Escampavia – Soy colombiano

Por JUAN GUILLERMO ÁNGEL MEJÍA

Soy colombiano y lo digo a pecho abierto, sin temores ni dolores, con alegría y sin tristeza, en el día y en la sombra, soy colombiano de cuerpo entero, quiero a mi patria, a mi gente, a mi tierra, a sus montañas, valles, ríos y mares, a mis ancestros y a quienes me heredarán; cada mañana doy gracias por haber nacido en este suelo, en mi país, donde soy dueño del aire que respiro, aquí donde el sol sale cada mañana a iluminar el alma y hacer germinar el campo.

Porque me siento orgulloso y amo aquello de lo que soy parte, porque me duele el hambre que acompaña a la miseria, porque siento que todo aquel que araña el pan cada mañana merece que se le dé la mano, porque soy un pedacito de Colombia, por ella lucho y me desvelo.

Porque me enseñaron a no darme por vencido no lloro sobre el hedor que dejan como estela los que le roban el pan al niño, porque me enseñaron a ponerme de pie ante el poderoso no derramo lágrimas para sostener que todo está perdido, porque no creo que los colombianos nacimos torcidos, puesto que la corrupción se convirtió en pandemia, cuando el ejemplo y la educación, tanto en el hogar como la de escuela, perdieron el rumbo.

Estoy orgulloso de mi tierra a pesar de los Cepedas, Montealegres, Ricaurtes, Nules y Ñoños, no me avergüenzo de mi bandera a pesar de quienes  envilecen la justicia; de los Timos que nos han timado, de los jueces prevaricadores, de los policías delincuentes, de los gobernantes y funcionarios indignos, de los políticos que cuentan los billetes en la penumbra y salen de ronda con el cuento de que están muy enfermos, soy colombiano, aunque el suelo de patria está saturado por la sangre derramada por engreídos que se creen poseedores de la verdad revelada, por fuera de la cual no hay salvación.

Soy colombiano a pesar de los Santos canonizados en la trastienda de la moral, de los que compran testigos y masacran a discreción, a pesar de los que ponen bombas y minas para asesinar a quien quiera que por allí pase, no reniego de mi patria y por el contrario lucho por un país donde no sea necesario comprar el silencio de los fusiles y donde los asesinos y corruptos no se vistan de seda.

Invoco a los de la izquierda democrática, a los de derecha que son derechos, a los indiferentes que a nada saben, a todos aquellos que no creen que este país es un mierdero que bien vale la pena destruir, a los que somos herederos de una raza de luchadores y trabajadores que han construido con sudor y sacrificio: un hogar, una chacra, una tienda o una empresa, convoco a quienes no se arrodillan ante dictadores y tiranos, con todos ellos  evitaremos esa bestia del socialismo del siglo XXI, el que ha hecho miserables a venezolanos y cubanos, mismo que ha destruido economías tan poderosas pomo la Argentina; gobiernos que han matado, amordazado, torturado a todo aquel que se atreve a pensar distinto; llamo a apoyar a los estudiantes venezolanos que han caído dando la pelea al tirano, reclamo a los que quieren ver y oír que se pregunten el por qué los checos y eslovacos, los polacos, húngaros,  alemanes, ecuatorianos, croatas y eslovenos y todos los ciudadanos que han logrado salir de la pesadilla que envilece, la razón por la cual prefirieron la libertad al despotismo que destruye y esclaviza, a las autocracias, tanto las zurdas como las derechas, que se convierten en cuasi monarquías heredables.

Soy colombiano, soy mulato hijo de tres razas y no de convictos irredentos, nieto de gentes buenas, por ello no compro pasaje para salir corriendo cuando el cielo se oscurece y por el contrario hago causa común con quienes dan la pelea por “una segunda oportunidad sobre la tierra”.