Después de más de un año de preparación del calendario electoral en todas sus fases y donde los pereiranos fuimos testigos de innumerables campañas políticas a diferentes corporaciones y cargos, nos encontramos con todo tipo de aspiraciones políticas, muchas descabezadas e improvisadas, otras bien planificadas y estructuradas, muchas salidas de la manga con aspiraciones sin procesos previos o mérito alguno, sin experiencia reconocida ya sea desde lo público o lo empresarial, o sin un trabajo reconocido desde lo social.
Pero también encontramos candidaturas con formación, surgidas de diferentes grupos sociales o a través de candidatos que han venido haciendo un recorrido de vida estructurado desde el sector público o privado o desde el trabajo con la comunidad, con trabajo plenamente reconocido desde los nichos políticos que se piensan segmentar.
De eso se trata la democracia en nuestro país, así lo permite la Constitución y más que premiar la meritocracia y los actores de la civil con buenas e intachables hojas de vida, nuestra democracia permite que las oportunidades a cargos de elección popular sean de acceso universal, donde el mundo moderno, la globalización y las comunicaciones pueden con todo.
Los tiempos han cambiado, donde las propuestas, las ideas, los discursos multitudinarios y la formación e historia de los candidatos pasan a un segundo plano, donde muy pocos leen los planes de gobierno propuestos por estos, donde ya las ideas no son factor determinante para decidir la dirección del voto programático.
Hoy en día las estrategias de marketing digital y las directrices de los consultores y estrategas políticos que en tiempos electorales abundan en todas las latitudes como los vendedores ambulantes en época decembrina, pueden con todo.
En tiempos modernos lo que prima en una campaña política son: una buena imagen, la pinta, ser fuerte en redes, mayor número de seguidores, ser mejor comunicador que un presentador de televisión, ojalá con matices de youtuber, tener un gran equipo de producción y edición de videos, tener mayor infraestructura y capacidad para llegar a una mayor audiencia. Donde triste y melancólicamente podemos decir que los debates, las columnas, los paneles de análisis y los foros pasaron a un segundo plano.
En muchas ocasiones frente a ciertas candidaturas, los ciudadanos se inclinan por el que mejor marque en las encuestas, ¿para dónde va Vicente?, para donde se incline la gente. Muchas veces sin cuestionar, solo desde el acomodamiento se van sin titubear, sin mirar quién financia a los candidatos, qué cola tienen, cuál es su pasado, qué daño le han hecho a la sociedad. Hoy en día las encuestas pueden direccionar el voto, incidir en algo, han perdido credibilidad, en tiempos donde nadie cuestiona nada, y solo una imagen vale, en ocasiones el que manda a hacer la encuesta es el que las goza. Sin embargo hay un momento que a pesar de todos estos antecedentes y preámbulos en medio de las campañas electorales, ya sean de ideas o propagandas sucias, los ciudadanos se encuentran frente a frente, como en un espejo, reflejando lo que son, en el momento definitivo de la verdad, se puede engañar al que quiera, nos podemos acomodar por interés, pero frente a la soledad intima del cubículo y el tarjetón, nuestra conciencia sale a relucir, podremos engañar a los demás, pero nunca a uno mismo, en ese momento sabemos si se toma la mejor decisión, si votamos por los de siempre, los que utilizan los recursos de los pereiranos para hacer política, con las maquinarias para corromper al elector o sabremos si queremos construir una ciudad mejor, una Pereira mejor, por nuestras familias y nuestros hijos, votando por personas diferentes. “Dios bendiga el voto a conciencia del elector”.