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Humor¿Qué me voy a poner hoy?

¿Qué me voy a poner hoy?

Por: Luis Fernando Cardona Gutiérrez

La pandemia nos mandó, literalmente, a coger café.  Porque, querámoslo o no, la mayoría no tendremos otro camino que reinventarnos o morir.

Nos hemos visto obligados a echar mano de nuestra creatividad para derrotar a esos enemigos invisibles que llegan agazapados al lado del virus, el hambre y el tedio. 

Mientras que para el hambre no han descubierto la vacuna, por lo menos hemos aprendido que no todo lo que llena nuestras alacenas y neveras es comida ni toda la comida es alimento.  “Aprender a desaprender”, como diría mi amigo Mauricio Ojeda, en uno de sus intentos por enseñarme finanzas personales. “El consumismo se nos estaba quedando con los excedentes mientras llenábamos el carrito de productos prescindibles”.  Pero la vida nos enseña a punta de porrazos.  Ahora estamos viviendo sin lujo ni confort, que en la mayoría de los casos sólo sirven para darle de comer al ojo ajeno.  Y si no, déjenme citarles unos pocos ejemplos:

¿Cómo explicar que Guardiola, el técnico del Mánchester le hubiera invertido 1,3 millones de euros a un reloj del modelo ‘RM 27-01 Tourbillon Rafael Nadal’ porque pertenece a una edición limitada en la que solo hay 50 unidades?

Que Neymar hubiera comprado para su coche deportivo, una funda  de oro de 24 quilates firmada por Golden Concept, valorada en 5.700 euros para protegerlo de la lluvia? ¿No les parece un exceso inconcebible?

¿O que Karl Lagerfeld, hubiera contratado permanentemente dos ‘nanas’ para cuidar sus más de 100 iPods y hubiera dejado un gato como heredero de su fortuna?

¿O que una actriz y modelo colombiana de cuyo nombre no quiero acordarme se ufanara ante las cámaras de La Red, de su colección de zapatos de más de 300 pares que nunca llega a repetir? «Primero muerta que sencilla», le habría dicho a Carlitos Vargas, así como si nada.

Nos tocó aprender a vivir con lo básico.  A ver cine en el sofá, a hacer paseos imaginarios en el coche del vecino. A cocinar con frutas y verduras, dejando atrás los enlatados y embutidos importados, dejando en el pasado el PriceSmart, Carrefur y Colsubsidio. A retornar a Impala a comprar el mercado disfrutando el aroma a frutas frescas, y a vestir con lo que hay sin pensar en el qué dirán. 

Dejemos pues de lado el consumismo y mientras aprendemos a superar el tedio, hagámonos esta pregunta al levantarnos: ¿Qué camiseta y pantaloneta me voy a poner hoy? Y ¿sí me combinarán con estas sandalias?

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3 COMENTARIOS

  1. Que bien que haya alternativas de índole : alimentaria, de lo vestido, del ocio
    En lo que respecta a otros individuos de la sociedad colombiana, como lo dice el columnista es: el hambre o el contagio,.
    La única,alternativa para muchos es: una vivienda , cuyo espacio se reduce a que allí funciona: la sala , la cocina, la habitación compartida entre padres e hijos,.
    El consumismo no existe en su lenguaje, l ni en su modus vivendi, solo existe la probabilidad de subsistir en una sociedad que los ignora.
    Lo dijo Herbert Marcuse: » Lo que ocurre es que las clases dirigentes mantienen la alienación organizando el despilfarro o imponiendo necesidades artificiales»

  2. Esto nos comprueba que la verdadera esencia de la vida es compartir con amor lo que realmente importa, no lo que el consumismo nos impone.

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