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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

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BREVE CRÓNICA SOBRE EL PAPEL HISTÓRICO DE LA MUJER EN LA POLÍTICA COLOMBIANA

 

Los colombianos tenemos —en la actualidad— una mayor cultura política que la que tuvimos en épocas pretéritas y son muchas las razones que han forjado esta realidad. Una de las más importantes es el papel jugado por las redes sociales en el contexto de la información. La gran mayoría de los ciudadanos del común tenemos acceso inmediato al conocimiento de los hechos y acontecimientos de la vida cotidiana y de las acciones que emprenden los gobiernos, sus éxitos y sus fracasos. Casi nada sucede al margen de la mirada fisgona del animal político que es el ser humano. Esto contribuye a la generación de lo que llamamos «opinión pública», la percepción que tienen los habitantes de un territorio sobre los aconteceres de su entorno. A mayor información mayor cultura y esto se aplica especialmente al mundo de la política. Cada vez son menos las personas que no se interesan por los asuntos de la política y curiosamente mientras más fétido y nauseabundo sea el aroma que ella esparce sobre la sociedad más se estimula el interés por opinar o por inmiscuirse.

 

Pero el acontecimiento más singular —y quizás el principal— para la «politización» de nuestra sociedad fue la reivindicación de las mujeres en este contexto. Hace poco menos de 70 años el género femenino alcanzó en nuestra patria el derecho a votar, un logro formidable en el fortalecimiento del espíritu democrático de la nación. Este hecho consolidó su participación en la vida política de la sociedad colombiana, la cual existía desde los albores de la hispanidad, pero con caminos y escenarios paupérrimos y peligrosos.

 

Debemos recordar a Policarpa Salavarrieta, heroína que espió a los españoles, ayudó al reclutamiento de soldados para el ejercito libertador y fue fusilada en Bogotá a los 22 años de edad, a Mercedes Abrego ejecutada por los españoles por haber tejido el uniforme de brigadier a Simón Bolívar, Antonia Santos, guerrillera contra la Corona ejecutada 10 días antes de la batalla de Boyacá, Manuela Beltrán quien arrancó a sus 57 años de edad, simuló limpiarse el traste y arrojó al viento el edicto del Ayuntamiento de El Socorro en el cual se fijaba y se anunciaba el alza de los impuestos y con esta acción dio origen al levantamiento de los Comuneros, Simona Duque, conocida por ofrecer a cinco de sus hijos al ejército del General José María Córdova para unirse a la causa de la independencia, Josefa Conde, esclava que colaboró en la recolección de armas y caballos para el batallón de Simón Bolívar, a Francisca Llovet de Esquiaqui, quien ayudó a su esposo, un teniente español, a unirse a la causa libertadora y que tras su condena y muerte fue despojada de todos sus bienes y murió de hambre, Manuela Sanz de Santamaría (Manuelita), la intelectual aristocrática más reconocida en el Virreinato de la Nueva Granada, fundadora de la tertulia literaria «Tertulia del Buen Gusto»,  apodada «la mujer sabia de la colonia», hija del alcalde de Santafé —entre 1753 y 1762— Francisco Sanz de Santamaría y amante y cómplice del Libertador, Juana Bejar, primera Sargento Mayor de Caballería del ejército patriota, María Antonia Ruiz, la heroína negra que quemó en una batalla el edificio donde los realistas almacenaban las armas y se enfrentó a la infantería, María Cano, pionera del movimiento obrero, Ofelia Uribe de Acosta quien luchó por el sufragio femenino y fundó la revista «Agitación Femenina» y a muchas otras féminas que desde orillas diferentes contribuyeron a las luchas políticas de la nación y a la gestación del concepto de equidad de género, tema que abordaré en la siguiente entrega.

2 COMENTARIOS

  1. Este escrito me toca especialmente porque rescata algo que durante mucho tiempo se silenció: la huella de las mujeres en la historia política de Colombia. A veces creemos que la participación femenina empezó con el voto en 1957, pero en realidad viene desde mucho antes, cuando mujeres como Policarpa, Manuela Beltrán, Mercedes Abrego o María Cano se atrevieron a desafiar los límites de una sociedad que las quería calladas o invisibles.
    Leer sus nombres juntos es como encender una cadena de fuego que atraviesa siglos: de las que murieron fusiladas, a las que organizaron huelgas, a las que escribieron, marcharon y abrieron caminos para que hoy podamos opinar, decidir y votar. Cada una, desde su tiempo, aportó a la construcción de lo que ahora llamamos ciudadanía femenina.
    Aun así, el texto también nos recuerda que la historia no puede quedarse en el homenaje. Tenemos leyes, reconocimientos y hasta fechas conmemorativas, pero todavía falta mucho para que la igualdad sea real. No basta con recordar a las heroínas si en la práctica seguimos viendo a pocas mujeres en los espacios donde se toman las decisiones más importantes.
    Y aquí es donde vale una mirada más crítica: la lista de heroínas es poderosa, pero conviene ampliarla y volverla más diversa. Hay muchas mujeres afrocolombianas, indígenas, campesinas y populares que también hicieron historia y a las que casi nunca se menciona. La memoria de las mujeres no puede ser selectiva ni elitista; debe ser tan plural como el país mismo. Reconocerlas a todas no solo es justicia histórica, también es una manera de reparar silencios y darle profundidad a nuestra identidad colectiva.
    Por eso, más que mirar el pasado con orgullo, deberíamos mirarlo con compromiso. Honrar a las que vinieron antes de nosotras significa asumir el deber de seguir empujando, de exigir coherencia, de no conformarnos con los símbolos.
    Porque la memoria sin acción se convierte en nostalgia, y la lucha de aquellas mujeres merece algo más: resultados.
    Solo cuando la historia escrita por hombres se escriba también con la voz de las mujeres, podremos decir que la democracia está completa.

    Tengo un dicho que hace referencia a que la mujer es callada por el hombre y calificada de inferior porque el mundo ha estado pensado y construido por ellos. No me considero feminista. Considero que somos dos partes de la unidad y no lo hemos sabido potenciar

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