ONÉSIMO VASQUEZ POSADA
El Post-Uribismo es una nueva expresión que se escucha en los corrillos políticos de todo el país; se oye en las cafeterías, en las esquinas, y por supuesto se hace eco en las todopoderosas redes sociales que controlan gran parte de la información cotidiana.
¿Suenan estas voces a final de una era política? Sera cierto. ¿El fin del reinado uribista esta cerca?
Según todos los analistas sí; del más encopetado al más humilde de los observadores lo confirman.
Voces racionales o violentas lo afirman o lo desmienten, en un país dividido que sufre; en un clima de protesta de pesimismo y abulia.
La división es otro de los oscuros legados de los que han gobernado el país durante los últimos 20 años.
Herencia de un autoritarismo brutal con sus 6.402 civiles asesinados en los llamados “falsos positivos” de por medio, además del exterminio impune de líderes sociales y un desgaste palpable de las instituciones.
Una forma de entender las protestas generalizadas; es el profundo rechazo a las políticas uribistas en todo el país y su fracaso palpable.
El culpar a los demás de este fiasco histórico es irresponsabilidad y cinismo puro; no se puede esperar mas de una doctrina que utiliza la mentira como punta de lanza de su ideología. Y en las actuales manifestaciones del paro nacional por ejemplo pretenden solucionar problemas sociales profundos: como el desempleo o las desigualdades clasistas, la exclusión social de millones de colombianos, el hambre; instituciones corruptas que se desmoronan de un estado burocratizado, jóvenes invisibilizados, clase media quebrada, etc. etc.
Intentan ingenuamente remediar estos males con simple propaganda y represión policial; algo así; como el cornudo que soluciona la infidelidad quemando el sofá. Somos testigos de un país que se asfixia en medio de una corrupción “normalizada”. Corrupción que cada integrante de la burocracia de un estado fallido ejecuta como si fuera un derecho natural inherente a su puesto o privilegio y de una clase política tradicional que la utiliza de manera vergonzosa y descarada.
Además, la experiencia caudillista en el país es lamentable; con su premisa de un supuesto salvador que traería una era de paz y prosperidad, pero es todo lo contrario.
Finalizando este ciclo autoritario, con una baba espesa y corrupta; un pesimismo enfermizo, degradación a todos los niveles, que invade hasta el último rincón del país.
Maniobras políticas fallidas como en deseo obsesivo de “hacer trizas” los acuerdos de la habana o el de acabar con la JEP o de resucitar antiguas guerrillas que sirvan a su estrategia del miedo del “gran enemigo interno”, estrategia ya usada durante las dictaduras fascistas de los años 30 en Europa; de tan siniestro recuerdo.
El uribismo en su égida caudillista es lo más parecido al chavismo que tanto denigra en su retórica toxica.
¿Iván duque acabara por jubilar a Álvaro Uribe?
Todo indica que sí; y de seguro creo, clavara la última puntilla del cajón uribista. y Álvaro Uribe lo sabe;
porque hay que aceptarlo el caudillo de política si conoce, y es quizá es el político más astuto que Colombia ha conocido
en toda su fogosa historia.
En conclusión; el país necesita urgentemente nuevos aires, lleguen de donde lleguen; un nuevo liderazgo que traiga optimismo a la nación.
El país no resiste más tanta degradación moral; tanta manipulación de las instituciones; instituciones puestas al servicio del poderoso de turno y a los intereses oscuros de un puñado de acaudalados que lo controlan todo.
Es lamentable el coste humano y económico de este hundimiento.
Las enfermedades mentales por ejemplo han aumentado de forma exponencial en el país y la desproporcionada pandemia no ha hecho sino magnificar dichos males.
La polarización y el pesimismo no hacen nada por mermarlos, todo lo contrario.
Un cambio de respiro necesita urgentemente la atmósfera actual del país; de curso, en un desvencijado barco Titanic en que se ha convertido Colombia, con el Uribismo como inepto timonel.
Buena reflexión. Queda en la boca ese mal saborcito de que el posturibismo llega más por el envejecimiento y el agotamiento del caudillo y sus chocheras que por la iniciativa y la conciencia de su fanaticada y de sus áulicos.
Buena reflexión. Queda en la boca ese mal saborcito de que el posturibismo llega más por el envejecimiento y el agotamiento del caudillo y sus chocheras que por la iniciativa y la conciencia de su fanaticada y de sus áulicos.
los 8 años de Santos que obró como antiuribista se le computan a Uribe y para remediar el caudillismo – presunta causa de nuestros males- expresa el deseo de » que surja un nuevo líder» o sea reemplazar a Uribe ( a quien reconoce como «el mejor político») por otro Uribe.
La Constitución del 91 nos dejó sin partidos ( leer lo del circo) , estableció la dictadura del poder judicial, les dió a las minorías derecho de vetar los proyectos de las mayorías que gobiernen, el cuento del cambio climático acabó con los proyectos hidroeléctricos , se estableció el delito constitucional de poseer o tratar de poseer riqueza …tenemos tierra de sobra para cultivar que no se cultiva por temor a delincuentes que se hacen pasar por perseguidos políticos….Uribe fracasó porque su origen de clase media antioqueña le impidió actuar como un verdadero dictador de derecha que acabara con ese engendro del 91.