En pocos años, el fútbol femenino entró con vigor determinante, sin complejos en lo que se creía ser un campo exclusivo de hombres y que por su confrontación fuerte y en muchas ocasiones de mala fe, se ejercía como propiedad exclusivamente machista.
El balompié en las mujeres no fue una grácil concesión; fue producto de sus luchas por la igualdad, su libre desarrollo de la personalidad y una conquista cabal. Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. Abrirse paso ha sido tortuoso, y aún rondan obstáculos, diferencias en el trato económico y en acosos. Por fortuna crece la admiración, la figuración en lo nacional y en el exterior, tratándose de jugadoras criollas que con su disciplina, dedicación y ansias de triunfar, han crecido en técnica, profesionalismo, en el palmarés internacional y en dar buena imagen al país, gracias a su despliegue competitivo. Resulta de justicia que la Conmebol dispusiera honrar a las integrantes de la rama al señalar el 7 de marzo (víspera del día internacional de la mujer) como fecha de celebración del fútbol femenino suramericano en condición de glorificar su desarrollo, darle gran relevancia y lograr respetabilidad en los derechos de las protagonistas. En ese camino, la percepción de la labor en una cultura ciudadana entre los aficionados se convierte en vital para su permanencia y sostenimiento, máxime en este continente que inicialmente era reacio a su afinidad, práctica y competitividad. Ahora se quiere seguir consolidando y en virtud de ello la Conmebol instituyó la Copa América Femenina y la de Libertadores, con premios económicos mejorados.
La Liga en Colombia tiene hoy un patrocinio de una compañía que colabora a soportar los costos de su organización. En esta columna en varias ocasiones se ha hecho mención de las calamidades y se ha brindado respaldo a su existencia y crítica a la “míchicatería” de Fedefútbol y la Dimayor, en contravía de lo que hacen otros países en el fomento e incremento de los rentados. El campeonato que nació en 2017 cuenta con 16 equipos. En el 2020, la Dimayor únicamente utilizó en el torneo la suma de 950 millones de pesos de los $1.500 millones que aportó el Ministerio del Deporte, lo cual fue objeto de críticas por considerarse un desfallecimiento en el proyecto. Otro asunto de alarma ocurrió en el 2023 cuando la Superintendencia de Industria y Comercio ordenó una investigación contra la rectora profesional por “presunta cartelización e irregularidades en los contratos de las futbolistas en temporadas anteriores”
Este año se disputará la versión nueve que comenzó en febrero y terminará en septiembre. Cuenta con convenio de televisión, lo que coadyuva a tener seguidores y crear “hinchada”. Serán cuatro fases de “todos contra todos” para obtener ocho clasificados en cuadrangulares de ida y regreso para establecer campeón. Pero aquí lo triste de la nota es la ausencia de las damas del Deportivo Pereira en la competencia. En efecto, sin ningún pronunciamiento los directivos, que son los mismos del plantel masculino, excluyeron a las chicas, sin guardar escrúpulo alguno por la labor que ellas han desempeñado, en la formación de escuelas, en ignorar el palmarés de muchas que hoy juegan en el exterior como Ana María Guzmán -La Mona- en Alemania, Eliana Agudelo. Ante tal decisión ocho jugadoras del registro local terminaron contratadas por el DIM, casi una selección entera, además del entrenador Osorio y su cuerpo técnico.
Lapidario resultó el mensaje del periodista Mauricio Gómez Buriticá publicado en su cuenta X, al indicar: “Deportivo Pereira no tendrá equipo femenino en la Liga Profesional 2025. La actual dirigencia acabó con lo que había (que era mucho) ¡Nefasto! Deportivo Pereira femenino pasó de dos semifinales consecutivas a no existir”.
Lástima de una fanaticada formada desde el 2017, también por la ciudad y el departamento que veían orgullosos a estas guerreras con los colores territoriales sacando lo mejor para la gloria del pueblo. No es la primera vez que esto sucede; llegará el momento en que una nueva conducción vele por la imagen del civismo y el significado de los símbolos que son más grandes que las arcas del metálico.
Jaime Cortés Díaz