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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadCrimen y Castigo.

Crimen y Castigo.

ESCAMPAVÍA

Para sentir remordimiento se requiere algún sentimiento de culpa, cargo de conciencia que Dostoievski describe con maestría; para que una violación al derecho, a la libertad ajena, se requiera el dolo, la intención de agredir, de trasgredir la norma y el derecho, por ello la provocación hace parte de la conducta dolosa, puesto que se realiza para despertar una reacción que pueda ser juzgada con mayor rigor que la acción que la genera.

El codazo con el que reaccionó, probablemente de manera instintiva, nuestro brillante deportista, ante la provocación sorda, disimulada, casi oculta de parte de un malicioso uruguayo, es un buen ejemplo de lo dicho, si bien es cierto que la segunda amarilla traía como consecuencia la expulsión, esta se originó en una provocación maliciosa, deliberada por el marrullero charrúa, solo nos llamó la atención que los diligentes observadores del VAR, no llamara al árbitro para sancionar a quien inició la desafortunada acción que favoreció al equipo provocador. Esta no fue la única trapisonda, las cámaras nos mostraron a otro de los azules en una acción discriminatoria en contra de otro de los nuestros al, otra vez, de manera premeditada, tocar su pelo antes de ejecutar una jugada aunque esta vez el agredido, afortunadamente, no reaccionó como pretendía el pícaro azul y para rematar lo increíble, la batalla campal entre jugadores y espectadores que ilustró con qué clase de personas lidió un equipo que recibió y recibió golpes y golpes, como actúan los que fingen y tratan de engañar a los árbitros, mañas que son de común ocurrencia y que no se si se darán en la final, puesto que esta columna se escribe antes del del partido.

Estas promociones en el campo deportivo no se pueden comparar con las terribles que se vienen dando en el Medio Oriente, la cuidadosamente planificada agresión en contra de los asistentes a un festival musical en los límites entre Palestina e Israel, que es una etapa más de las acciones terroristas con las que organizaciones armadas y sanguinarias reaccionan a las también brutales reacciones de los judíos, es un claro ejemplo de provocación que buscaba la reacción del enemigo, eso de secuestrar a miles de personas era un desafío que quienes lo ejecutaron, pensamos nosotros, sabían se respondería con saña y violencia; el hecho de mantener a los secuestrados retenidos, a pesar del inmenso costo en vidas de inocentes, causa, deja perplejo al mundo que, por supuesto, condena los bombardeos a los refugios de los armados, quienes usan cono escudo a los más vulnerables, a lo indefensos, generando este genocidio de lado y lado, horror al que no podemos menos que condenar a los unos y a los otros, a los unos por asesinos, secuestradores y a los otros por bombardear a pesar de que en medio están los que no se pueden defender ni ocultar, la guerra la masacre no puede ser menos que condenada, y los actores, los unos y los otros son culpables de lesa humanidad. A todo esto no se puede entender que si se regresa a los secuestrados se terminan estos horrores, la razón para no hacerlo; este es un caso de provocación y reacción violenta  e injustificada.

Sin embargo algunas provocaciones se pueden responder con elegancia e inteligencia; cuentan que, en otros tiempos, cuando los Presidentes de la República podían caminar por la carera séptima de Bogotá, cuando se toparon un primer mandatario con un adversario político en un andén, el furibundo contradictorio le gritó a la primera autoridad, yo no le cedo el paso a ningún y usó el adjetivo que repite nuestro nuevo ministro para calificar a quienes no quiere, el presidente, bajándose del anden le respondió: yo si.

Quien escuche las grabaciones de lo que ocurrió en el Honorable Concejo Municipal de Pereira, en la sesión a la cual invitó a sus colegas de Manizales, concejales y diputados, reunión en la cual los despidió con cajas destempladas cuando, al igual que los Concejos de Santa Rosa, Dosquebradas y  Chinchiná, manifestaron su oposición a la prolongación de la concesión a las Autopistas del Café, por treinta años, se pueden preguntar si esa provocación tiene alguna razón oculta, la cual, de alguna manera, se parece a lo que viene enlutando a nuestra ciudad cuando ve a sus dirigentes tras la rejas, y si los regalos que hace públicos la concesionaria para ganar aplausos, no coincidían con otros que desconocemos.

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