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ActualidadHabía una vez, un país al revés…

Había una vez, un país al revés…

Por: Angélica Ramírez

¿Para usted, qué está al revés? ¿Qué cosas están donde no deberían estar? ¿Qué cosas estando al revés, funcionan mejor que si estuvieran al “derecho”?

Con este cuento solo pretendo que lleguemos a punto de encuentro, que entendamos, en verso, que a veces lo correcto es lo que está al reverso.

Había una vez, un país al revés, donde la gente sufría mas por el dinero que por la vida misma, donde las reglas eran chistes y los chistes contaban la realidad; donde los medios informaban con mentiras e ignoraban la verdad.

Había una vez un país al revés, donde los ladrones son “doctores” y los médicos, mendigos, los padres son hijos, los niños los más sabios; los alcaldes presidentes, los mas insultados, los decentes.

Había una vez un país al revés, donde el campo era más anhelado que olvidado, más indispensable que negociable; donde el campesino era mas poderoso y envidiado que el empresario, donde lo simple era lo más anhelado.

Había una vez, un país al revés, donde los invisibles fueron indispensables, los influencers descartables, los lujos desechables, los de “izquierda” intachables, los de derecha negociables, las inversiones sociales, cada vez más viables.

Había una vez un país al revés, donde los que tenían casa no querían tener y los que estaban en la calle anhelaban una; donde los niños eran más obedientes que los padres, los “padres” se refugiaron solos en sus templos y la ciencia tuvo más feligreses que contradictores.

Había una vez, un país al revés, donde salir a las calles a luchar era mas absurdo que salir a las calles a morir; las mujeres corrían más peligro adentro que afuera; los padres se volvieron docentes y algunos hombres, mas consientes.  Estudiar dejó de ser una obligación para convertirse en un hobbie y como reto diario aprender a bailar con Robbie.

Un país al revés, donde los animales observan -curiosos- mamíferos parlanchines en jaulas de “oro”, mientras recorren las calles con baste glamour y decoro

Había una vez, un país al revés donde una partícula microscópica detuvo la guerra, desarmó a los más poderosos, debilitó a los más fuertes, desnudò la realidad mas maquillada, reivindicó a los más olvidados, reacomodó prioridades, nos hizo mirar pa´ dentro, decir lo que no nos gusta, sufrir por el otro y meternos nuestro orgullo por el orto.

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