Artista de oficio

Una tarde soleada de junio del año 2022, en la Casa de Justicia de Dosquebradas, donde vive la justicia -no la vi-, no importa. Conocí a Jennifer Moreno, estaba al frente de un grupo de abuelos y abuelas de la tercera edad “Un Nuevo Renacer”, grupo compacto de la comuna 9 del municipio industrial de Risaralda. Esta Joven con voz grave, de mando, musicalmente elongada y tranquila. Me atendió de manera rápida y objetiva, en fin, supe de quién se trataba. Jennifer es Lic. en pedagogía infantil de la UTP, poco elocuente, de pensamiento progresista e inundada de principios, es de una ráfaga de iniciativas creativas, pedagógicas y generadoras de dignidad general, a través del encuentro.

Caldense de pura cepa, negra por genética de la entraña de un territorio que brilla bajo el cuidado de un bastón de mando. Creció en el barrio Camilo Torres de Dosquebradas, en medio de la problemática de la esencia humana, de una responsabilidad total con carácter, proclive a los avances mutuos.

La palabra y el juego son su herramienta. Ella cree en sus acciones filosóficas que por medio de la enseñanza y a través de talleres de artes está convencida que así se eleva el espíritu en los niños, jóvenes, adultos, y con los adultos mayores, los ejercicios que mejoren el cuerpo son un propósito, es su día a día en la comuna. Le apasiona el arte y la cultura como fenómeno del crecimiento de la inteligencia. Todo esto le da felicidad, es su motor.

La sensibilidad le atraviesa su estado natural, su ser. Una mujer compasiva con el hábitat, el estar bien. El barrio es una selva social, política, cívica y barrial de vida, que le proporciona a su existencia, tranquilidad que busca permanentemente.

Ella es una linda mujer, fiel expresión de la negritud, su identidad con el movimiento negro del país es una equivalencia de orgullo femenino, su tarea que lleva pegada, fundida en su piel negra, es hacer significar los valores, la idiosincrasia, las manifestaciones artísticas, la cultura bruna. Lo anterior ha sido para ella, de saberes humanos, un inestimable foco de reflexión, observación y croquis de la arquitectura afro, para comprender las dinámicas históricas, políticas, económicas y culturales.

Está bien todo, pero,

¿Quién es Jennifer?

Jenifer es una mujer apasionada, alegre y que disfruta de manera extraordinaria el valor inalcanzable de los momentos sencillos (un atardecer, una tormenta, una charla y un café, el placer de conocer personas nuevas), apasionada por la cultura y todas las líneas que puedan conmoverme el alma. Dibujo cada momento en mi mente, cada sueño y cada ideal vivido, con el mayor cuidado posible; atesoro con amor este maravilloso regalo de estar viva.

Soy una chica soñadora y arriesgada que trabaja cada día, por ser una mejor persona, profesional, amiga y servidora social etc. En ese sentido yo como mujer, soy una extraña pieza que no encaja en los patrones regulares y, esto me hace una mujer diferente.

¿A quién le hereda el ADN de líder social?

Mi abuela fue una matrona liberal dentro y fuera de Supia Caldas, de allí que mi madre continuó con esta práctica social, siendo gestora de procesos importantes como la consolidación de las fiestas del municipio, iniciar la creación del colectivo de teatro del municipio entre otros, son una fortaleza.

El ADN de líder social y gestora comunitaria, viene cargada genéticamente de la parte materna. Para mi ser líder, es un regalo con el que se nace y, que en el camino acompañado de diferentes momentos de la vida se va puliendo, eligiendo una línea de trabajo, así se va creando o construyendo esta profesión, es algo muy serio y desafiante. Es una decisión, una vocación, una pasión, que me ha llevado a ser cada día mejor.

¿Por qué Dosquebradas y no otro lugar geográfico de Colombia para vivir?

Realmente este terruño verde y mágico del eje cafetero, fue una elección de mi madre, cuando inició la búsqueda de un mejor futuro para la familia, puso sus ojos en este municipio, por lo cercano a nuestra familia y, además en este lugar nos facilitaron una vivienda sencilla para construir y estar más cómodos.

Ya en mi juventud decido continuar aquí; puesto que en este territorio encontré el propósito de vida, me enamoré de la gente cálida, amable y soñadora. En Dosquebradas puedo ser y hacer todo, educar, enseñar el valor y esto propaga mi felicidad. Además, tengo aquí mi red de apoyo y mis amigos.

¿Cómo se hizo líder juvenil y después gestora social “Mujer Progreso” de Dosquebradas?

A través de los años fui construyendo un ideal de vida entorno al apoyo, capacitación, orientación y liderazgo con propósitos en el barrio; busco impactar la vida de los niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, a través del trabajo colectivo y cooperativo con empresarios y la comunidad en general. Esto conllevo a que después de 12 años de trabajo social y, donde pude evidenciar un cambio favorable en la comunidad, me perfile como gestora, entrar en otro rol; además, todo este cumulo de cosas ha logrado cambiar el estigma referencial que por años tenía este barrio, a causa de los asesinatos, el micro tráfico y la prostitución, entre otras.

Trabajar en barrios de la periferia, nos enseña el valor de la vida y la importancia de vivir con bienestar personal y colectiva. Hay zonas de la individualidad y la indiferencia, que coartan la libertad, nos destruyen los ideales, sueños y prospectos de un mejor país, es ahí que los líderes con decisiones colectivas con dirección, es que se erradican estos flagelos, me encantan los retos, es difícil pero no imposible.

¿Cuál es la otra pasión de Jennifer? 

Me apasiona viajar, descubrir la calidad humana dentro de su diversidad. Me encanta la naturaleza y la música es mi vida. Para mí, el arte es un elemento conector y esencial, es un provocador para decir, gritar y reir, para extender la presencia en la tierra. Poder danzar, más que una pasión, es una forma de vida, tocar un tambor, cantar, ir a espacios donde habita el arte para sentir el ritmo, todo esto es una catarsis, me quita el piano que a veces cargo en mi espalda. Por ejemplo, ir a la sala de exposición Carlos Drews Castro en Pereira, es como entrar a un mundo mágico, tridimensional. Deleitarme con la Banda Sinfónica en la retreta de la misma ciudad, es caminar el mundo encaramada en una partitura, en fin; la cultura me habita desde pequeña.

De igual forma la fotografía, la escritura es un medicamento. Pero escúcheme esto James, el modelaje, me adentra en el mundo de la novedad, de la habilidad y el diseño, de la producción en cadena, debajo de cada prenda vive un ser humano, una modista, un vendedor, hay una cadena de valor. Mi vida es también la propia pasión que la desarrollo como en crónica, es un estado que quiero seguir alimentando y explorando.

 ¿Cuál es el mensaje para la juventud colombiana?

Que nos apropiemos de nuestro territorio, a fin de cuentas, debemos construir lo que en un futuro queremos disfrutar. Es nuestra responsabilidad, no podemos delegar esta tarea al estado o nuestros padres, somos parte del problema y debemos hacer parte del cambio con acciones sanas, debemos impactar la sociedad, aportar al crecimiento de nuestro país a todo nivel, es un principio fundamental. Debemos participar de los planes, proyectos y propuestas del territorio, ser activos y propositivos.

La juventud en el 2021 marcó una ruta histórica y ahí escribió un capítulo en Colombia, todo es fácil con organización. Gracias James.

¡Gracias Jennifer!  por proporcionarme un espacio de su importante tiempo.

Después de este encuentro con una joven aguerrida, en esta tarde soleada, parecida a la de años pasados cuando la conocí, ella, es la misma, pero diferente. Hoy es una mujer que limpia su horizonte de vida, con una elocuencia fluida, construida con frases y párrafos de implícitos potentes, cargan fe, llevan una esperanza de vida, dan espacios para pensar que la imaginación, que soñar y proyectarse en el mundo no tiene límites, mientras se viva en concordancia con justicia, con sensibilidad y sin prejuicios.