Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadNO HAY BARRANCO QUE LO ATAJE …..

NO HAY BARRANCO QUE LO ATAJE …..

 

 

No me atrevería a defender lo que no se puede defender. Seguir apegado al discurso de Gustavo Petro sin ruborizarse es digno de un servilismo enfermizo. Una cosa es haber concebido al presidente de los colombianos como el líder de un cambio necesario en un país desvencijado por la corrupción y agobiado por la desigualdad y otra creer que su discurso y acciones vayan en ese camino. Millones de compatriotas votaron por Petro hastiados de gobiernos mediocres, elitistas y deshonestos. No encontraron otro camino, ni otro líder y prefirieron dar un paso adelante sin sospechar que daban un salto al abismo.

 

El resultado de la consulta del Pacto Histórico es elocuente. El liderazgo de Petro se diluyó en tres años de gobierno. Sus áulicos seguirán pregonando que su grupo político tiene más electores que todos los demás partidos (dos millones y medio) ignorando intencionalmente que en Colombia votan aproximadamente veinticinco millones de personas y que más de veintidós millones de ellas se apartaron esta vez de las urnas. Obtener el 10% del caudal electoral total y real (el que vota, no el del censo de la registraduría) es un monumental fracaso incluso calificando de época fría la fecha de la consulta. Vestirlo de triunfo solo cabe en la cabeza de una militancia enceguecida. Es de tal magnitud el descalabro que proponen una Asamblea Nacional Constituyente como alternativa democrática. Una torpe salida que desviste el desespero que invade a los petristas. Por la vía de las mayorías no hay horizonte. Solo encuentran como único camino la amenaza de un ejercicio constituyente. Otra mentira más del gobernante que en campaña prometió cosas muy diferentes.

 

«Cuando uno va de culo, no hay barranco que lo ataje» dice un adagio muy popular y muy colombiano que calza como anillo al dedo. Y no me vengan con que se trata de «derechas» o «izquierdas». Ni los unos se cambiaron de lado, ni los otros se voltearon. Es cuestión de percepciones. Colombia es un país sin atavíos, con tendencias políticas más al centro que a los extremos. Los únicos «amarrados» (léase «presos») son los maestros, los indígenas y los funcionarios públicos que se aferran a sus puestos y a sus prebendas. Los demás actúan electoralmente con cierta libertad, no la que quisiéramos pero sí la suficiente para incidir en los resultados de las contiendas políticas.

 

«Al caído, caerle», dice otro folclórico refrán. La descertificación que nos impuso el señor Trump y la posterior inclusión de presidente Petro, su familia y algunos de sus colaboradores en la lista Clinton son un puntillazo deplorable. No comparto el segundo castigo que termina siendo una agresión sin pruebas y esto no significa que aplauda la oratoria desmedida del gobernante. Caza el señor Petro peleas con todo el mundo, unas inanes y oportunistas pero otras dañinas y muy peligrosas y ahí tiene el precio de esos desmanes. La prudencia no existe en el vocabulario del Palacio de Nariño; fue cambiada por «camorra», la palabra que mejor define el estilo de la dirigencia gobernante.

 

Y sumémosle a todo esto el vergonzoso tema de la primera dama de la nación. Que un gobernante se divorcie no es circunstancia que amerite en Colombia discusiones, ni mesas redondas, pero que permanezca atado jurídicamente después de «muchos años de separación» y que permita el goce desenfrenado por parte de su cónyuge de los dineros públicos y también de las enormes prebendas que le otorgan las leyes colombianas es cuando menos otro desvarío ético para no llamarlo por su nombre coloquial, «corrupción». Definitivamente, «no hay barranco que lo ataje».

2 COMENTARIOS

  1. Muy buen comentario, lo único que no acepto ni entiendo es la velada justificación a un voto errado. Como alguien pudo pensar jamás, que Petro pudiese representar un cambio. Su hoja de vida no daba lugar a pensar algo distinto a lo que ha sido

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