Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA UNIDAD COMO ESPEJO

LA UNIDAD COMO ESPEJO

 

 

Si hemos aprendido a observarnos, a sostenernos con coraje y a integrar la mezcla de culpa y acierto que somos, hemos resuelto el conflicto más profundo: la guerra con nosotros mismos. Pero la conciencia no se detiene en la quietud personal; la conclusión de esta serie de la vida como escuela se revela en nuestra relación con el mundo: La Unidad como Espejo.

Si hemos logrado la paz de observarnos con coraje e integrar la mezcla que somos, surge una pregunta inevitable: ¿y ahora qué? La conciencia no se detiene en el límite de la piel. La última lección es la expansión natural de esa paz hacia afuera. La mente, experta en crear fronteras, establece la separación más grande y dañina: ellos y yo.

 

El Espejo de la Sombra Integrada

El primer acto de integración fue aceptar que yo no soy ni un santo ni un demonio, sino una mezcla. El segundo, y definitivo, es reconocer que el otro es exactamente esa misma mezcla.

Cuando reaccionamos con vehemencia a la falla, el error o el exceso de otra persona, es casi seguro que estamos viendo una sombra propia que aún no hemos querido integrar. El juicio es, en esencia, la culpa proyectada: «Tú me recuerdas a la parte de mí que no acepto, por lo tanto, te condeno».

Piensa en la última vez que criticaste con dureza la impuntualidad de alguien. Ahora pregúntate: ¿hay en mí una parte rígida y autoexigente que no se perdona ni un minuto de retraso ?Ese juicio externo es el grito de tu propia sombra no integrada.

Es por eso que el caos externo, aquel evento ajeno que inició toda esta reflexión, nos obligó a la revisión: no era sobre el otro, sino sobre la parte de nosotros mismos que nos negábamos a ver.

Si logras mirar el error de un tercero sin el látigo del juicio, es la prueba irrefutable de que has soltado la culpa por tu propio error.

 

La Conciencia de la Unidad

La Unidad no es una utopía romántica, sino la verdad más práctica para liberarse del sufrimiento en las relaciones. Es el punto donde el Observador, ahora integrado, comprende que la separación es una ilusión útil, pero no real.

En términos de conciencia, no hay un «ellos» fracasando y un «yo» que observa. Solo hay nosotros navegando la incertidumbre, cometiendo errores, y aprendiendo a cada instante. El ser humano, en su esencia, está unido por la misma búsqueda de sentido y la misma lucha contra el miedo.

Este conocimiento nos permite pasar del juicio a la compasión. La compasión no es lástima, sino el reconocimiento de que si yo estoy en esa mezcla de luz y sombra, tú también lo estás. Y si mi caos me empujó a la transformación, el caos de mi prójimo tiene el mismo potencial sagrado.

 

El Cierre del Ciclo

Hemos cerrado el ciclo de la vida como escuela.

Comenzamos aprendiendo a discernir sin juzgar (Columna 1). Abrazamos el caos como maestro (Columna 2). Desarrollamos la valentía para mirar (Columna 3). Y disolvimos la culpa y el exceso para integrar nuestra dualidad (Columna 4).

El destino final de todo este camino es la paz que surge de la Unidad.

Cuando dejas de juzgarte y de juzgar a tu espejo, la lucha cesa. Es en esa rendición total que el círculo se cierra y descubrimos que todo es parte de lo mismo. El universo que nos habita es también el que habita en el otro.

Por ahora, solo queda esto: Mirar al espejo y ver la Unidad. Ahí empieza la verdadera libertad.

 

Nota.  Estos principios encuentran eco en la psicología de Jung, la neurociencia de la compasión y las filosofías no dualistas.

 

 

CLAUDIA ESPERANZA CASTAÑO MONTOYA

Líder

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