“Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor. ¿Cómo volverá a ser salada? Ya no servirá para nada, sino para ser arrojada a la calle y pisoteada por la gente” Mateo 5: 13-16 Reina Valera contemporánea (RVC.)
La realidad de este país, es que nos despertamos a diario en medio de escándalos mediáticos, promovidos por la oposición y los malquerientes del actual presidente, muchas veces con rumores malintencionados al mejor estilo de Laureano Gómez: ”calumnien, calumnien que de eso algo queda”, en otras ocasiones, por escándalos causados por los mismos funcionarios del actual gobierno, enfrascados en peleas personales, las que difunden con fruición los grandes medios, interesados en ocultar los aciertos del actual gobierno y desacreditarlo sacando a relucir las torpezas y salidas de tono del actual mandatario, fiel a su estilo de ¿gobernar? En medio de movilizaciones y confrontaciones. No puede desconocerse que el estilo Petro responde a los intentos del establecimiento para impedir su ascenso al poder.
Tampoco se puede desconocer que hay funcionarios provenientes de la vieja politiquería colombiana, célebre por sus apetitos económicos y burocráticos. Los altos cargos que deberían ocupar viejos y leales alfiles del mandatario (pero, al parecer Petro es demasiado megalómano, y no le importa sacrificar o quemar a viejos amigos), los ocupan esos camaleones, quienes con sus actuaciones han dado origen a rumores que empañan la imagen del gobierno: la supuesta superación de topes de campaña del actual mandatario, caso de Benedetti o; de desconocidos, como Laura Sarabia ahora la cara de Colombia ante la comunidad internacional, ambos personajes cuestionados por manejos económicos corruptos, o en el mejor de los casos oscuros.
Todos nos preguntamos ¿Qué saben Sarabia y Benedetti? Petro parece encartado con ellos, y aún así escalan posiciones en el gobierno; al mejor estilo de la vieja politiquería estos cuestionados funcionarios, se caen de para arriba.
La vieja politiquería (como es normal), se resiste con uñas y garras a abandonar el poder, y los nuevos protagonistas no han dado la talla, estamos en plena campaña preelectoral 2026 y no se vislumbra nada bueno: o la continuidad del actual mandatario y sus funcionarios de segunda categoría (lo cual me parece difícil), con la oposición cavernaria de la derecha; o el retorno de la vieja derecha acostumbrada a la ubre oficial para saquearla sin compasión y, sin resolver ninguno de los graves problemas que aquejan a la sociedad colombiana, mejor dicho, el retorno de la vieja clase política, endeudando más al país, deudas que los trabajadores pagamos de nuestros paupérrimos bolsillos, porque esos gamonales, ni siquiera responden con su dinero por sus actuaciones, como responsables (no necesariamente, autores materiales) de los crímenes de Estado. Los dineros pagados con impuestos del pueblo deberían usarse para solucionar problemáticas sociales; hablo del exterminio de la Unión Patriótica en el gobierno Barco, y las 6.402 ejecuciones extrajudiciales de que se acusa al gobierno Uribe en sus dos periodos. Da vergüenza saber que hubo gente en Armenia aplaudiendo a Uribe porque prometió menos impuestos ¡Qué ingenuidad ¡¡Castigó al pueblo trabajador y ahora posa de salvador ¡Qué cinismo ¡
En mi opinión, hay tres problemas que nos impiden ser un proyecto viable de Estado, y nos llevan a ser una democracia fallida, los cuales deben resolverse en corto plazo: la corrupción generalizada en la sociedad colombiana, el narcotráfico y la inseguridad, problemáticas relacionadas entre sí.
El narcotráfico permeó toda la sociedad colombiana, su influjo maligno se siente en todos los ámbitos de la vida institucional, ha dinamizado la economía subterránea en favor de los varones de la droga y los grupos de narcotraficantes, incluidas antiguas guerrillas, que ahora no quieren tomarse el estado, sino comerciar sus drogas ilícitas.
¿Qué aportó el narcotráfico al país? Nada, divulgó la imagen violenta del colombiano que explotan de manera repetitiva cineastas nacionales y extranjeros; creó la cultura del dinero fácil; encareció la propiedad raíz en el país, que ahora tiene un valor irreal; su único aporte es el Código del menor: un estado impotente para combatir el crimen organizado, optó por no judicializar a los menores, que son ahora los instrumentos de los delincuentes.
La coca, un cultivo ancestral indígena, por la codicia del narco y la existencia de viciosos en el norte, se volvió producto de exportación; el dinero del narcotráfico llega en cantidades tan inverosímiles, que permitió a los narcos poner grifos de oro en sus casas de mármol, comprar armas, salvoconductos legales, funcionarios del Estado, fuerzas de seguridad, hasta corromper al poder judicial, pues con el pago de dineros se obtiene: vencimiento de términos en procesos judiciales, cierre de investigaciones y hasta compra de absoluciones; nuestros abuelos sabían que: “La ley es solo para los de ruana”, pero la sociedad colombiana no conocía (hasta el escándalo del ”Cartel de la toga” y el corrupto fiscal anticorrupción), cuánto valía torcer a los jueces.
Como cáusticamente decía Heriberto de la Calle, muchos de los delincuentes que hacen las leyes están en el Congreso, ahí nace una fuente de impunidad. Para ilustrar el punto un ejemplo, Una vez el rey condenó a Cosiaca a muerte, pero le concedió la posibilidad de escoger el árbol para ser ahorcado, Cosiaca aún no encuentra un palo que le guste: unos son muy bajitos. Otros muy altos, otros tienen ramas retorcidas etc., etc.
La indignación contra el cabalista que no acabó la primaria y es congresista, no tiene sino un remedio, hacer una reforma política de origen ciudadano que recorte el número de congresistas y les quite sus privilegios; esa es la primera reforma que necesitamos; pero con un pueblo fanático, adorador de matones, narcos y bandidos nunca lo lograremos. Como dijo Spartacus:” No hay peor esclavo que aquel que defiende al amo, aquel que honra sus cadenas poniéndoselas a los demás”.
Todos queremos que se investigue y haga justicia, lo que no es correcto (a no ser que uno sea un fanático uribista), es pretender que aplicar la justicia sea “exonerar” sí o sí a su ídolo; tampoco es correcto que para un anti-uribista, el exmandatario sea culpable, sí o sí, solo por tener ese apellido; para muchos de nosotros, colombianos del común, no fanáticos y de recto criterio, hacer justicia es que se juzgue y se declare culpable o inocente a un sindicado, luego de un juicio con todas las garantías procesales. Dilatar términos, con recursos leguleyos como hacen Granados y otros abogados, los hace ver más como parte de una banda criminal, que como funcionarios judiciales.
Con fanatismo se pide que se investigue si Petro superó los topes electorales ¿Por qué los que ahora fingen indignación, callaron cuando los rumores de compra de votos y la ñeñe política de Duque? También piden a gritos investigar a Nicolás Petro, y callan ante el caso Odebrecht y las acusaciones contra Óscar Iván Zuluaga y su hijo ¿Queremos justicia?, o ¿solo queremos que se juzgue a quienes son nuestros opositores políticos y se alcahueteé a nuestros copartidarios? Vale la pena mirar a países vecinos que han juzgado y encarcelado a sus exmandatarios por casos de corrupción como el de Odebrecht; pensamos que en esos países viven indios atrasados y, ellos nos avergüenzan con su ejemplo de aplicar justicia.
Gran parte de la violencia actual en Colombia se nutre del narcotráfico; en las regiones apartadas esta violencia es causada en general a los carteles de la droga, cobardes que temen enfrentar al ejército y usan a las comunidades como escudos humanos, que al organizar “paros armados” abusan a humildes e indefensos campesinos, obligándolos a permanecer recluidos en sus hogares, mientras ellos transportan sus drogas sin testigos incómodos.
La inseguridad general en Colombia es fruto de delincuencia común, exacerbada por los conflictos entre expendedores de drogas por mantener su control territorial y las ventas de los narcóticos que no pueden sacar al exterior; la sociedad entera paga por el flagelo de la droga: como víctima de robos de drogadictos en busca de dinero para su vicio, dando limosna a los indigentes consumidores, soportándolos en esquinas, semáforos etc. Y comprando comestibles, o bolsas de basuras para ayudar a su supuesta rehabilitación; da vergüenza que las campañas antidrogas sean un show que no afecta a los capos: “no demos limosna en la calle”; y el gran narco ahí: haciendo política, posando de gran empresario, exhibiendo su poder económico y criminal y compartiendo con la alta sociedad. Cómo dijo Quevedo: “Poderoso caballero es don dinero”.
La segunda gran reforma es erradicar el narcotráfico, acabar con los laboratorios donde se procesa cocaína, eliminar de las calles colombianas su comercio y consumo, adelantar procesos de extinción de dominio a propiedades de narcos y, con esos dineros rehabilitar a los drogadictos, no con dineros del Estado.
La tercera gran reforma es depurar el sistema judicial, cambiar los mecanismos de elección en las altas cortes, y quitar la tarjeta profesional a los aboganster, que ciertamente, son más de uno. Crear un sistema penitenciario serio, que castigue al delincuente y lo resocialice, presos que trabajen y ganen dinero legal para sus familias.
Lograr un Estado con una autoridad seria, sin permitir la impunidad, evitaría que los criminales dominen las calles y sería la cuota inicial de la Colombia que queremos.
No creo que la reforma de Petro a la salud sea una maravilla, pero, aun así maliciosamente lo acusan de ser responsable del caos en ese sector ¿ya no se recuerdan la época del ICSS?; los ingenuos y adoctrinados de los partidos tradicionales, o no saben o callan que de esas EPS, sacaron dineros los paras, guerrilleros y políticos para sus campañas, que gastaban como si fuera de sus bolsillos, y siempre el “papá Estado” pagó los faltantes, ¿Quién responde por los dineros de los muertos que siguen “atendiendo” las EPS? ¿Quiénes responderán por los 12 billones de pesos saqueados a la salud en los últimos gobiernos? (Ver video). Aúllan algunos politiqueros tradicionales y sus áulicos en los grandes medios de comunicación. Al parecer, se van a quedar sin ese dinero que podían embolsillarse o gastar sin control, ese es su dolor y su afán. Según un meme que me enviaron en días pasados:” Tenemos un sistema de salud tan bueno, que sigue dando medicamentos a más de 30.000 muertos”. Toda una maravilla.
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Me disculpan lo escéptico. No creo en el Estado colombiano, ni en sus instituciones y autoridades, son sal corrupta que ya no sirve sino para arrojar.
Mil saludos querido amigo Isdaen, muy acertado su comentario, no estamos descubriendo nada nuevo, pero se ha vuelto tan cotidiano este oscuro panorama que ya casi nos parece normal la corrupción, los abusos de los carteles y la violencia de las bandolas del microtrafico, que manda en muchas partes de nuestro eje cafetero, y las campañas para acabar con el trafico de drogas, es decir que no se de limosna, que tristeza los gobernantes que elegimos. Estamos en medio del fango y nadie parece notarlo. Mil bendiciones para UD y su familia.
Buen día Danilo. Excelente trabajo investigativo.
En lo personal el narcotráfico es la semilla, las raíces, el tronco, los brazos del árbol y las hojas del problema actual ya que a muchos nos tocó dicha época de los inicios esplendorosos de los grandes carteles y al hacer la retrospectiva de dicha situación concluyo que el narcotráfico necesita territorio a las anchas para poder hacer lo que hace y efectivamente lo hizo, lo hace y lo hará a través de la famosa frase » Plata o plomo «, lo cual implica irrespetar las instituciones y todo lo que gira alrededor de ellas.
El narcotráfico mostró el camino , «plata o plomo » , lo cual permeó todas las esferas de la sociedad Colombiana y ya todo es manejado por carteles, que el cartel de la carne, el cartel de la papa, el cartel de esto y de lo otro a través de la intimidación armada o la intimidación económica. Lo que acabo de escribir no es un secreto para nadie y no estoy descubriendo que el agua moja pero es mi retrospectiva con relación a lo mencionado y siguiendo con el cuento, el narcotráfico gestó otro hijito llamado microtráfico del cual muchas familias colombianas viven para no morir como consecuencia de la corrupción y de esos gobernantes irresponsables que no cumplen con su labor ya sea porque son así o se deben a grupos ilegales a los cuales deben obedecer o sino los quiebran, desviando el dinero de la salud, de la educación, de la recreación y otras tantos elementos fundamentales para la vida digna, sana y formadora de buenos ciudadanos.
Pero no hay mal que perdure y aparece un señor llamado Gustavo Petro quien contra viento y marea ha destapado ollas podridas, se han descubierto diferentes maneras de robar, le ha pedido la baja a varios generales por compartir información a los grupos ilegales, venderles armas y municiones, que tal esto y otras cosas más que no ha perjudicado a todos esos torcidos que no piensa en ayudar a los demás sino en ayudarse a ellos mismos.
Estamos en un período de transición y de despierte electoral donde los votantes debemos saber escoger y saber no escoger , ya que no se puede permitir este tipo de funcionarios gubernamentales negligentes y que esas galladas se estén robando la vida de las familias y la de futuras generaciones. El gobierno de Petro es el gobierno del ser torpedeado ya que no importa lo que proponga inmediatamente se lo sabotean o no votan a favor, en proyectos tan sociales que francamente no me explico porque no los aprueban.
En fin, sigue la lucha y estaré expectante de lo que nos va a pasar pero el cambio no es fácil, no se ha ganado la guerra pero si muchas batallas.
Finalizo con lo siguiente: Respecto a las propuestas de Petro, la verdad no le han permitido darle el tiempo prudencial a las decisiones y proyectos para saber si son buenos o se deben mejorar. Mi comentario no está cargado hacia Petro pero uno ve que todo lo que él hace, se lo critican y si pueden se lo estropen y sin ser un dato menor, llegando a extremos de molestarlo por la ropa que usa, como habla, en fin, por todo lo joden.
Petro sabía todo esto y ahí va porque el buen trabajo no defrauda.
Gracias Danilo y siga escribiendo.