Jean Paul Sartre solía afirmar que, si te sientes en soledad cuando estas solo, estás en mala compañía; es por ello que no hay nada que nos haga más vulnerables que sentirnos solos. Sin embargo, Schopenhauer expresaba que un hombre puede ser él mismo, mientras esté solo; si no ama la soledad, no amará la libertad; porque sólo cuando se está solo se es realmente libre; lo que nos podría llevar a pensar que la soledad podría enseñarnos más que cualquier otra compañía. Pablo Sciuto, en sus reflexiones para el alma indicaba que reciclar la soledad es posible con un corazón sostenible y abierto.
La vida moderna nos ha llevado a vivir a un ritmo tan apretado, que apenas hay pocos espacios para estar solos, con toda esta prisa y aglomeración, ¿por qué el ser humano cada vez más siente el peso de la soledad? Nuestra sociedad está cada vez más poblada de gentes solitarias que buscan desesperadamente amarse, sin conseguirlo.
Hay una soledad mala que empobrece y destruye al individuo. Y hay también una soledad enriquecedora que ayuda a crecer. Por eso hay personas que sufren la soledad mientras otras la buscan.
Hay personas que «están solas y se encuentran solas». Sienten la falta de compañía. No tienen con quién desahogarse. No conocen la experiencia de la comunicación confiada con alguien que las escuche y comprenda. Es fácil entonces la tristeza, el pesimismo o la depresión. Hay también personas que «están acompañadas, pero se encuentran solas» Viven rodeadas de muchas gentes, pero se sienten terriblemente solas. No aciertan a comunicarse. Han perdido la fe en los demás. Viven enclaustradas en sí mismas. Esta soledad mata la alegría de vivir.
Hay, sin embargo, personas que «están solas, pero no se encuentran solas». No hemos de pensar en los «solitarios» por excelencia, que buscan el «desierto» para vivir su propia experiencia. Hay quienes necesitan momentos de soledad para encontrarse consigo mismos y sentirse en contacto más profundo con el mundo que los rodea. Esta soledad enriquece a la persona.
Por eso, para liberarse de una soledad dañosa es necesario, sin duda, abrirse a los demás, crear lazos, dejarse enriquecer por los otros. Pero es también importante saber encontrarse consigo mismo, escuchar lo mejor que hay en nosotros, acoger la vida que brota desde dentro.
¿Qué es la soledad? Pregunta el Principito. Es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un momento de reflexión. Nunca olvidemos que la soledad la creamos cunado olvidamos que Dios habita en nosotros.
No olvidemos lo que solía pensar Robin William, que la peor cosa en la vida era terminar solo, y concluía: no; lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo.
Padre Pacho