Frecuentemente se usan los sustantivos «homosexual» y «heterosexual» como dos opciones que el ser humano puede asumir de igual manera frente a una experiencia de atracción; como estados inmutables y con la misma equivalencia de un estado natural del ser humano.
La heterosexualidad se suele aplicar a los seres humanos, pero la conducta heterosexual se observa en todos los mamíferos y en otros animales que manifiestan un marcado dimorfismo sexual y una sexuación bien definida.
Héteros proviene de la palabra griega ἕτερος, que significa «otro», utilizada en la ciencia como prefijo con el significado de “diferente” y de la palabra latina “Sexus”, que significa sexo o la diferenciación sexual.
La relación entre biología y orientación sexual es tema de investigación, diversos estudios plantean hipótesis de que, una combinación de factores genéticos, hormonales y sociales pueden determinar la orientación sexual; factores que incluyen los genes, hormonas prenatales, estructura del cerebro y la interacción con el medio ambiente.
Genéticamente no somos bisexuales, somos heterosexuales es nuestra identidad, se es hombre o se es mujer ontológicamente. La orientación sexual la determina la educación y la cultura y la conducta sexual la elección que cada persona asume en su libre desarrollo. La historia de casos con frecuencia revela factores del medio ambiente que explican el desarrollo de distintos modelos de atracción sexual en niños genéticamente idénticos, lo que apoya la teoría de que la atracción homosexual es el producto de la interacción de una variedad de factores ambientales y educacionales.
El hombre y la mujer no tienen un sexo sino una sexualidad, diferenciada por caracteres anatómicos distintos. Una sexualidad genética o cromosómica, responsable de la actividad hormonal donde cada célula lleva el sello de esa identidad particular; una sexualidad gonadal (órganos generadores de gametos o células sexuales) que, influyen en lo somático o fenotípico; una sexualidad psicológica que determina las vivencias de la persona como varón o como mujer, formando la conciencia masculina o femenina. Y una sexualidad sociológica que señala las funciones y los roles que cada sociedad asigna a los diversos grupos de personas.
Bajo ninguna circunstancia se debe tener la percepción que como Iglesia asumimos una actitud de irrespeto u homofobia, donde por señalamientos moralistas pretendamos estigmatizar a quienes, por encima de su tendencia, son personas que tienen una dignidad; sin embargo, su dignidad no legitima como natural lo que la madre naturaleza no ha hecho.
Padre Pacho
Es punto céntrico no es la dignidad, pues ésta ya fue otorgada por Dios al hombre haciéndolo hijo suyo; aquí a lo que se refiere la madre iglesia es al hecho de colocar al mismo nivel la homosexualidad y la heterosexualidad, intentando normalizar aquello que no está dentro del canon de la naturaleza… y más allá de ello, es el deseo vehemente de las minorías homosexuales porque las mayorías heterosexuales aceptemos que el mundo debe ser visto sólo desde su perspectiva en una búsqueda continua de la deformación de la estructura y orden social para el beneplácito de esas mismas minorías… ¿quién realmente está aquí intentando excluir a los demás ?
Muy a pesar de los contradictores y alteradores de la realidades naturales, debemos seguir propendiendo por la moralidad cristiana aunque a muchos incomode y sin temor a ser señalados de retrógrados o anticuados.