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Director Fundador

PolíticaEl dinero no da la felicidad

El dinero no da la felicidad

Por ALBERTO ZULUAGA TRUJILLO

“Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, solo entonces el hombre entenderá que el dinero no se come”, reza un viejo proverbio Creek (pueblo amerindio). El dinero, indudablemente, nos  proporciona una buena vida, no debiendo ser el objetivo único de nuestra existencia. Lo normal, es que busquemos mejorar nuestras condiciones económicas y, por supuesto, el hacerlo está bien. Con el dinero, podemos comprar el más confortable colchón del mundo pero con éste no estamos adquiriendo un sueño profundo y reparador. De ahí la equivocación de creer que en el dinero está la solución a todos nuestros problemas cuando, de pronto, se nos puede volver  la causa de todos ellos. No está mal que nos gusten las comodidades, no está mal que nos demos gusto, para eso trabajamos, para brindarnos una mejor calidad de vida. El resquebrajamiento de la unidad familiar se da en muchas ocasiones por la inversión de los valores. Depende, y en mucho, del tiempo invertido para afianzar su unidad, no en el dinero gastado en procurarla. La felicidad real y verdadera viene de nuestro interior fundamentada en el conocimiento y en la confianza en lo que somos. En este duro confinamiento al que nos ha sometido la pandemia, nos ha tocado despedir a varios de nuestros amigos, unos víctimas del COVID-19, otros por causas diferentes pero se han ido sin que podamos acompañarlos en esos instantes finales. Alegres y bullosos la muerte se los ha llevado no importando cuanta resistencia hayan opuesto en su lucha por esquivarla. Han sido vencidos por la fuerza inescrutable del designio. De todos ellos, a uno en especial recuerdo por sus ansias de vivir, pese a haberse dañado sus últimos años alimentando una amargura y  resentimiento contra uno de los suyos, a quien equivocadamente señalaba de haberle quitado  el dinero que nunca le hizo falta para vivir de manera holgada y sin afugias. Si bien el dinero hay que cuidarlo, no malversándolo, su inversión habrá de generarnos ansiedad. El dinero es bueno, decía alguien, por lo que dan por él. Pero nunca el dinero ha podido comprar  felicidad. Se compra medicamentos, pero no salud, diversión, pero no gozo, casa, pero no hogar, compañía, pero no amor. Y en este campo del amor, en donde por naturaleza somos seres necesitados de ese especial afecto, por ser fuente de inmenso bienestar, el no compartir en mínima parte lo mucho o poco que poseemos, creyendo equivocadamente que con ello estamos menoscabando nuestra dignidad, abrimos las puertas a una vida infeliz. Del lado que esté el dinero, si puede contribuir a la felicidad, para eso está ahí. ¡Cómo nos cuesta entender que el dinero es un medio y no un fin! La vida, finalmente, nos da duras lecciones. Sumidos en honda tristeza, nos enseña que la felicidad existe. Cansados del ruido, nos invita a apreciar el silencio y adoloridos por la no presencia de un ser querido, empezamos a valorar tardíamente su ausencia.  Que el nacimiento de Jesús en este duro 2020, sea el renacer de un nuevo hombre, trayendo paz, amor y reconciliación. Feliz Navidad.

Alberto Zuluaga Trujillo.                                                                    alzutru45@hotmail.com

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