Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadDe nuevo, los cineclubes

De nuevo, los cineclubes

Hacen falta muchas cosas. Los Cine Clubes nacieron hace muchos años y por allá lejos. Y la idea es pensar en la función y atractivos que estos tenían y tuvieron y los porqués, con la excéntrica modernidad (que no tiene razón lógica de ser, así sea perentorio que la misma exista, subsista y siga dándose, porque perturba la realidad) ellos desaparecieron.

Era muy agradable pertenecer, fundar, trabajar y vivir adentro de los cine clubes. Se aprendía, se enseñaba, se convivía con personas que además de cine, saboreaban las otras artes y otros temas, y conversábamos tardes y noches enteras, alrededor de unos cafés, entre calientes y tibios. Hasta al cine lo contemplábamos en esas bellas y encarretadoras tertulias. Y vaya colmo, hasta en las reuniones del Comité directivo del mismo, muchas veces, veíamos películas, las que comentábamos, criticábamos, volvíamos pedazos y obvio, subíamos hasta el cielo, cuando su director, sus actores, el guionista y la poesía que había allí escondida, lo merecían. Con los cineclubes crecimos muchos, conocimos mucho, se viajó bastante y hasta, en la vida real, se formaron familias, de donde se generaron descendencias que hoy por hoy tienen una u otra afición por el cine, amor por el cine, y relación tan afectiva, leal, sincera y concreta, que hasta viven del cine. Hay muchos hijos de películas por culpa de nosotros, de nuestros cineclubes digo, así esto suene muy raro.

De nuestro cine club, el universitario, el UTP, que fue muy famoso por muchos años, hay hoy día cinéfilos refinados, realizadores y realizadoras muy refinadas, personal técnico consagrado que vive profesionalmente hoy día de ello, autores y escritores de guiones y novelas y cuentos, reconocidos, poetas que hacen poemas con un estilo tal, que hasta le han dado un toque más mágico a la misma y contadores de historias que lo hacen de manera tan agradable, que hacen ver las imágenes descritas de lo que narran tan reales, que construyen mundos más mágicos, más diferentes, más hermosos…

El Cine Club era esa posibilidad de hacer más y mejores amigos, pues el séptimo arte con su encanto y magia, lo obligaba a uno a programar su agenda para equilibrar la carga de las actividades malucas de los compromisos malucos, con ese relax que invitaba a ver el mundo de una mejor y más agradable manera.

Hasta para vivir la vida real como la vivían los actores en las películas, servía el cine club. Y me explico, para no crear falsas expectativas, en esas reuniones, que obligatoriamente eran semanales, además de las funciones en la sala, que también eran semanales, los encuentros eran amables, amigables y susceptibles de enamoramientos. Parejas, y muchas, se generaron allí, unas en los sitios donde las reuniones se concretaban y otras en la ceremonia, casi religiosa, de la función programada, en las que uno hacía de taquillero, vendiendo las boletas de entrada; el otro de portero, recibiéndolas; otro u otra, acomodando a los que ya ingresaban a la sala y uno más, haciendo una introducción a la proyección, en la que daba unas pautas que orientarían a los espectadores para que la percepción de la historia que contaba la cinta fuera más liviana y concreta; y de ñapa, aquel que en el foro, ese magnífico conversatorio que se hacía luego de la proyección de la cinta, moderaba la conversación en la que aparecían nuevos y sofisticados críticos, que contaban a pulmón muy sonoro, lo que creía era lo que había querido decir el director de la película y eso sin tener en cuenta, que antes, los mismos miembros del grupo cultural, ya se habían reunido para programar ciclos, definir valores de entradas, preparar sus textos para la columna de los domingos en los diarios locales y coordinar la promoción y publicidad del material seleccionado.

Con los cineclubes aprendimos mucho y la nostalgia nos pone a desear revivirlos, ya lo dije una vez y lo repito, porque me hacen falta y veo y siento con muchos allegados a los que también les hace falta, porque somos seres sociales y nos gusta que muchos más sean enfermos por el cine, aprendan a amar con la ayuda del cine, se escondan en el cine para decirse esas verdades que no se logran con la luz del día y a vivir esas otras realidades que el cine en las salas, en los teatros, en las multitudes encerradas en un mismo sitio, donde solo se siente el olor de la persona que está al lado, lo inspira a uno, lo reanima a uno o hasta lo puede matar a uno.

Por ahora, veo una solución para sobrellevar esta nostalgia, ponernos de acuerdo entre varios, amigos o interesados, ver una misma película en un plazo de una misma semana por ejemplo y con una cita en un sitio que juegue a ser tertuliadero, hablar de ella como lo hacíamos allá en el teatro Comfamiliar de la carrera quinta con calle veintiuna.

Ojalá sin tener la intención de sentar cátedra, que huele muy feo.

¿No les parece?

1 COMENTARIO

  1. Me parece. Y si se sigue el ejemplo durante la pandemia? Muchos Cineclubes nacieron virtuales. Montar un cine club virtual, es atrapar la nostalgia para seguir hablando de cine. Así huela feo.

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