Para los asistentes a la Novena Conversación Nacional, celebrada el pasado fin de semana en Expofuturo, fue muy visible el apretujado abrazo del presidente de la República Iván Duque con el senador conservador de Risaralda Juan Samy Merheg. Ambos se conocen desde el pasado periodo legislativo en que coincidieron como congresistas.
Sin querer dañar la amistad, ni mucho menos, valdría la pena que el señor Presidente, además de revisar las cuentas de la Unidad Nacional de Gestión de Desastres sobre los recursos anunciados y aún sin desembolsar para los afectados por los deslizamientos de tierra del barrio Matecaña y Portal de la Villa, consulte también algunas otras fuentes para conocer parte del historial de su amigo Samy, responsable político -con el representante Juan Carlos Rivera-, de la deblacle del Hospital Universitario San Jorge en los últimos cuatro años.
Podría, para empezar, el Jefe del Estado solicitarle a su copartidario, el superintendente de Salud Fabio Aristizábal Ángel, que le comparta las investigaciones sobre las anomalías presupuestales, contractuales y operacionales encontradas en el centro asistencial y que llevaron a la Supersalud el pasado 30 de diciembre a ordenar una vigilancia especial por seis meses, previa a una intervención.
También que pida copia a la Contraloría General de la República sobre los 28 hallazgos fiscales por $8.353 millones en el control excepcional efectuado al Hospital San Jorge, durante el año pasado.
Como complemento, el señor presidente Duque debería revisar los archivos de la Corporación Vigía Cívica donde se revelan los resultados de los manejos del Hospital San Jorge: “Un balance cuantitativo arroja cifras espeluznantes: en 10 meses, han aparecido los siguientes hallazgos: en noviembre de 2018, 83 de la Contraloría General de Risaralda, en marzo de 2019, 57 de la Superintendencia de Salud, y en septiembre de 2019, 55 de la Contraloría General de la República; en total, 195 hallazgos. No hay, en la historia administrativa de Colombia, ninguna otra entidad que haya acumulado una cantidad, siquiera aproximada, en un lapso semejante”. Noviembre 24 de 2019).
Y es que el senador Samy Merheg y el representante a la Cámara Juan Carlos Rivera, se apropiaron del Hospital San Jorge como trofeo electoral, lo cual, sumado al control burocrático y contractual de las secretarías de salud del departamento de Risaralda y de los municipios de Pereira y Dosquebradas, les permitió crear una sólida estructura de integración vertical con recursos públicos. (En microeconomía y dirección estratégica, la integración vertical es una teoría que describe un estilo de propiedad y control. Las compañías integradas verticalmente están unidas por una jerarquía y comparten un mismo dueño).
Por eso, el abrazo de Duque con Merheg dejó muchos interrogantes. Sobre todo, cuando el mandatario colombiano dijo ese día en Pereira: “Lo que necesitamos también es, con la sociedad, destruir las estructuras donde están esos contratistas que se amangualan con gobernantes, que se amangualan para tener acceso privilegiado a los dineros públicos. Y necesitamos, también, que allí podamos ponerle fin, óigase bien, a lo que ha sido esa especie de connivencia donde se alían para ganar espacios de discrecionalidad, o en las Corporaciones Autónomas Regionales en algunos casos, o en el manejo de los POT (Plan de Ordenamiento Territorial), o en el sistema de Salud”.
¿A qué le creemos, señor Presidente, al discurso o al abrazo?
Produce repugnancia todo esto que se está viendo