y reinsertados. Las deformaciones tienen eco correspondido en ciertas esferas equivocadas y otras definitivamente proclives a desestabilizar y crear descrédito. Lo claro es que ello conviene a los grupos armados u organizados (GAO) para incluir dicha práctica de matar a figuras comunitarias y excombatientes como parte de la estrategia de mostrarse poderosos y de incrementar la industria criminal que produce recursos incontables. De otra orilla está la época preelectoral, en la cual el populismo asume con esas maniobras vilipendiar el orden democrático instituido, ahora cuando en su sentir piensan que están más cerca que nunca para acceder al poder por la vía electoral y sin asomo de retorno.
A raíz de bombardeos recientes a campamentos de las fuertes disidencias de las Farc, dentro de las bajas se halló a una menor enrolada que se ha utilizado para condenar los ataques a estos objetivos militares, precisamente a los causantes de quitar la vida a los dirigentes comunitarios reconocidos. Entonces si no se actúa mal y si se ejerce el uso legítimo de la fuerza, peor. El engaño salta a simple vista. Las llamadas disidencias de las Farc, no son un reducto cualquiera. Nadie cree en su doctrina marxista contemplada en los estatutos originales. El negocio neto e ilegal, es el motor que mueve el delito y es manto que asegura su presunta estabilidad. Alias “Gentil Duarte” no tiene nada de liderazgo leninista; es el “patrón” que sabe de finanzas envueltas en sangre y hace valer jerarquía por su ejercicio bullicioso y mortuorio. Este sector no perdona reinsertados y no está interesado, por ahora, en hacer fusión con la “segunda Marquetalia” de “Iván Márquez”, “Santrich” y el fatídico “Paisa”, huéspedes de Maduro quien les dio la bienvenida a la patria de Bolívar. Es que el negocio cuando tiene caja sólida y estable no necesita de socios sin liquidez suficiente para compartir gerencia. La banda en cuestión llama a los reinsertados y los que no se alistan dejan de ser sus conocidos. Por estos días se libran intervenciones del ejército y la aviación de Venezuela en la frontera araucana contra algunas estructuras surgidas en aparente independencia y compiten territorialmente con el ELN, siendo, por presunción un “mandado” de Maduro a sus contertulios para erradicar competencias a los mismos. Son estos hechos las garras clavadas por las arpías en la corporeidad de los vecinos, tal como se expresó en el artículo pasado.
Los otros GAOS son los Pelusos (EPL) y exparas con aristas autónomas, entre ellos los Caparros que siembran terror, son proliferantes del secuestro y el reclutamiento forzoso de adolescentes.
El analista José Manuel Acevedo que fue citado en la entrega de hace 8 días, inquiere: “¿Quiénes matan a los exguerrilleros de las Farc? ¿Los empresarios que buscan venganza por décadas de extorsión? ¿El Ejército que se está desquitando por tantos años de asimétrica confrontación? ¿El Gobierno al que le saldría más barato eliminarlos que mantenerlos? ¡No! A los exmiembros de las Farc los están asesinando los grupos armados residuales, el Eln, el ‘clan del Golfo’ y el Epl, en ese orden”.
De igual manera acontece con los desplazamientos forzados que en este principio de año han afectado tres mil familias. Pero cuando el Estado procede a la persecución de los responsables de tantas atrocidades y desmantelando sus guaridas, surgen las protestas de los falsarios, con la excusa de encontrarse entre ellos, forzados o no, menores de edad que los utilizan de escudos humanos para demeritar con aullidos externos la participación de las armas constitucionales en la neutralización del escenario bandidesco. La fementida invocación del DIH no les servirá para atar las manos a las fuerzas de seguridad.