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PolíticaDesde el afecto

Desde el afecto

POR LUIS ENRIQUE ARANGO JIMENEZ


Tuve oportunidad de escuchar al senador Juan Luís Castro, del partido Alianza Verde, en la última sesión de la escuela de formación política de Compromiso Ciudadano en Risaralda . Se trataba de debatir sobre el papel del Congreso en la democracia.

Me sorprendió gratamente su discurso pausado, frentero e inteligente. Debo aclarar que es un médico cirujano , que emigró hacia Canadá en el año 2001, donde se desempeñó como investigador y luego se formó como especialista en siquiatría infantil en USA y además cursó una maestría en Salud Pública.

Nunca había pensado actuar en política, confiesa que por la experiencia de su madre, Piedad Cordoba, no había quedado con una buena impresión de la misma. Sin embargo, cuando estuvo trabajando en USA cayó enfermo y muchas cosas le cambiaron de la noche a la mañana, aprendió a valorar el tiempo y quiso darle rienda suelta a su vocación interior.

Después de un intento fallido en el 2014 en el liberalismo, prefirió ingresar al partido Alianza verde en el 2017 para llegar al senado y después de analizar, cómo lo expresó claramente, las afinidades y la matemática de las posibilidades.

Hizo la campaña conmutando estadías quincenales entre USA y Colombia y atendiendo pacientes vía virtual. Fue electo en el octavo renglón de la lista del partido Alianza verde como Senador en marzo de 2018 .

El formato de la escuela le brinda la palabra a los invitados, quienes hacen exposiciones de entrada y posteriormente le ofrecen a los asistentes la posibilidad de formular preguntas e incluso opinar.

Después de la batería de preguntas que se dieron después de las intervenciones en la sesión aludida de la Escuela , algunas respuestas del Senador Castro llamaron mi atención y quiero compartirlas con ustedes , pues retratan con realismo la situación de la política Colombiana.

Se le preguntó cual era el nivel intelectual y de pensamiento crítico de quienes llegaban al Congreso y si se podían crear requisitos en esta materia para acceder al mismo. Su respuesta fue mas o menos la siguiente:

En el Congreso hay gente muy calificada, además muy inteligente y astuta, ese no es el problema. La carencia y el déficit está en la falta de valores y principios éticos. Allá no reina la razón, son los intereses y otras cosas. La razón es lo último.

Otra pregunta lo interpeló en el plano personal, preguntándole sobre sus vivencias en el Congreso y sus respuestas fueron igualmente directas y descarnadas:

Palabras más palabras menos,
Confesó que se ha sentido un bicho raro al descubrir la forma como se suele dar la controversia y el debate, acusando al adversario, creando rumores, ambientes hostiles, olvidando el afecto que para él debe ser primordial. Dice además que dependiendo de las circunstancias en unos sitios se dicen unas cosas de las personas y en otros otras.

Agrega además , que de ese modelo de actuación no escapan incluso algunos congresistas de los llamados sectores alternativos.

Afirma que hay diversas maneras de hacer la política y que algunos la hacen desde los extremismos, que eso puede dar réditos por las emociones que se despiertan pero que también provocan rechazo, dolores y violencia.

Dice que si no se hace la política desde la empatía, desde el cariño, desde el comprender las necesidades y situaciones de los demás va a ser muy difícil que se puedan cambiar las cosas en el país.

Dice que el año pasado apareció en el listado de los mejores senadores y que revisando la lista descubrió que el era el único que hacía la política de forma diferente. Advirtió que no es porque sea el mejor sino que escogió un camino diferente.

Desde mi particular punto de vista me parece que esa desviación que encuentra Castro en el Congreso, no está solamente allí, está expandida en todo el escenario del debate político nacional y con mayor desborde en los llamados extremos.

Las barbaridades que se dicen los unos de los otros con el mayor desparpajo aterra. Y no se crea que solo ocurre en ámbitos de personas iletradas o con poca formación académica . El fenómeno atrapa por parejo.

En las últimas horas recibí un panfleto con acusaciones a Horacio Serpa Uribe, presentándolo como un criminal en contravia de lo que parece ser un consenso nacional, según las manifestaciones después de su fallecimiento. Si a un personaje de la estatura y dimension de Serpa le tiran de esa manera, imagínense a los demás .

Insisto en que esta forma de llevar la controversia política no es patrimonio de un solo sector, ocurre en todo el espectro aunque en las posiciones extremas es más visible y lo más paradójico es la volatilidad de la posiciones, pues pueden cambiar 180 grados de la noche a la mañana con la mayor naturalidad .

Para la muestra un botón, cuando Ivan Marulanda Gomez anunció su intención de participar como precandidato a la presidencia dentro del partido Alianza verde, tomando distancia de compromiso ciudadano, con el propósito de buscar participar de la estrategia de buscar una convergencia con otras fuerzas , señalando que era amplia y sin exclusiones, quien dijo miedo: los otrora contradictores saltaron como resortes a alabarlo y mostrarlo como ejemplo del presidente que necesitaba el país, sin embargo, tan pronto aclaró que en la consulta que tendría lugar en las parlamentarias de marzo del 2022, previas y entre alternativos, no debería participar Petro, se voltearon con la misma facilidad a pintarlo de Uribista camuflado, narciso, y sandeces parecidas, del mismo calibre de las que utilizan contra Sergio Fajardo, después que este votara en Blanco en la segunda vuelta presidencial del 2018.

Pero de manera automática, sin darse una pausa para analizar o para oír explicaciones. No señor, como resortes .

No olvidan, no le hacen el debido duelo a la pérdida de Petro con Ivan Duque; no buscan en su lider los errores, sino que se dedican a culpar a otros.

Jamas el insulto y el ataque serán herramientas para persuadir. En política para sumar hay que persuadir y ello no se logra con la ofensa y el agravio. Alguien les vendió mal la pócima.

Pero quiero ir más allá, este atentado a la razón y a las buenas costumbres no es solo patrimonio nacional parece ser la tendencia en el mundo entero. Al candidato Joe Biden le enjalmaron la acusación de ser comunista, petrista y castrochavista.

A esto es lo que se llama polarización, conducta que no repara en mentir y en llamar al odio contra el adversario.

Yo no he sido ni seré capaz de militar en política desde el llamado sectarismo, por ello me siento tan cómodo en compromiso ciudadano. Guardo la Fe y la esperanza que seamos capaces de encontrar el camino para darle a Colombia el rumbo que necesita, admitiendo que es posible sumar mucha gente a este esfuerzo. Por ello valoramos el llamado a hacer la política desde el afecto y no desde el odio.

En esto probablemente todos tengamos defectos pero debemos empezar por reconocerlos.

Quiero traer a colación una frase de Pepe Mujica en su reciente intervención en el Senado Uruguayo al presentar la renuncia: “el odio idiotiza”

A propósito, anoche se cierraron las elecciones en los Estados Unidos, hay dudas de que se pueda declarar un ganador hoy y hay muchas sombras al respecto. Apostamos por Biden

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1 COMENTARIO

  1. No es desconocido lo que narra el doctor Juan Luis Castro con relación a como se dan los debates en el Senado. Precisamente por esa misma razón estoy en compromiso ciudadano. Soy de una generación muy mayor que viví otra clase de politica y que en este grupo revivo mi pasado, honradez, trabajo en grupo y pensando en los desfavorecidos, y el bien de todos y no solo el personal.

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