Por: FERLEY HENAO OSPINA
ferleyhenao@gmail.com
Los países andinos sufren progresivamente reveses que llevan las crisis económicas y el resquebrajamiento de sus sistemas productivos, dependientes de un sector terciario, caracterizado por su alta dependencia en la importación del mercado de capitales y tecnologías de informática y comunicación.
Aún, sus modelos de desarrollo, anclados en un pasado bucólico de guerras y colonialismo monocromático, no contemplan al turismo como a uno de los sectores económicos fuertes, con crecimiento sostenido y de un gran potencial exportador.
Dentro de sus variables económicas, el turismo, como atrayente de divisas, juega un papel todavía muy pobre, a pesar de tener países situados en el cinturón neotropical de la gran Biodiversidad. Y biodiversidad no solamente de especies, también de paisajes, climas, pueblos, comunidades campesinas, indígenas, afrolatinas, de tradiciones y leyendas, etc. Es paradójico, pero es así.
El turismo apenas aparece en la gramática contemplativa de los planes nacionales y locales de desarrollo, con la vista en lontananza por parte de la miopía política, sin ninguna inversión importante a la vista, sólo como un deseo expreso, previsto para que lo ejecuten las próximas 3 o 4 generaciones, cuando el cambio climático, la contaminación y la depredación inmisericorde de recursos, acabe con lo poco que nos queda.
El Eje Cafetero dispone de innumerables lugares y paisajes propios para el desarrollo del Ecoturismo. La diversidad de relieves y climas, la posibilidad de intercambio de regiones cálidas a páramos en períodos de tiempo relativamente cortos, la enorme riqueza florística y faunística, la multiplicidad de unidades de paisaje características del relieve, desde los bosques de niebla, las montañas, hasta los valles interandinos, las sabanas tropicales y las costas, conforman un abanico de posibilidades sumamente llamativo y amplio para el turista común o el especializado.
Nuevas corrientes en el desarrollo municipal de nuestros pueblos han incluido dentro de sus planes de ordenamiento territorial al turismo como un componente estratégico para el futuro económico, cultural y para la formación de nuevos capitales sociales.
Sin embargo, la falta de voluntad política y el manejo oscurantista de muchos gobernantes dedicados a resolver sólo problemas de cemento en su cuarto de hora, han dejado pasar incluso a un tercer plano, lo que pudiera constituirse en excelentes alternativas de empleo y formas plausibles de redención económica para sus comunidades, como es el caso de los proyectos turísticos rurales y especialmente, los orientados al Ecoturismo.
Pero un proyecto Ecoturístico requiere, ante todo, caracterización biofísica de fuentes hídricas. Eso, fuentes hídricas. He aquí el punto clave.
En el otro lado de la medalla encontramos gobiernos locales (alcaldías y concejos) que, de manera improvisada, por desconocimiento o por satisfacer intereses particulares, autorizan, aprueban, permiten o toleran proyectos que demandan grandes volúmenes de agua o que sus fuentes hídricas son afectadas por el flujo turístico, sin imponer los controles que son requeridos por las normas.
Un mapa de cuencas hidrográficas del Eje Cafetero, muy bien fundamentado, publicó en 2015 la Federación de Cafeteros de Colombia, se los comparto:

El Eje Cafetero es particularmente sensible y vulnerable en muchas zonas, razón por la que sus fuentes hídricas deben ser cuidadosamente tenidas en cuenta en esta clase de proyectos.
Monocultivos de café, caña y aguacate, amenazan con el impacto que puedan tener debido a la gran cantidad de recursos naturales que extraen y a otras consecuencias colaterales ya que emplean, en fertilización o en combate de plagas y enfermedades, sustancias químicas peligrosas que llegan a las fuentes de agua y ponen en peligro la salud humana.
La siembra de pinos o eucaliptos en las cabeceras de las cuencas y microcuencas resulta preocupante por su característica esquilmante del suelo y por su condición de enormes demandantes de agua. Santa Rosa de Cabal y Quinchía en Risaralda, así como algunos municipios del Quindío lo están experimentando. El científico Charles Stirton estableció que:
“El flujo de los arroyos en áreas infestadas por pinos se reduce. Los pastizales se pierden. La acumulación de combustible se eleva y el peligro de que se produzcan incendios forestales es mayor”.
La minería en Salento, Quindío ha provocado preocupación regional y particularmente en este departamento. El problema de la minería extractiva es también muy sentido en Risaralda, de modo particular en Quinchía.
Como puede colegirse, con los breves ejemplos que presentamos en las líneas anteriores, las amenazas que se ciernen sobre los recursos hídricos del eje cafetero son muy grandes.
El ecoturismo debe ser entonces, el sector que Sí cuide los recursos naturales. Esa es su verdadera esencia: ¡Paisajes Naturales!
Respetado Columnista: excelente investigación
Armar el proyecto ecoturistico regional , debe ser un propósito regional, unir voluntades políticas, cívicas y sociales.
Actuar como deptos y ciudades independientes , es continuar en rencillas anacrónicas, que impiden el progreso.
Voluntades regionales, para mejorar el acceso vial, la restauración de nuestros tesoros naturales y la estructura de muchas viviendas , motiva al turismo propio y de foráneos.
Ferley gran análisis, totalmente de acuerdo con que el turismo debe ser una vía de desarrollo y redención económica para las comunidades y que el factor de sostenibilidad y restauración de los ecosistemas debe ir incluído dentro de las propuestas experienciales, aprovechando el interés del público internacional por este tipo de experiencias, de esta manera se asegura un producto intagible de nivel de exportación para que produzca la activación comercial y promueva el empoderamiento de las comunidades anfitrionas.
Amigo Ferley, gran columna que expone las realidades el ecoturismo en el eje cafetero. Preocupante que la sostenibilidad turística sea vista como un tipo de turismo y no como un atributo que cada iniciativa turística deba tener. Adicionalmente, como tu lo indicas, la falta de voluntad política en el sector turístico no permite un correcto desarrollo de esta actividad económica que puede dar grandes condiciones de empleo y de conservacionismo para la naturaleza, tradiciones y cultura.