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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

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Colombia Federal

El primer sombrío escenario de violencias que ha vivido nuestro país, se dio entre Bolívar y Santander por el modelo de república a conformar, luego de esa incipiente independencia y de una ya lejana “Patria Boba”, como en muchas otras ocasiones, esa discusión, que debía ser dialéctica, se desarrolló entre armas, sangre y muerte, terminando con la victoria de Bolívar y la construcción de una república unitaria, se salvó si, que tuviéramos un presidente y no un emperador.

Durante la primera mitad del siglo XIX, la discusión se retomó, e incluso Venezuela y Ecuador, con ideas distintas, hicieron rancho aparte; Ya en la segunda mitad del siglo, entre 1863 y casi hasta 1886, existieron los Estados Unidos de Colombia, en un intento de autonomía y una necesidad de los estados, (hoy regiones) de controlar, sus muy particulares problemas y violencias.

La constitución de 1886, sancionaba en su artículo primero que: La Nación Colombiana se reconstituye en forma de República unitaria” y se reconfigura, el Centralismo que convertía al presidente en una especie de emperador omnímodo, que tomaba todas las decisiones desde Santa Fe de Bogotá, afectando territorios en los que nunca estuvo, incluso los alcaldes, gobernadores, intendentes y comisarios eran elegidos por él.

El constituyente de 1991 conservando una tradición de más de 100 años, decidió que nuestra república debía continuar siendo una república unitaria; así, en su artículo primero decreta que: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales (…),” y si bien habla de descentralización y autonomía de los entes territoriales aún la mayoría de las decisiones se toman desde el gobierno central.

Lastimosamente esto sólo se ha visto, en la posibilidad de elegir alcaldes, gobernadores y cuerpos colegiados, como lo vamos a hacer el 29 de octubre. Pese a varios intentos normativos para efectivizar esa descentralización y autonomía, los últimos presidentes mesiánicos que hemos tenido, bajo la premisa de que los entes territoriales son corruptos, cada vez se abrogan más, las competencias que les garantizan su autonomía, por ejemplo, la urgencia de retirar las contralorías departamentales y municipales, por decir algo.

Quizá al territorio que más daño le ha hecho este exceso centralista, es a la misma Bogotá, que ha crecido de manera desmesurada, alimentada por millones de colombianos que buscan oportunidades cerca de los círculos de poder estatal y privados, afectando de manera grave la calidad de vida en esa ciudad, que ya no es una ciudad de bogotanos, sino que es una ciudad cosmopolita, con millones de personas de otras latitudes del país, y de otros países, que la han atiborrado.

Cada que vamos a Bogotá nos encontramos a nuestros alcaldes y gobernadores en esa ciudad, mendigando recursos con los ministros, viceministros, y directores de departamentos administrativos, contratando con oficinas lobistas de esa ciudad, para que los siente en una mesa, y así encontrar unos minutos para explicarles cuales son las necesidades de los entes territoriales; cada que entrevistan en televisión a un mandatario local, aprovecha para pedir ayudas, recursos o inversión del estado central para sus territorios (no hay derecho).

En las últimas semanas hemos visto a un ministro, burlarse de las necesidades en seguridad en algunos territorios, vemos cómo se culpa a los alcaldes y gobernadores por la situación de seguridad, cuando la fuerza pública depende exclusivamente del estado central; así que tildar de hipócritas a unos gobernadores que ruegan por la seguridad de sus territorios, es una prueba flagrante de la necesidad de volver e hablar del federalismo, pues surge de manera urgente ejercer control territorial, en un estado que no se encuentra muy lejos de ser fallido.

Además, que los gobernantes de turno brindan más y mejores soluciones a los territorios gobernados por políticos afines, mientras que privan de recursos nacionales a los gobernantes de otras corrientes políticas, pensamientos e idiosincrasias, y por ende, a sus ciudadanos.

Los antiguos griegos decían que el estado debía ser pequeño para que el príncipe lo pudiera controlar, de allí su estructura de ciudades “polis” con estados pequeños y bien controlados, con instituciones democráticas que al parecer funcionaron.

En Colombia vemos una concentración excesiva de la violencia en los extramuros, pues es la costa pacífica, Putumayo, Nariño, Santander y La Guajira, los departamentos con más altos índices de violencia, nos podemos preguntar si el estado es excesivamente grande, también si hay escasez de fuerza pública, pero lo cierto es que no es sólo fuerza pública, el estado no es capaz de hacer presencia en los territorios.

Pensemos si sería distinto, que los gobernadores tuvieran su propia fuerza pública, si los departamentos tuvieran que competir para tener mejores recursos y así optimizar y mejorar su inversión, si los territorios pudieran establecer leyes acordes a su idiosincrasia, pagando un tributo a un Estado Central Federal, para que se encargue de las relaciones internacionales y de la defensa internacional del estado.

Dirán los partidarios del centralismo que la corrupción imperaría, pero la verdad es que hasta la fecha el estado unitario, no ha sido exitoso en ese trabajo.

Confieso que le tengo pánico a una constituyente en medio de esta polarización que vivimos, pero debemos con la mano en el corazón pensar en alternativas que nos permitan garantizar a los colombianos, la paz y la convivencia dentro de un marco legal eficaz y efectivo, y lo cierto es, que después del acuerdo de paz con las FARC, el estado colombiano, no fue capaz de llegar a los territorios y ejercer gobernabilidad, no podría decir que es por grande, pero si lo digo con plena certeza que fue por ineficaz.

2 COMENTARIOS

  1. Es la discusión eterna de esta República, hasta guerras hemos tenido por esta discusión, en fin, nunca el centalismo dejara los reditos de tenerlo.

  2. Comparto tú opinión y propuesta de descentralización del estado, pero la verdad aveces da miedo por el exceso de corrupción.
    Sería bueno darnos esa oportunidad

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