La algarabía de la élite ultraderecha de Colombia, tuvo esta semana otro plato para degustar, ahora por cuenta de la posesión del presidente legítimamente reconocido por las autoridades electorales de la República Bolivariana de Venezuela.
Para esta élite que pretende posar de “democrática, prístina, transparente, impoluta”, mejor dicho, casi ángeles, las elecciones del 28 de julio de 2024, que dieron como ganador a Nicolás Maduro, no fueron transparentes ni legales, porque según ellos, actuando como altoparlante de la derecha venezolana, encabezada por María Corina Machado y Edmundo González, el ganador real fue este último señor.
Esa élite colombiana, constituida en verdaderos clanes políticos con rasgos y nexos mafiosos, fascistoides y corruptos, la conforman apellidos con pasados oscuros: Vargas Lleras, Pastrana, Uribe Vélez, Santos, y se suman unos de nuevo cuño, aunque no pasan de ser simples monigotes como Duque o Vicky Dávila. Veamos:
Misael Pastrana Borrero, se hizo presidente en 1970, después de configurarse un fraude monumental contra el candidato de la Alianza Nacional Popular ANAPO, Gustavo Rojas Pinilla, pues la Registraduría Nacional le daba a Rojas Pinilla una amplia ventaja hacia la media noche ese domingo de las elecciones, pero Lleras Restrepo, abuelo de Germán Vargas Lleras, ordenó que las emisoras cambiaran de programación y no siguieran transmitiendo datos electorales. Como por encanto, al día siguiente el ganador resultó ser Misael Pastrana, padre de Andrés Pastrana.
Uribe Vélez fue elegido en 2002 con el apoyo macabro de los paramilitares, pues así lo han declarado numerosos de los jefes paras en distintas instancias judiciales, empezando por Salvatore Mancuso, lo que se conoce como la “parapolítica”; y logró su reelección en 2006, después de cambiar un “articulito” de la Constitución, a base de compra de votos en el pútrido congreso, lo que se conoce como la “Yidispolítica”.
Ni para qué hablar del señor Iván Duque (2018), elegido con dudosas actas de jurados, pues se pudieron documentar muchos casos que los formularios E14 fueron adulterados en favor de Duque y restándole votos a Gustavo Petro, así como el apoyo del narcotraficante “Ñeñe Hernández”, después asesinado en extrañas circunstancias en Brasil. ¡Qué conveniente este homicidio!
Lo llamativo en todos estos casos, es que la OEA, ni el Departamento de Estado de los EEUU, ni la Unión Europea, salieran a pedir “cercos diplomáticos”, ni a reconocer como Presidentes a los candidatos víctimas de los fraudes, y menos a imponerle sanciones a Colombia (cosa que tampoco hubiese sido aceptable porque terminan perjudicando al pueblo), ni a ofrecer millonarias sumas de dinero en dólares por las cabezas de los corruptos. Claro, eso se explica porque esta élite colombiana es funcional a los intereses del imperio norteamericano, y ahí sí, primero lo primero, los intereses económicos y geopolíticos.
Causa entre risa e indignación ver a Uribe Vélez pidiéndole a la ONU acciones contra Venezuela, y uno se pregunta, por qué no pide iguales medidas para que se esclarezcan los crímenes de Estado cometidos en sus dos nefastos gobiernos (2002-2010) o “falsos positivos”, o lo sucedido en la Escombrera de Medellín.
Lo dicho, esta élite tiene ¡rabo de paja!
¡La nota! El próximo 18 de enero/25, a las 3 de la tarde, nos veremos en la plaza de Bolívar de Pereira, a las 3 pm, para conmemorar el 36 aniversario del asesinato de nuestro compañero y amigo Gildardo Castaño Orozco. Que no se crean los determinadores de ese crimen, que hemos echado en el olvido la memoria de Gildardo, y la fechoría que cometieron. La Fiscalía debe reabrir la investigación por este y muchos más crímenes, con base en la sentencia de la CIDH, del 30 de enero de 2022.