Por: Ricardo Tribin Acosta
Los hábitos son como el corcho o el plomo: tienden a mantenerte levantado o a retenerte. Así de sencillo, caballero, como diría un culto interlocutor, al referirse a un compartir de alguien acerca de sus hábitos, a los cuales como todos los seres humanos nadie esta ajeno.
Los hábitos pueden ser malos o buenos, escogidos a gusto del usuario. Hábitos malos son aquellos que causan problemas, bien sea a la persona que los posee o a otros relacionados con ella. De otra parte, los hábitos buenos generan paz y tranquilidad para el que los practica y obviamente para su entorno.
Hay muchos hábitos malos entre los cuales, solo para citar algunos pocos, mencionaría la pereza, el chismorreo, la autocrítica y la critica a los demás, la lujuria, en sus diferentes manifestaciones, la impaciencia, el orgullo mal entendido y peormente aplicado y en fin toda una colección de elementos de deterioro espiritual que hacen daño.
Entre los buenos hábitos resulta importante mencionar el amor, la comprensión, la sobriedad, la paciencia, la tolerancia, la continencia prudente, y todos aquellos que se conviertan en polos de atracción para nuestro desenvolvimiento individual y dentro de la sociedad.