Si bien la acción de Rosa Louise McCauley Parks, el primero de Diciembre de 1955 , al negarse a ceder el asiento a un pasajero blanco y correrse hacia la parte atrás del autobús en Montgomery Alabama, que le costó ir a la cárcel, se considera el acto que prendió la chispa del movimiento de reclamo la igualdad de derechos y gracias a él se le reconoce como la primera dama de la lucha por los derechos civiles de los afro-descendientes, antes se esa fecha habían ocurrido varios incidentes entre los que se pueden citar el de Claudete Colvín, arrestada por la misma causa el 2 de marzo del mismo año; el de Irene Morgan diez años antes o, el de Ida B. Wells 71 años antes, ninguno de estos episodios tuvo la repercusión que alcanzó el de la señora Parker, ni le quitan mérito a su valerosa acción.
En esta larga lucha por los derechos civiles de los afro-estadounidenses, pueden destacarse dos episodios bastante violentos, producto del segregacionismo en tiempos anteriores al de la señora Parker: según www.bbc.com una investigación realizada por la “Iniciativa para una justicia igualitaria”, EJI por sus siglas en Inglés, con sede en Alabama, realizó un estudio llamado “Linchamiento en Estados Unidos: confrontando el terror racial” que halló 800 de estos casos aún no registrados; en uno de esos casos ocurrido en 1904, Luther Holbert afro-estadounidense fue linchado en Doddsville (Mississippi) acusado por una multitud de haber asesinado a un hacendado blanco, él y una mujer, que se cree era su esposa, fueron atados a un árbol, les cortaron los dedos de sus manos y los repartieron a la multitud, luego lo torturaron más y fueron lanzados a una hoguera y quemados. Según la EJI entre 1877 y 1950 hubo más de 4.400 linchamientos, muchos de ellos en sitios públicos y a plena luz del día, en comunidades donde había un sistema judicial que funcionaba al menos para los blancos, dejando por fuera los casos de sitios fuera de la ley u otras minorías raciales.
Otro episodio brutal ocurrió en Tulsa (Oklahoma) en 1921 (www.bbc.com). El 19 de Mayo de 2021 Viola Fletcher la más longeva sobreviviente de esa matanza, a sus 107 años se presentó ante el congreso de U.S.A. a reclamar justicia por lo ocurrido. Todo empezó con un rumor que decía que un joven negro había atacado a una joven blanca en un hotel del centro de Tulsa, esto ocurrió el 30 de Mayo de 1921, Dick Rowland se encontró con Sarah Page en el ascensor, la historia tiene varias versiones que varían según la fuente; Rowland fue arrestado y custodiado por la policía que inició una investigación, el 31 de Mayo el diario local Tulsa Tribune publicó un incendiario reportaje que fue la chispa para el enfrentamiento entre negros y blancos; la minoría afro-descendiente se replegó hacia el distrito de Greenwood, un próspero vecindario negro que el 1 de Junio fue saqueado y quemado por alborotadores blancos; el gobernador declaró ley Marcial y desplegó la Guardia Nacional, al día siguiente la violencia cesó, su resultado fue: 35 cuadras quemadas, más de 1.200 viviendas destruidas; más de 800 lesionados; se habló de 39 muertos pero historiadores calculan al menos 800 fallecidos, más de 6.000 personas en su mayoría negras fueron detenidas hasta por ocho días. Infortunadamente esa masacre no fue un hecho aislado en el clima de segregación racial existente en ese país y, donde la prosperidad del distrito negro le añade un tinte de envidia al absurdo episodio racial.
En artículo llamado “El sufrimiento de las mujeres esclavizadas por la medicina ahora tiene un monumento” de Andrea Jaramillo, publicado el 31 de octubre del 2021 en “El Espectador” páginas 56 y 57, se narra la historia de un monumento que una artista norteamericana llamó “Las madres de la ginecología” para visibilizar la historia del sacrificio olvidado de 11 mujeres cuyos cuerpos fueron usados en nombre de la medicina, sin su consentimiento y sin que importara su dolor, pues no se usaba anestesia; frente al capitolio del estado de Alabama, se erigió una estatua en honor al Dr. Sims el Ginecólogo que las utilizó en sus prácticas, en tiempos recientes sus métodos y herramientas han sido cuestionados. La autora el monumento conoció la historia de esas mujeres a las que ella considera madres de la ginecología y decidió contarla y visibilizarlas, cosa que logró 25 años más tarde al construir sus esculturas, hechas de material recolectado y donado por los visitantes de la artista, sobre la obra la columnista dice: “Del suelo se erigen tres figuras femeninas de cinco metros hecha con retazos y objetos metálicos. Las esculturas retratan la visión de la artista estadounidense Michelle Browder sobre el aspecto de Anarcha, Betsey y Lucy, tres de las 11 esclavas sobre las cuales J. Marión Sims, realizó experimentos ginecológicos durante el siglo XIX en Alabama, lo cual le dio el título de padre de la ginecología”.
Según la autora del artículo reseñado “Con su monumento, Browder quiso crear un espacio en que las mujeres pudieran sanar. Quiso que su público pudiera ver la otra cara de la moneda abriendo una discusión en cuanto a derechos reproductivos. “Espero que lo que la gente se lleve del monumento sea eso. Si tienen una visión síganla, y entonces podremos ser libres por la verdad que vendrá con ella”.
Hablando de afro-descendientes y sus derechos aquí en nuestro país, infortunadamente aunque la ley los reconoce como iguales, en la práctica se le discrimina y oprime. Sobre esta comunidad y sus problemáticas “El Espectador” Domingo 12 de Diciembre de 2021, página 50 publica el artículo de Tatiana Acevedo ”Lo que no hay que hacer” una crítica a las propuestas del ex-alcalde Peñaloza sobre cómo sacar de la pobreza al Pacífico, haciendo notar que propone una solución técnica para combatir problemas sociales complejos. “Más que un problema de pasto sintético, la violencia en el Pacífico responde a la posición subordinada de la población afro-descendiente: al hecho que no tengan los mismos derechos y que su historia esté marcada por décadas de poca inversión. En este país un hombre afro-descendiente vive aproximadamente seis años menos que un hombre mestizo (esta esperanza de vida ha sido forjada por políticas estatales) una solución meramente técnica no combate las raíces de tan extrema inequidad”, en su sentir las promesas de infraestructura que no implican mayores redistribuciones y buscan salidas rápidas a problemas difíciles, son simplistas y hasta racistas, el citado Peñaloza dijo “hay que aprovechar los talentos espectaculares de la región”, “El equipo de futbol de Colombia parecería casi que es un país africano porque realmente es gracias a los afrocolombianos que nosotros tenemos eso”, la autora siente que se repiten los estereotipos que dicen que los afro- descendientes solo pueden lograr su ascenso social de pocas maneras “Vender drogas, rapear o ir a la NBA” según dice una canción que trae a cuento la autora del artículo mencionado, añadiendo que esas posibilidades que enumera la canción “No hacen referencia a características ni cualidades innatas, sino a la forma como el racismo estructural limita los caminos para una vida digna de la población afro”, termina diciendo que la propuesta del señor Peñaloza es además frívola “Porque no menciona la guerra contra las drogas ni la forma en que ha devastado a la región. Ni la historia del proceso de Comunidades Negras y otros movimientos ni sus propuestas. Ni la forma en que el puerto de Buenaventura deja casi nada a la ciudad”.
A diferencia de las nuestras, las comunidades afro-descendientes norteamericanas están investigando y rescatando su largo camino de discriminación y opresión, sacándolo a la luz pública mediante denuncias y arte; aquí hay grandes investigaciones pendientes por realizar, valga la pena recordar la matanza de Bojayá Chocó, aún existen numerosas historias para divulgar.


