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LUIS FERNANDO CARDONA
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Actualidad“MAGOS, ESTRELLA Y PROFECÍAS”

“MAGOS, ESTRELLA Y PROFECÍAS”

 

Aparte del Evangelio de Mateo, existen relatos en la tradición cristiana primitiva que amplían la historia de los Reyes Magos. Uno de los textos más conocidos es el Evangelio de la infancia de Tomás y el Evangelio árabe de la infancia, ambos no canónicos, que proporcionan detalles adicionales sobre los Magos, aunque no siempre de manera coherente con la reflexión de los relatos canónicos que presenta la tradición cristiana.

El texto de Mateo, único que menciona a los Magos, los describe como «sabios de Oriente», pero no especifica su número ni sus nombres. Esta omisión ha dado lugar a una tradición que posteriormente los identificó como tres reyes, basándose en los tres regalos mencionados: oro, incienso y mirra. el Evangelio de Mateo no menciona ni la cantidad ni el título de «reyes», sino que los presenta como hombres sabios, probablemente astrónomos o astrólogos de una región oriental, que reconocieron en el nacimiento de Jesús un signo cósmico, una «estrella» que indicaba el advenimiento del Rey de los Judíos.

En el Evangelio árabe de la infancia, por ejemplo, se desarrollan historias más fantásticas sobre los Magos, y se les dan nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar, lo que responde a una tradición posterior. También se les presenta como procedentes de diferentes regiones del mundo, representando los tres continentes conocidos en ese entonces (Europa, Asia y África).

Desde una perspectiva hermenéutica, la historia de los Reyes Magos invita a la reflexión sobre la fe en la revelación divina. Los Magos, guiados por la estrella, no son testigos de un signo evidente o claro. No ven a Jesús en su gloria, ni tienen pruebas físicas directas, como muchos en su tiempo hubieran deseado. Sin embargo, creen en la señal que se les ha dado y se lanzan a un largo viaje sin saber exactamente lo que encontrarán. Su fe es la fe de la búsqueda, la fe de los que siguen la luz, aun sin entender todo el misterio.

A nivel teológico, la presencia de los Reyes Magos señala la manifestación universal del misterio de la Encarnación. El niño nacido en Belén no es solo un salvador para los judíos, sino para todos los pueblos del mundo. Esta es una reafirmación de la misión universal de Jesús, algo que Mateo enfatiza a lo largo de su Evangelio.

La estrella que los guía hacia el lugar donde está el niño es también una figura importante. Representa la luz divina que ilumina a todos los pueblos, un tema que se retoma en varios pasajes del Antiguo Testamento, como en Isaías, donde se dice que las naciones caminarán hacia la luz del Señor.

Los regalos que ofrecen oro, incienso y mirra, tienen también un simbolismo profundo. El oro es un símbolo de realeza, el incienso de la divinidad, y la mirra, que se usaba para embalsamar, anticipa la pasión y la muerte de Jesús. Así, los regalos no solo son una expresión de respeto y homenaje, sino que contienen una profecía sobre la identidad y el destino de Jesús.

La historia de los Reyes Magos no es solo un relato pintoresco de la infancia de Jesús, sino una rica enseñanza teológica sobre la universalidad del mensaje cristiano, la fidelidad a la revelación divina, y la humildad de reconocer en Jesús al verdadero Rey, no solo de Israel, sino de toda la humanidad. A través de la figura de los Magos, la Escritura nos invita a seguir la luz divina, a ofrecerle a Cristo lo mejor de nosotros mismos, y a reconocer que, como los Magos, debemos buscarlo con fe, aunque el camino sea incierto, pues solo en Él encontraremos la verdadera paz y salvación.

 

Padre Pacho

 

 

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