Por CRISTIAN CAMILO ZULUAGA
El 17 de octubre de 2012, cientos de hinchas del Once Caldas celebrábamos lo que prometía ser la salvación del equipo, que tenía serios problemas económicos y como si fuera poco, tenía a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) encima, con ojos de ave de rapiña, por una millonaria deuda del pasado, a raíz de una evasión de impuestos.
Mientras todo era alegría, ilusiones y sueños como el de seguir sumando estrellas en el escudo y ser protagonista, y por qué no, campeón en el escenario internacional, el destino ya tenía predeterminado que la llegada de Kenworth de la Montaña, y sobre todo la de Jaime Pineda, era el inicio de una maldición que hoy tiene al club caldense en las últimas casillas del rentado colombiano y la hinchada furibunda con el presente y nostálgica con el pasado. Incluso ya con temores de que aparezca el fantasma del descenso.
Desde la llegada de Pineda prácticamente nada ha sido positivo. Los escándalos por la venta de boletería con la empresa Tú Boleta empezaron a mostrar maltrato e incomodidad para el hincha, al cual alejaron del Palogrande, junto a los lánguidos resultados, en los que no se volvieron a jugar finales de Liga y las campañas predominaron más por el fracaso que por los aciertos.
Las nóminas que han armado y los DT que han llegado en la era Pineda poco o nada han calado en la hinchada. Los resultados son los únicos que enamoran en el fútbol y en el equipo manizaleño es lo que menos se ve.
El cuadro albo ya no es el orgullo y el referente de Manizales. El equipo ya no es de la hinchada, el Palogrande ya no es el destino preferido de las familias futboleras de Manizales, que acostumbraban a acompañar al Once en cada jornada de local. El equipo ahora es el negocio de un privado que, por obvias razones, pone de prioridad su bolsillo sobre la felicidad del aficionado.
Once Caldas ya no ilusiona ni en el clásico con Pereira. Pierde esos compromisos en el escritorio por malas decisiones directivas, porque hasta en eso es reducido el cuadro blanco. Para colmo ayer volvió a perder el clásico y agudizó una crisis en la que ya no se ve solución alguna y en la que los hinchas coherentes, la prensa objetiva y los conocedores del fútbol entienden que es un desempeño que pone al conjunto de Manizales en una ruta directa para irse al descenso en el mediano plazo.
Maturana, que ha sido considerado por la hinchada como el peor técnico que ha pasado en el Once Caldas de Pineda, rindió el 31,5%. Fue una campaña para el olvido y sin embargo hoy es ampliamente superior al actual desempeño de Eduardo Lara, que tras la derrota 2-0 ayer en el Hernán Ramírez de Pereira, quedó en un rendimiento paupérrimo del 20%.
Sumado a esto, es el quinto partido en línea en que este equipo no marca un gol, situación que da los argumentos suficientes para pedir la cabeza del técnico, pero que por lo que es y lo que ha sido el Once Caldas de Jaime Pineda, en estos cerca de nueve años, no resulta ser solución a nada. Pues acá ya se han ido otros seis o siete entrenadores y el conjunto albo no sale a flote.
El panorama futuro no podría estar más nublado para el Once. La derrota del clásico termina de ofender, humillar y desesperar al hincha. Habrá quienes confíen en que esto pueda mejorar y otros solo ven como único camino que Pineda venda y que nuevos empresarios compren y hagan las inversiones de categoría y jerarquía que permitan volver a la grandeza que en la década pasada dio tres títulos en el plano nacional, además de una Libertadores, tras derrotar en seguidilla a Santos, Sao Pablo y Boca, y un subcampeonato de la Intercontinental ante el Porto de Portugal.
De la alegría de aquel agosto de 2012 no vale recordar absolutamente nada, así haya algún sector de la prensa o de hinchas, a los que yo les veo ausencia de coherencia y objetividad, que dirán que a Pineda hay algo para agradecerle porque al comprar un equipo quebrado aún tenemos al Once Caldas en competencia. La verdad es que lo compró para hacer un negocio personal y llenarse los bolsillos. No para que siguiera siendo uno de los tesoros más preciados de Manizales.
Del fracaso tras fracaso de estos nueve años no hay nada que agradecer. Solo esperar que algún día el equipo vuelva a ser de esta ciudad y que el Palogrande vuelva a ser el fortín donde los rivales venían a sufrir y no a celebrar como ahora que cualquiera tiene tres puntos fijos al enfrentar al cuadro albo, así como lo hizo ayer el Pereira.
Parece que los equipos del eje cafetero, en el pasado motivo de orgullo por ser el único departamento con 3 equipos de fútbol, hoy solo son sombras de ese pasado grande, el único que ha estado erguido es el once, los otros dos ya van para campeonatos de barrio. Que dirigencia tan mala.